Qué tan saludable es comer enchiladas y cuál es la cantidad recomendable para no subir de peso

Las enchiladas son uno de los platillos más representativos de la gastronomía mexicana. Su preparación varía según la región, pero generalmente consisten en tortillas de maíz rellenas, bañadas con una salsa, y acompañadas de ingredientes como pollo, queso, crema y lechuga.

Aunque su sabor y tradición las hacen irresistibles, es importante analizar qué tan saludables son y en qué cantidad pueden consumirse sin afectar la salud o propiciar aumento de peso.

Una enchilada tradicional consiste en una tortilla de maíz, rellena de pollo, carne, queso o frijoles, bañada en salsa (verde, roja o mole), con guarniciones como queso fresco, cebolla, crema y lechuga. Cada componente influye en el contenido energético y nutricional del platillo.

Una enchilada básica, horneada, rellena de pollo y bañada en salsa verde contiene entre 120 y 180 calorías. El número puede aumentar considerablemente cuando se agregan crema, quesos grasos y si las tortillas se fríen antes de agregar la salsa, ya que el aceite incrementa la cantidad de grasas saturadas y calorías. Versiones con mole suelen ser más calóricas por la presencia de cacahuate, chocolate y aceite en la salsa.

En el aspecto nutricional, las enchiladas aportan carbohidratos complejos provenientes de la tortilla de maíz, proteínas de calidad cuando el relleno es de carne magra o pollo, vitaminas A, B y C de las salsas y vegetales, así como minerales como calcio y hierro. La adición de crema, queso y fritura aumenta el contenido de grasas y sodio.

A nivel individual, una porción moderada de enchiladas, preparada con ingredientes frescos y bajo en grasas, puede formar parte de una dieta balanceada. El tipo de tortilla también influye: las de maíz suelen ser más saludables que las de harina ya que tienen menos grasa y más fibra.

El proceso de preparación es determinante. Cocinar las tortillas al horno o pasarlas ligeramente por una plancha sin aceite reduce las calorías totales. Sustituir el relleno de carnes rojas por pollo, pavo o frijoles, agregar vegetales y limitar la crema y el queso fresco ayuda a mejorar el perfil nutricional. Las guarniciones frescas, como lechuga o pico de gallo, aportan fibra y complementan el plato.

En cambio, las enchiladas fritas, con excesos de queso y crema, pueden favorecer el aumento de peso y el consumo excesivo de grasas saturadas, que se asocia a problemas cardiovasculares, obesidad y otros trastornos metabólicos. Según especialistas, el problema principal suele ser el tamaño de la porción y la frecuencia de consumo.

El control de la porción es clave. Para adultos con actividad física moderada, una porción sugerida sería de dos a tres enchiladas medianas acompañadas de abundantes vegetales y una mínima cantidad de arroz o frijoles. Este plato puede alcanzar unas 350 a 500 calorías, siempre que se limite la cantidad de crema y queso.

Comer enchiladas de forma esporádica, dentro de un patrón alimenticio variado y acompañado de ejercicio regular, no representa un riesgo considerable de aumento de peso. Lo recomendable es evitar el consumo frecuente de versiones fritas o con ingredientes intensos en grasa, como el chorizo o quesos grasos.

Consultar a un nutriólogo permite ajustar el consumo según las necesidades calóricas personales. Para la mayoría de adultos sanos, limitar las enchiladas a una o dos veces por semana y elegir versiones al horno con rellenos magros logra un equilibrio entre el disfrute del platillo y el control del peso.

• Aprovechar las tortillas de maíz sin freír.
• Rellenar con proteínas magras y vegetales.
• Reducir la crema y el queso.
• Preparar salsas caseras naturales, sin exceso de aceite.
• Acompañar con ensaladas frescas y evitar las bebidas azucaradas.

Las enchiladas pueden formar parte de una dieta saludable si se cuida la preparación y la cantidad servida, manteniendo el equilibrio y la variedad en la alimentación diaria.