
Durante una emisión reciente del programa chileno “Mucho Gusto”, el presentador José Antonio Neme soltó una frase que, más allá del tono desenfadado, encendió una discusión de largo aliento: “Yo creo que el picarón es chileno… ¡Y me da lo mismo!”. Bastaron esas palabras para reactivar un conflicto recurrente entre Perú y Chile, donde la disputa no gira en torno a límites ni tratados, sino a postres, tragos, canciones y danzas. En esta ocasión, el picarón —una masa frita a base de zapallo y camote, bañada en miel de chancaca— fue el detonante.
La tensión, lejos de disiparse, se alimentó de una oleada de publicaciones que buscaban explicar, con fuentes, autores y cronologías, el verdadero origen del picarón. En ese contexto, el investigador y docente Tulio Frasson Lindley compartió su testimonio en una entrevista con Infobae Perú, donde aportó no solo referencias históricas, sino también recuerdos personales y observaciones culturales que dan cuenta de una herencia culinaria limeña con siglos de antigüedad.
“Yo con este tema de los picarones tengo, cómo le puedo decir, una especial fijación si se quiere”, comentó Frasson. Lo que siguió fue una exposición detallada, con citas literarias y reflexiones sobre cómo la historia puede tergiversarse en manos de publicistas o figuras mediáticas.
Una cronología desde el Virreinato

El rastro más antiguo de los picarones aparece en los versos del poeta satírico Juan del Valle Caviedes, quien entre 1683 y 1691 mencionó en su obra "Diente del Parnaso" una metáfora sobre médicos y enfermos: “miel sobre buñuelos”. Aunque no se emplea el término “picarón”, el investigador señala que este antecedente prueba la presencia de masas dulces fritas como parte del imaginario culinario limeño desde el siglo XVII.
La palabra “picarón” aparece ya de forma explícita a fines del siglo XVIII. “Será ya en el siguiente siglo, en 1798, con el famoso Esteban de Landa”, explicó el investigador. En su obra ‘Lima por dentro y fuera’, Landa escribe: “verás muchos picarones que así llaman los buñuelos, y a muchos hombres que son más picarones que ellos”.
Según Frasson, esta cita demuestra que el término ya circulaba en Lima y era comprendido tanto en su sentido culinario como en su connotación picaresca. “Yo me inclino a pensar que el término ya existía”, afirmó.
El tránsito entre buñuelo y picarón no solo es lingüístico, sino también culinario. Ambos comparten origen hispano y técnica de fritura, pero difieren en ingredientes y presentación. “Algunos los van a mezclar”, explicó Frasson. “Federico Flores Galindo, en su Salpicón de Costumbres Nacionales de 1872, lo mezcla y dice: pasando de champús a los buñuelos, que son como los ricos picarones”.
En este cruce de nombres, el picarón se distingue por el uso de camote y zapallo, además de una miel a base de chancaca. Según el experto, su preparación ha cambiado con el tiempo: “Ya nadie utiliza chicha más fermentada para elevar la masa… ahora ya le están poniendo la levadura que en realidad le da otro sabor”.
Pero más allá de las recetas, lo que rescata es la experiencia sensorial y emocional que los picarones generan. “Desde niño, desde adolescente, cuando salíamos juntos, se puede decir que casi siempre terminábamos en una carretilla”, recordó sobre su vínculo familiar con este postre. “Nos llenábamos las manos de la melcocha… al comer los picarones que se comen directamente con las manos”.
Rosalía y la migración de los sabores

Uno de los argumentos recurrentes del sector chileno que defiende la peruanidad del picarón se vincula con una figura emblemática: Rosalía. Este personaje, mezcla de mito y crónica, aparece en relatos del siglo XIX como introductora de los picarones en Chile. Frasson cita al escritor Justo Abel Rosales, quien en 1896 publicó una obra donde se refiere a “la negra Rosalía o El club de los picarones”.
Según la narración, Rosalía habría migrado a Chile tras el ingreso de las tropas libertadoras en 1820. Algunos relatos la describen como peruana, otros como chilena de Aconcagua que vivió desde temprana edad en Lima. Lo cierto, según Frasson, es que “para 1825 ya estaban ellos en Santiago, donde ella va a poner un negocio de picarones, precisamente”.
No solo los dulces formaban parte de su oferta. “También va a ofrecer una serie de tragos, como por ejemplo ‘la señorita’, que era un pisco pero suave para las damas, no, para los caballeros”, detalló el investigador.
Este dato da pie a una conexión más profunda entre ambos productos en disputa: picarones y pisco. “Los mismos investigadores dicen: dieron a conocer los picarones y también el pisco”, señaló.
El investigador subraya que no todos en Chile desconocen estos antecedentes. Al contrario, menciona que “escritores chilenos de mucho peso han afirmado desde el siglo XIX la peruanidad de los picarones”.
Entre ellos menciona a Eugenio Pereira Salas, quien presidió la Academia Chilena de Historia hasta 1977 y reconocía que Rosalía era peruana. También al novelista Lautaro Silva, quien en Pandemonium (1957) escribió: “La buena moza chola Rosalía, introductor en Chile de los exquisitos picarones, cuando en plena calle efectuaba sus frituras”.
El experto remarca que estas posturas no son aisladas. “Podríamos estar hablando horas, quizás, de la cantidad de intelectuales chilenos que sostienen lo mismo”, aseguró. Para él, quienes impulsan controversias como la de Neme “no van a ser los académicos, los estudiosos serios… en este caso me refiero a chilenos”, sino figuras mediáticas o intereses publicitarios.
Un postre, una identidad

