
Perú arrastra un triple problema de malnutrición: al 2024, según cifras del INEI y el la ENDES, se registró un 43,6% de anemia en niños menores de tres años, un 11,1% de desnutrición crónica infantil y un 70% de la población adulta con sobrepeso u obesidad. Es cierto que la desigualdad socioeconómica juega un papel importante en esta problemática, pero, ¿será también que los peruanos no sabemos alimentarnos bien?
Respecto a este tema, Infobae Perú conversó con Marilyn Montejo, especialista en nutrición clínica y decana de la Carrera de Nutrición y Dietética en la Universidad Científica del Sur.
Una culinaria famosa y un país malnutrido
—¿Qué debe llevar un plato de comida balanceado?
—De acuerdo con las guías alimentarias para la población peruana, lo recomendable es que la mitad del plato esté compuesto entre hortalizas, verduras y frutas, y la otra mitad del plato se divida en dos, la mitad con proteínas y la otra mitad con carbohidratos u otros alimentos energéticos, lo que también puede incluir un poco de aceites y grasas.
—Nuestra gastronomía ofrece platos con este tipo de composición?
La culinaria peruana es precisamente famosa por tener tanta variedad de alimentos y preparaciones. Sin embargo, según la información de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2024, el 51,7% de la población peruana se encuentra en situación de inseguridad alimentaria. Entonces, tenemos productos, pero no llegan a toda la población. Si bien podríamos encontrar estas preparaciones en zonas rurales, la composición no es la misma: vemos menos carne, la cual es reemplazada por grasa o hueso.
—Y en medio de esta situación de inseguridad alimentaria, encontramos altos índices de desnutrición y obesidad, aunque parezcan males contradictorios.
En Perú, desde hace muchos años, se observa esta doble carga (desnutrición y obesidad) en las mismas comunidades, ya sean rurales o urbanas. Esto puede deberse a diversos factores, entre ellos, la poca información nutricional. Qué importante sería que hayan nutricionistas en los colegios para que, desde niños, ya sepamos reconocer cuáles son proteínas, cuáles son carbohidratos, cuáles son grasas, etc. Así, sería mucho más fácil comprender cómo debe ser la composición de nuestro plato. También juegan un papel importante la mala distribución de la riqueza y la falta de políticas públicas.
—Esa falta de información nutricional básica y la escasez de recursos, ¿las vemos reflejadas en cómo se sirven los platos en muchos restaurantes y hogares?
Al menos en los platos que consumen gran parte de la población, se observa una predominancia de carbohidratos, dado que son los más económicos.
Ignoramos alimentos autóctonos

—Entre esos carbohidratos, hay una gran predilección por el arroz
Eso es sorprendente, porque el arroz es un alimento que no podemos producir lo suficiente para satisfacer la demanda nacional, por lo que se importan miles de toneladas cada año. En cambio, nosotros tenemos una inmensa variedad de tubérculos y los mejores pseudocereales, incluso mejores que los cereales, porque no contienen gluten y son de buena asimilación y tienen mejor perfil aminoacídico, es decir, tienen más proteínas. Sin embargo, no estamos acostumbrados culturalmente a consumirlos, por lo que se suele preferir el arroz.
Algo similar sucede con el pan. Es probable que mayoría de peruanos se niegue a desayunar sin este producto en su mesa.
—¿Consideras que es alcanzable una alimentación balanceada incluso para las familias de escasos recursos?
Sí. Y también estoy segura de que no solamente es porque no tengan acceso a consumir ciertos alimentos. Hay casos en los que se opta por comprar gaseosas en vez de preparar, por ejemplo, una limonada, lo que les podría salir más económico. O prefieren comer fideos en vez de comprar quinua u otro alimento más barato. Entonces, vemos que no es solamente el factor económico, sino que también influyen los aspectos educativo, social y cultural. En adición a ello, se ve mucho consumo de alimentos ultraprocesados en vez de darle preferencia a alimentos más naturales y más sanos. El marketing de esos productos (los ultraprocesados) también influye.
—¿Es realista pensar una política pública que logre que la población en general se alimente mejor?
El Ministerio de Salud, en colaboración con la FAO, ha elaborado las guías alimentarias para la población peruana, pero el reto es hacerlas llegar a la población. Debe haber mayor difusión, comenzando en colegios, universidades y centros de trabajo, porque dentro de estos lugares se consumen alimentos. Las cafeterías y los comedores deben ofrecer opciones más balanceadas y sostenibles.
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