
El ayuno intermitente se ha vuelto cada vez más popular como patrón de alimentación. Los nutricionistas lo promueven por los beneficios que reportan: pérdida de peso, mejora de la sensibilidad a la insulina, reducción del riesgo de enfermedades metabólicas, menor inflamación, e incluso efectos positivos sobre marcadores cardiovasculares.
En Perú, tanto el Ministerio de Salud (Minsa) como el Instituto Nacional de Salud (INS) advierten sobre los riesgos de ayunos prolongados, especialmente para personas vulnerables. Además, el Seguro Social de Salud (EsSalud) promueve hábitos de alimentación saludable y advierte que los ayunos deben hacerse solo bajo supervisión profesional cuando existen condiciones especiales. Aunque el ayuno intermitente puede tener ventajas, no es adecuado para todos. Hay grupos de personas que deberían evitarlo o hacerlo solo bajo supervisión médica o nutricional.
¿Quiénes no deberían hacer ayuno intermitente?

Algunos grupos para los que los ayunos intermitentes pueden representar un riesgo son los siguientes:
- Niños y adolescentes en crecimiento: sus cuerpos necesitan nutrientes frecuentes para desarrollo óseo, hormonal y cerebral.
- Mujeres embarazadas o en periodo de lactancia: requieren una dieta nutritiva constante para sostener la salud propia y la del feto o bebé.
- Adultos mayores: especialmente si tienen desgaste físico, enfermedades crónicas o riesgo de desnutrición.
- Personas con trastornos alimenticios actuales o antecedentes de anorexia, bulimia y/o trastorno por atracón: el ayuno puede exacerbar conductas compulsivas, obsesiones con la comida o inseguridad sobre la alimentación.
- Personas con enfermedades crónicas: como diabetes tipo 1, insuficiencia renal o hepática u otras condiciones metabólicas que requieren ingestas regulares o mantener niveles de glucosa estables.
Cómo el ayuno intermitente puede afectar la salud
Dependiendo de la persona y la forma del ayuno, pueden presentarse efectos adversos:
- Pérdida de masa muscular: si los períodos sin comida son muy largos o las ventanas de alimentación no cubren las necesidades calóricas y de proteína.
- Desequilibrios metabólicos: como hipoglucemia. El Minsa advierte que en estos casos el ayuno intermitente puede causar mareos, dolor de cabeza, cansancio, disminución de fuerza y malestar gástrico.
- Alteraciones emocionales: ansiedad, irritabilidad, cambios en el humor pueden aparecer cuando el hambre se vuelve frecuente o cuando no hay acompañamiento profesional.
- Problemas digestivos: ya sea por comer en exceso en las ventanas, cambios bruscos en hábitos alimenticios, o por privaciones prolongadas que alteran las señales de saciedad y hambre.
En casos extremos, si el ayuno no está bien planificado, puede afectar órganos, sistema nervioso, e incluso dejar secuelas si hay déficit nutricional prolongado.
Otros casos en los que no se recomienda el ayuno intermitente

Además de los grupos ya mencionados, hay situaciones o contextos que hacen que esta práctica no sea conveniente:
- Cuando la persona tiene una agenda exigente física o mental, como deportistas de alto rendimiento, trabajo físico intenso, horarios irregulares: el ayuno puede perjudicar el rendimiento, la recuperación, la concentración, y aumentar riesgo de lesiones o agotamiento.
- Si hay problemas de sueño, estrés crónico, ansiedad, depresión: el ayuno puede aumentar el malestar emocional, dificultar el descanso, o generar hipoglucemias nocturnas.
- Durante enfermedades agudas o convalecencia: cuando el cuerpo está demandando más energía para recuperarse.
- Si la dieta habitual es de baja calidad nutricional, o no se cumplen los requerimientos esenciales (proteínas, micronutrientes, hidratos adecuados) durante las ventanas de alimentación: en ese caso, el ayuno puede provocar deficiencias.
- En personas que toman ciertos medicamentos que requieren tomas regulares con alimentos: como algunos antidiabéticos, medicamentos para hipertensión, anticonvulsivantes, etc.
¿Cuáles son los ayunos más prolongados?
Los ayunos más prolongados y con mayores riesgos para la salud son aquellos que superan las 24 horas sin ingerir alimentos, especialmente si se realizan sin supervisión médica. Entre ellos están el ayuno de 48 o 72 horas y el llamado ayuno prolongado terapéutico, que puede extenderse por varios días. Estos métodos pueden provocar deshidratación, hipoglucemia, pérdida de masa muscular, desequilibrios electrolíticos y afectar órganos vitales.
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