La discusión no es solo gastronómica. Los picarones, como tantos otros elementos culturales, cargan significados de pertenencia, identidad y memoria. En Lima, forman parte de la vida cotidiana: aparecen en las ferias del Señor de los Milagros, en las carretillas de los barrios, en el recuerdo de generaciones enteras.
Frasson lo dice con claridad: “Es una cultura limeña picarona”. Y para él, las disputas por el origen no deberían opacar lo más importante: la necesidad de preservar estas tradiciones. “Deberíamos dedicarnos más bien a rescatar muchas preparaciones que si no se perdieron, ya están a punto de perderse”.
Entre los testimonios que recopiló durante sus años como docente, encontró recetas “que solamente los han escuchado cuatro gatos”, como él mismo dice. Por eso considera que el problema no es solo la apropiación cultural, sino también el olvido interno. “No es solamente centrarnos en Lima, no solamente centrarnos en la costa… sino sencillamente ver cómo en cada región hay una riqueza culinaria por rescatar”.
Entre la ignorancia y el marketing
Frasson reconoce que las disputas culturales con Chile suelen tener motivaciones más comerciales que históricas. Recordó el caso de un influencer chileno que, en un comercial de Pepsi, declaró que los picarones eran peruanos. “Al día siguiente tuvo que hacer un mea culpa”, contó. “Dijo: ‘por favor, ya sé que los picarones son peruanos… no me sigan escribiendo’. Incluso muchos eran chilenos que aceptaban de hecho la peruanidad de los picarones”.
Para el experto, es evidente que existen masas similares en ambos países, como las sopaipillas chilenas. Pero la equivalencia, insiste, no se sostiene. “Los chilenos tienen masas parecidas, como las sopaipillas, que son planas y que curiosamente ellos utilizan para sus sándwiches”.
Frente a este panorama, propone una mirada más amplia. “Estamos hablando de una sola zona andina… antes de la llegada de los españoles, la zona andina paralela a la amazónica… comprendía no solo lo que conocemos políticamente como el Tahuantinsuyo, sino zonas de influencias”.
Por eso, concluye, las discusiones sobre si un plato es chileno, peruano, ecuatoriano o boliviano carecen de contexto. “Eso de que este plato es chileno, es ecuatoriano, es boliviano, en realidad, es una visión bien pobre, bien miope”.
Más Noticias
Dayanita responde a carta notarial de Jorge Benavides por incumplir contrato: “Veré qué medidas tomar”
La actriz cómica no se quedó de brazos cruzados con la medida que tomó su exjefe del programa cómico ‘JB en ATV’

Censura a Gustavo Adrianzén se verá el miércoles 14 de mayo, día del paro nacional
El Parlamento confirmó que las cuatro mociones de censura serán revisadas en el Pleno a partir de las 10:00 a.m. por un plazo de tres horas

Gustavo Adrianzén y la vez que renunció a un ministerio luego de ser “acorralado” por el Congreso
Hace 10 años, en medio de una polémica por una presunta “mordaza” a la procuradora Julia Príncipe, quien participaba de la investigación en el caso de las agendas de Nadine Heredia; el entonces ministro de Justicia renunció a su cargo

UNMSM: así fue cómo nació la universidad más antigua de América y que todavía sigue vigente
Desde su fundación por orden de Carlos V en 1551, San Marcos forjó generaciones de líderes, manteniendo su vigencia como epicentro de ideas, investigación y debate en el Perú

Misa multitudinaria en Chiclayo en honor al papa León XIV: “Es un pontífice con un corazón grande, abierto para acoger a todos”
La ciudad peruana se convirtió en el epicentro de la oración, amistad y esperanza que le deseó lo mejor al sumo pontífice al frente de la iglesia católica
