
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición a niveles elevados de contaminantes atmosféricos durante una contingencia ambiental puede incrementar significativamente el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, especialmente en grupos vulnerables como niños, adultos mayores y personas con condiciones preexistentes.
Estas medidas de emergencia, que se activan cuando los niveles de contaminación del aire superan límites peligrosos, están diseñadas para proteger a la población de los efectos adversos de sustancias como el ozono troposférico, las partículas finas y el monóxido de carbono.
Las contingencias ambientales se implementan cuando la calidad del aire alcanza niveles críticos debido a la acumulación de contaminantes como ozono (O₃), partículas finas (PM₂.₅ y PM₁₀), dióxido de nitrógeno (NO₂), monóxido de carbono (CO) y dióxido de azufre (SO₂).
Según la OMS, estos contaminantes no solo afectan la salud respiratoria, sino que también pueden tener consecuencias graves para el sistema cardiovascular y otros órganos.

Partículas finas: un enemigo invisible con efectos profundos
Las partículas finas, conocidas como PM₂.₅ y PM₁₀, son uno de los contaminantes más peligrosos debido a su capacidad para penetrar profundamente en los pulmones y, en algunos casos, ingresar al torrente sanguíneo.
Según las directrices de calidad del aire de la OMS publicadas en 2021, la exposición a estas partículas está asociada con un aumento en la incidencia de enfermedades respiratorias como el asma y la bronquitis crónica. Además, incrementa el riesgo de eventos cardiovasculares graves, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Los efectos de estas partículas no se limitan a los sistemas respiratorio y cardiovascular. También pueden causar irritación en los ojos, la nariz y la garganta, afectando incluso a personas sanas.
Sin embargo, los grupos más vulnerables, como los niños, los ancianos y quienes padecen enfermedades crónicas, enfrentan un riesgo significativamente mayor de hospitalización e incluso muerte prematura cuando están expuestos a altos niveles de PM₂.₅ y PM₁₀.
Ozono troposférico: un contaminante que afecta la función pulmonar
El ozono troposférico (O₃), que se forma a partir de reacciones químicas entre óxidos de nitrógeno (NOx) y compuestos orgánicos volátiles (COVs) bajo la luz solar, es otro contaminante clave durante las contingencias ambientales. Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), este gas puede reducir la función pulmonar y agravar condiciones como el asma.

Incluso en personas sin problemas respiratorios previos, la exposición al ozono puede provocar inflamación en las vías respiratorias, dificultad para respirar y molestias en el pecho.
Estos efectos son particularmente preocupantes en días soleados, cuando las concentraciones de ozono tienden a ser más altas debido a la mayor actividad fotoquímica.
Monóxido de carbono: un peligro silencioso para el transporte de oxígeno
El monóxido de carbono (CO), un gas incoloro e inodoro, representa un riesgo significativo para la salud al interferir con la capacidad de la sangre para transportar oxígeno.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la exposición a este contaminante puede causar síntomas como mareo, dolor de cabeza y fatiga. En niveles elevados, el monóxido de carbono puede llevar a la pérdida de conciencia e incluso a la muerte.
Las personas con enfermedades cardíacas son especialmente vulnerables a los efectos del CO, ya que su capacidad reducida para transportar oxígeno puede agravar las condiciones preexistentes y aumentar el riesgo de complicaciones graves.

Dióxido de nitrógeno: un irritante para las vías respiratorias
El dióxido de nitrógeno (NO₂), otro contaminante común durante las contingencias ambientales, tiene un impacto directo en las vías respiratorias. Según las pautas de calidad del aire de la OMS, este gas puede irritar las vías respiratorias, reducir la función pulmonar y aumentar la susceptibilidad a infecciones respiratorias.
La exposición prolongada o repetida a niveles elevados de NO₂ puede agravar enfermedades respiratorias crónicas y contribuir al desarrollo de nuevas afecciones, especialmente en personas con sistemas inmunológicos debilitados o en niños, cuyo sistema respiratorio aún está en desarrollo.
Las contingencias ambientales no solo son una respuesta a niveles críticos de contaminación, sino también una herramienta clave para proteger la salud pública. Según la OMS, incluso niveles moderadamente elevados de contaminantes pueden tener efectos agudos y crónicos en la salud, lo que subraya la importancia de estas medidas de emergencia.
En escenarios donde los límites recomendados por la OMS son superados, los riesgos para la población aumentan de manera significativa. Por ello, las autoridades deben garantizar que las contingencias ambientales se activen de manera oportuna y que la población esté informada sobre las medidas necesarias para minimizar la exposición a los contaminantes.
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