Qué dice la Psicología de los sicarios del narco que trabajan para los cárteles

Analistas identifican cuatro tipos de asesinos dentro del crimen organizado, revelando las motivaciones, personalidades y habilidades que los convierten en piezas clave del narcotráfico

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Radiografía del sicario: quiénes son, cuántos tipos hay, cuáles son los más peligrosos

En un estudio realizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, la figura del sicario es clave para entender la estructura operativa de los cárteles y la escalada de violencia en el país.

De acuerdo con el análisis titulado “Perfil del sicario en México”, se explica desde la Psicología que el papel del asesino a sueldo no solo obedece a necesidades económicas, sino también a factores psicosociales complejos como la ausencia de referentes éticos, una motivación centrada en la supervivencia o el estatus, y una personalidad moldeada por entornos marcados por la exclusión.

“El fenómeno del sicariato es una forma delincuencial cada vez más preocupante en México, no solo por el posicionamiento de esta fuerza armada en los grupos criminales y las muertes relacionadas con dicho fenómeno, sino también por su instauración en una realidad socio cultural que ha mercantilizado el asesinato por encargo como una forma de vida que ofrece el dinero, el reconocimiento y la visibilidad social”, menciona el estudio liderado por la académica Arcelia Ruiz Vázquez.

De acuerdo con estudios, la
De acuerdo con estudios, la exclusión social y la falta de referentes éticos moldean a los sicarios en México.

Los cuatro rostros del sicariato

La investigación publicada en 2017 abordó esta problemática desde una perspectiva psicológica y criminal. Se aplicó una muestra intencionada compuesta por 21 especialistas, 13 psicólogos y 8 criminólogos, provenientes de seis entidades ubicadas en el norte, centro y sur de México.

Los expertos en Psicología identificaron cuatro perfiles distintos de sicarios, clasificados según características individuales como estructura de valores, tipo de socialización y nivel de empatía. Este enfoque permitió visibilizar la diversidad de trayectorias personales que llevan a un individuo a convertirse en ejecutor del crimen. En muchos casos, la paga por quitar una vida resulta insignificante en comparación con las consecuencias.

Uno de ellos es el sicario marginal, quien ve en el asesinato una vía para obtener beneficios tangibles, principalmente dinero. Su accionar es planificado, sin implicación emocional ni ideológica, mata por encargo como quien desempeña un oficio. A este se contrapone el sicario antisocial, que se mueve por ideales o lealtades, ya sean políticas, religiosas o de pertenencia a una causa.

“Este perfil se distingue por tener una familia disfuncional donde hay comisión de delitos, violencia, consumo de drogas o abusos en la niñez. Este tipo de sicario incursiona en la vida criminal a muy temprana edad, uniéndose a pandillas y cometiendo delitos de bajo rango, como robos o menudeo de drogas”, señaló Ruiz Vázquez.

Más allá de la motivación, existen perfiles con mayor profundidad psicopatológica. El sicario psicopático, por ejemplo, suele mostrar desde la infancia rasgos como impulsividad, manipulación, frialdad emocional y ausencia total de remordimiento. Aunque provenga de entornos familiares aparentemente normales, su desarrollo afectivo ha sido disfuncional, marcado por negligencia, abusos o vínculos rotos.

“Poseen habilidades cognoscitivas que le favorecen la planeación estratégica de sus crímenes: pensamiento lógico-racional, capacidad de análisis y síntesis, resolución de problemas, entre otros”, revela el texto. Este tipo de sicario puede destacar por su inteligencia estratégica y habilidades de liderazgo, ascendiendo rápidamente en las jerarquías criminales.

Más extremo aún es el sicario sádico, cuya motivación principal no es el dinero ni una ideología, sino el goce psicológico derivado del sufrimiento ajeno. Disfruta diseñar métodos de tortura cada vez más crueles, graba sus actos y puede prolongar la agonía de sus víctimas como parte de un ritual personal.

Aunque también recibe ganancias materiales, estas solo refuerzan una pulsión primaria de infligir dolor. Cabe destacar que no todos los sicarios eligen este camino; algunos son reclutados de manera forzada por los cárteles, obligados a matar bajo amenazas a su vida o la de sus seres queridos.

Los sicarios del narco presentan
Los sicarios del narco presentan perfiles heterogéneos según sus motivaciones y estructuras familiares.

El quinto empleador más grande de México

En un estudio publicado en 2023 por la revista Science, investigadores estimaron que el narcotráfico se ha convertido en el quinto mayor empleador de México, con entre 160 mil y 185 mil personas trabajando directamente para organizaciones criminales.

Esta cifra, que supera a muchas industrias legales, revela un fenómeno de reclutamiento masivo que se nutre, principalmente, de la marginación y la falta de oportunidades económicas. “Basándonos en el tamaño de los carteles en 2022 y las tendencias observadas en la última década, predecimos que el número semanal de víctimas relacionadas con el crimen organizado seguirá aumentando en los próximos años”, advierte el estudio liderado por Rafael Prieto Curiel y Gian Maria Campedelli.

Los autores utilizaron modelos matemáticos y estadísticos para simular diversos escenarios de política pública frente al crecimiento de estas estructuras delictivas. Su hallazgo más relevante fue que reducir el reclutamiento es mucho más eficaz que incrementar las detenciones.

“Incluso en el escenario hipotético en el que el reclutamiento se reduzca a cero, tomaría tres años regresar a los niveles, ya de por sí altos, de violencia observados en 2012″, advierte el análisis, lo cual implica que detener la sangría de nuevos miembros en las filas criminales debe ser una prioridad.

El estudio calculó que, solo en 2022, los cárteles necesitaron reclutar al menos 370 personas por semana para mantener su operación, debido al desgaste por detenciones, conflictos internos y muertes.

En sus conclusiones, los investigadores resaltan la urgencia de aplicar políticas proactivas, dirigidas a prevenir el ingreso de nuevos miembros, en lugar de enfocarse únicamente en el encarcelamiento masivo.

“Reducir el reclutamiento a la mitad conduce a una disminución de 25% en los homicidios”, sostienen. Aunque el trabajo no formula recomendaciones directas, sí invita a repensar el enfoque punitivo del Estado, “Aumentar sustancialmente la tasa de arrestos puede no reducir la violencia”.

Ante un sistema penitenciario saturado y una violencia endémica, el estudio sugiere que frenar el reclutamiento criminal no solo reduce el número de sicarios y víctimas potenciales, sino también debilita estructuralmente al crimen organizado a largo plazo.