¿Qué es el síndrome de la niña buena?, la conducta que TikTok hizo viral y que hace a las mujeres olvidarse de sí mismas

Decir siempre que sí, evitar el conflicto y priorizar a los demás puede parecer virtud, pero esconde una herida más común de lo que parece

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Frases como “sé obediente” perpetúan
Frases como “sé obediente” perpetúan la autoanulación a cambio de aceptación social. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Desde 2024, en TikTok circula un término que hizo eco entre miles de mujeres alrededor del mundo, el “síndrome de la niña buena”. En videos breves pero contundentes, creadoras de contenido relatan cómo crecieron diciendo “sí” a todo, pidiendo permiso para incomodarse y cargando con la idea de que su valor estaba en agradar.

“Toda mi vida creí que complacer a los demás, decir que “sí” a todo y hacer lo que se esperaba de mí no sólo haría que me quisieran sino que me convencí de que eso era lo que yo quería”, confiesa el perfil de @siempremanola.

Aunque el concepto no proviene del ámbito clínico, cobró fuerza en el discurso contemporáneo. Según Cleveland Clinic, el llamado síndrome de la niña buena es una expresión surgida desde la cultura popular, muy presente en redes sociales. Sin embargo, la doctora Susan Albers, especialista en psicología clínica, considera que el término puede ser útil para comprender ciertos patrones de conducta.

“Tiene sus raíces en las expectativas estereotipadas de la sociedad sobre cómo deben ser las mujeres y el rol que deben desempeñar”, explica la Dra. Albers.

Frases como “sé obediente” perpetúan
Frases como “sé obediente” perpetúan la autoanulación a cambio de aceptación social.

¿Cómo son las “niñas buenas”?

El sitio especializado en psicología y psicoanálisis PsicoAbreu describe el síndrome de la niña buena como un conjunto de comportamientos arraigados, principalmente en mujeres, que buscan constantemente la aprobación externa. Este perfil se caracteriza por una fuerte tendencia a satisfacer a los demás y una exigencia interna desmedida, lo cual puede derivar en distintas dificultades emocionales y sociales.

Uno de los principales indicios es la incapacidad para negarse, incluso cuando esto implique ignorar las propias emociones y prioridades. Estas mujeres han sido condicionadas para creer que las necesidades ajenas tienen más peso que las suyas, por lo que les cuesta establecer límites saludables. La supuesta bondad se convierte en una regla interna que rige sus relaciones.

Otro síntoma habitual es la represión del enojo y la evasión del conflicto. El temor a desagradar o parecer egoístas les lleva a evitar cualquier situación que implique confrontación, incluso si eso significa renunciar a defenderse. A esto se suma la indecisión constante, ya que priorizar opiniones externas sobre sus propios criterios impide desarrollar una identidad sólida, lo que genera inseguridad y duda ante cualquier elección.

Además, quienes presentan este patrón viven bajo la presión de no cometer errores. Existe un miedo profundo al fracaso, por lo que se autoimponen un nivel de perfección inalcanzable que termina por afectar su bienestar mental. También sienten la necesidad de ajustarse estrictamente a lo que se espera de ellas en distintos ámbitos: académico, profesional, afectivo. Cumplir con esos estándares se vuelve un objetivo ineludible, aún si eso implica negarse a sí mismas.

El síndrome de la niña
El síndrome de la niña buena puede dejar secuelas profundas en la adultez de las mujeres.

¿Cuál es el origen del síndrome de la niña buena?

Este síndrome no es solo una actitud individual, sino un reflejo profundo de aprendizajes tempranos y mandatos sociales que muchas mujeres han interiorizado desde la infancia. Se trata de un patrón de conducta que surge en entornos donde el cariño y la aprobación están condicionados al buen comportamiento: ser obediente, no generar conflictos, evitar el desacuerdo y anteponer siempre las necesidades ajenas.

Diversas voces expertas y testimonios personales coinciden en que este patrón se forma en contextos familiares donde se premia la complacencia y se sanciona cualquier signo de autonomía o disenso. De acuerdo con el psicólogo especialista en ansiedad y depresión, Francisco José González Galán, frases como “no hagas enojar a los demás”, “sé buena niña”, o “no hables mucho” van dejando huella. Así, muchas niñas aprenden que ser queridas depende de su capacidad para agradar, callar y cuidar, incluso a costa de sí mismas.

Además del entorno cercano, la sociedad en su conjunto refuerza este esquema. El síndrome está ligado a expectativas estereotipadas sobre el rol de la mujer. Cuando quienes lo padecen intentan romper con estas normas, es común que sientan culpa o miedo al rechazo. En consecuencia, se perpetúa un ciclo en el que el bienestar propio queda en segundo plano, y la identidad se construye sobre la base del sacrificio y la autoanulación.

Visualizar escenarios de autocuidado y
Visualizar escenarios de autocuidado y expresar necesidades son herramientas para cambiar el esquema.

¿Cómo romper con el síndrome de la niña buena?

El comportamiento de “niña buena” puede dejar secuelas profundas en la vida emocional y psicológica de quienes lo padecen. Como explica el psicólogo González Galán en su artículo El síndrome de ‘La Niña Buena’ (Psicología y Mente, 2024), este patrón lleva a muchas mujeres a desconectarse de sus propios deseos, dificultándoles tomar decisiones y establecer límites.

Este tipo de comportamiento, basado en la necesidad de agradar, no solo genera un agotamiento constante, sino que suele ir acompañado de sentimientos de culpa, vacío e insuficiencia. Según González Galán, muchas mujeres que viven con este síndrome sienten que fallar no es una opción, lo que las empuja a adoptar actitudes de complacencia extrema.

A largo plazo, esta dinámica puede derivar en trastornos como la ansiedad, depresión o síntomas psicosomáticos. La persona termina asumiendo una carga emocional que no le corresponde, responsabilizándose del bienestar ajeno mientras descuida el propio.

En el plano relacional, este patrón también genera consecuencias desfavorables. Quienes adoptan el rol de “niña buena” pueden verse atrapadas en vínculos desequilibrados, en los que sus necesidades no son reconocidas. Relaciones de pareja, laborales o incluso familiares se ven afectadas por esta dinámica, ya que el miedo a molestar o a decepcionar impide que se establezcan límites sanos. Así, se perpetúa un ciclo de dependencia emocional y falta de reconocimiento personal.

Romper con este esquema requiere un trabajo consciente y sostenido. La educación emocional y el desarrollo de habilidades como la asertividad y la autocompasión son fundamentales.

A nivel individual, se recomienda llevar un diario emocional que ayude a identificar los momentos en que se prioriza a los demás por encima de uno mismo. “Preguntas como: “¿Qué deseaba yo en este momento?”, “¿Por qué elegí satisfacer las expectativas de los demás?”, “¿Cómo me sentí después?”, permiten tomar conciencia de los automatismos.

Además, ejercicios de visualización, imaginando escenarios donde se expresan las propias necesidades con firmeza y sin culpa, pueden ser herramientas útiles para reprogramar la respuesta emocional y comenzar a construir una identidad basada en el autocuidado y la autenticidad.

Según José González Galán, “al repetir estas visualizaciones, se empieza a reducir el miedo al conflicto y a reforzar la idea de que es posible defender los propios deseos sin perder el respeto de los demás”, concluye.