Hígado graso en menores de 40: qué hábitos cotidianos elevan el riesgo sin notar señales de inflación o cirrosis

Esta enfermedad ya afecta a adultos jóvenes, impulsado por costumbres alimentarias, el sedentarismo y factores genéticos

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Hígado graso en menores de
Hígado graso en menores de 40: hábitos cotidianos que elevan el riesgo sin notar señales de inflación o cirrosis (Imagen Ilustrativa Infobae)

El hígado graso ya afecta a adultos jóvenes, impulsado por costumbres alimentarias, el sedentarismo y factores genéticos, mientras sus síntomas suelen pasar inadvertidos. 

Este trastorno metabólico asociado a estilos de vida modernos adquiere relevancia entre poblaciones que antes se consideraban fuera de riesgo.

Hígado graso: una condición emergente en la juventud

Antes, la enfermedad hepática por acumulación de grasa se asociaba principalmente a personas mayores o con antecedentes de obesidad crónica. Ahora, estudios recientes publicados por el Houston Methodist Hospital, señalan que la prevalencia aumenta entre jóvenes menores de 40 años, en gran parte debido al consumo regular de comidas ultraprocesadas y bebidas azucaradas.

El diagnóstico en adolescentes y adultos jóvenes presenta complejidades, pues en la mayoría de los casos no existen manifestaciones clínicas evidentes en etapas iniciales. La única forma de confirmación temprana suele ser mediante análisis bioquímicos especializados o estudios de imagen.

Hígado graso: una condición emergente
Hígado graso: una condición emergente en la juventud

Alimentación, falta de ejercicio y predisposición genética: por qué se desarrolla el hígado graso en jóvenes

El patrón dietético influye decisivamente en el desarrollo del hígado graso, particularmente en poblaciones jóvenes urbanas. La presencia regular de calorías vacías provenientes de refrescos, comida rápida y snacks con alto nivel de grasas y azúcares facilita la acumulación de lípidos en las células hepáticas.

A la alimentación inadecuada se suma la inactividad física. El sedentarismo, acentuado por hábitos digitales y jornadas laborales extensas frente a pantallas, genera alteraciones en el metabolismo lipídico del hígado. La combinación de dieta deficiente y vida sedentaria crea un entorno ideal para el desarrollo silencioso de hígado graso.

En algunos casos, factores hereditarios pueden incrementar la vulnerabilidad. La presencia de antecedentes familiares de enfermedad hepática o desórdenes metabólicos suele reportarse con mayor frecuencia en pacientes jóvenes diagnosticados.

Alimentación, falta de ejercicio y
Alimentación, falta de ejercicio y predisposición genética: por qué se desarrolla el hígado graso en jóvenes (Imagen Ilustrativa Infobae)

Síntomas ausentes y las implicancias del diagnóstico tardío: cómo saber que padezco hígado graso

El hígado graso se caracteriza por una progresión sin avisos inmediatos. “En la mayoría de los jóvenes, la afección se detecta de forma incidental durante exámenes rutinarios o por alteraciones leves en pruebas de laboratorio”, explica la Sociedad Mexicana de Gastroenterología (SMG).

El riesgo central radica en que el daño hepático incipiente permanece oculto hasta que genera complicaciones mayores, como inflamación persistente, fibrosis o incluso evolución a cirrosis hepática. La SMG remarcó que “al menos un 25% de los adultos jóvenes con factores de riesgo puede desarrollar algún grado de hígado graso”.

Prevención y recomendaciones para adultos jóvenes sobre cirrosis e hígado graso

El seguimiento médico periódico ofrece la mejor oportunidad para la detección anticipada entre adolescentes y adultos jóvenes. La realización de análisis de sangre al menos una vez al año en personas con antecedentes familiares o sobrepeso, así como la adopción de estilos de vida más activos y equilibrados en la alimentación.

La educación sobre el impacto del consumo excesivo de azúcares y grasas saturadas constituye una herramienta fundamental para revertir la tendencia en este grupo etario. La SMG destacó que simplemente incorporando rutinas sencillas de actividad física y reduciendo bebidas azucaradas es posible mitigar los riesgos.

Numerosos programas de salud pública ponen énfasis en la vigilancia metabólica desde edades tempranas para evitar que la enfermedad evolucione sin control.