
Originaria de Sudáfrica, la Polygala myrtifolia, también conocida simplemente como polígala, es una especie que pertenece a la familia Polygalaceae, una agrupación botánica que incluye alrededor de 950 especies repartidas en 17 géneros. Su nombre proviene del griego poly (mucho) y gala (leche), haciendo alusión a la producción de savia lechosa que según el portal Verde es vida, web de la asociación española de centros de jardinería, secretan varias de sus especies.
En su entorno natural, la polígala destaca por su capacidad de resistir condiciones climáticas adversas, ya que su floración generosa y constante prospera tanto en el duro clima costero como en la sequedad del interior de la región del Cabo, en su país natal. Desde las montañas Bokkenveld, en el oeste, hasta la provincia de Kwazulu-Natal, bañada por el océano Índico, la polígala demuestra una notable adaptabilidad, por lo que es una planta muy apreciada en jardinería.
Según el Catálogo Virtual de Especies Vegetales de la Universidad de Valencia, se trata de un arbusto perenne cuyas ramas están cubiertas por un denso follaje con hojas ovaladas, generalmente de un verde claro, aunque en algunas variedades pueden presentar tonalidades más oscuras o grisáceas. Las flores, muy llamativas, aparecen en grupos y suelen tener tonalidades malva o moradas, caracterizadas por un pétalo inferior plegado, con una cresta fimbriada, y sépalos posteriores del mismo color, sin embargo, independientemente de su valor ornamental, posee algunas propiedades medicinales respaldadas científicamente.
Propiedades medicinales de la polígala

Estudios realizados en la Universidad de Natal en Pietermaritzburg demostraron que los extractos acuosos de esta planta presentan actividad significativa contra Candida albicans, el hongo responsable de la candidiasis oral, una infección que causa lesiones blanquecinas en la lengua, las mejillas y el paladar, además de provocar dolor, dificultad para tragar y alteraciones en el gusto.
Sumado a ello, según un artículo publicado en la Revista de Etnofarmacología, de la Sociedad Internacional de le misma disciplina, se han registrado usos tradicionales de la polígala para el tratamiento de la tuberculosis, lo cual amplía su potencial terapéutico más allá de las infecciones comunes.
De acuerdo con la Revista Internacional de Fitoterapia y Fitofarmacología, en colaboración con la Cooperativa Científica Europea de Fitoterapia (ESCOP), el género Polygala incluye especies ampliamente distribuidas por el mundo y utilizadas como hierbas medicinales, especialmente en países como China, Corea y Japón; aunque cada una tiene aplicaciones distintas, también comparten sustancias fitoquímicas generales.
Las investigaciones farmacológicas han identificado una gran diversidad de compuestos bioactivos en estas especies, entre los que destacan saponinas, xantonas, ésteres de oligosacáridos, alcaloides, cumarinas, lignanos y flavonoides. Las saponinas, particularmente las triterpenoides pentacíclicas con núcleo de ácido oleanólico, son las más abundantes y se han reportado más de 180 tipos en las diferentes especies del género Polygala.
Estos elementos tienen propiedades neuroprotectoras, y sus mecanismos de acción se relacionan con la actividad antiinflamatoria, antiapoptótica y antioxidante, por lo que se les considera prometedoras para el tratamiento de diversas enfermedades neurológicas.
Aún así, es importante considerar que, a pesar de sus beneficios, la raíz de Polygalae puede presentar efectos secundarios tóxicos, especialmente gastrointestinales, como distensión abdominal, náuseas y vómitos, por lo tanto, su uso prolongado o en dosis elevadas no se recomienda sin supervisión médica.
Cuáles son los cuidados de la polígala en jardinería

En el ámbito ornamental, la Polygala myrtifolia es una planta de mantenimiento sencillo, ya que, en primer lugar, requiere riego regular únicamente durante el verano o si se cultiva en maceta, siendo esencial evitar el encharcamiento. Durante las temporadas de floración, se recomienda un sustrato bien nutrido para favorecer su desarrollo.
La poda puede realizarse al final del invierno, incluso si aún presenta flores, pero debe hacerse de forma ligera para conservar su forma sin interferir en su crecimiento. Al respecto, Verde es Vida, explica que la polígala es muy versátil en jardinería, ya que puede cultivarse de manera individual, en macizos florales, como seto o en macetas decorativas para terrazas y patios.
Gracias a su resistencia a la sequía y su excelente respuesta al sol, la polígala se adapta bien a climas cálidos y secos, por lo que se le considera una excelente opción para jardines mediterráneos o zonas con escasez de agua. Además, su estética elegante permite combinarla con otras especies ornamentales para lograr composiciones visualmente armoniosas y vibrantes.
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