
En la isla de Kauaʻi, un antiguo juego hawaiano desafía el olvido tras la colonización de Estados Unidos. Durante décadas, la prohibición de prácticas culturales nativas amenazó con borrar este símbolo de identidad local. Hoy, Kōnane experimenta un resurgimiento impulsado por la labor de guardianes culturales como John Kaʻohelauliʻi, principal promotor de su preservación, según Rolling Stone.
Kōnane, cuyas huellas aún permanecen talladas en piedras a lo largo de las islas, fue un pasatiempo fundamental entre los antiguos hawaianos. Reyes y generales lo utilizaban tanto para el entretenimiento como para perfeccionar estrategias de batalla y la gestión de recursos.
Tras el golpe de Estado de 1893 que derrocó a la reina Liliʻuokalani, los nuevos gobernantes estadounidenses prohibieron Kōnane junto con la danza, la música y el idioma hawaiano. Rolling Stone relata que esta represión buscó despojar a la población de sus costumbres profundas, relegando el juego casi a la extinción.

Resurgimiento y preservación de Kōnane
En las dos últimas décadas, el renacimiento de Kōnane progresó junto a un amplio movimiento de recuperación cultural originado en los años 70. John Kaʻohelauliʻi, de sesenta y cinco años, desempeñó un rol clave en este proceso. Dos veces al mes, instala un taller itinerante en eventos culturales de Kauaʻi, donde enseña sin costo a niños y adultos las reglas y la historia del juego.
Su versión portátil del tablero, el papamū, confeccionada en fieltro y acompañada de canicas, se covirtió en punto de encuentro para quienes buscan reconectar con sus raíces. Además, vende tableros y su propio libro sobre Kōnane, aprovechando cada partida para transmitir relatos vinculados a la sabiduría ancestral contenida en el juego —por ejemplo, su uso para la gestión de tierras y la formación de líderes.
La labor de Kaʻohelauliʻi trascendió los límites de festivales y ferias locales. Logró llevar Kōnane a escuelas, prisiones y clubes comunitarios, inspirando a otros a fundar grupos y a incluir esta tradición en la educación de las nuevas generaciones.
Momi Kapana, miembro de una familia local y testigo de esta revitalización, señala que la presencia de Kaʻohelauliʻi y su tablero en lugares públicos resultaba extraña hace pocos años. En la actualidad, la práctica se percibe como acto de reafirmación cultural.

Kōnane como símbolo de resistencia
El significado de Kōnane va mucho más allá del entretenimiento. Para figuras como Kuʻuipo Kumukahi, reconocida vocalista y defensora de la cultura hawaiana, el juego representa la resistencia ante la opresión. “Es el kue (resistir)”, afirmó Kumukahi a Rolling Stone, recordando la lucha de su familia frente a la marginación de las tradiciones nativas.
Su experiencia como embajadora cultural en Waikīkī refleja las tensiones permanentes: tras interpretar canciones que narran la historia de la monarquía hawaiana y el sufrimiento de la reina Liliʻuokalani, Kumukahi enfrentó el rechazo de un grupo militar estadounidense y la presión para abandonar su colaboración en una organización musical. “No quieren aprender. Viven en una burbuja. Los perdono por lo que han hecho”, reflexionó.
Tulu Mana, administradora de la Hawaiian Music Perpetuation Society, encuentra en Kōnane una metáfora de la vida en Hawái. “A veces hay que dejarse saltar, elegir las batallas. Es el juego de Kōnane”, explicó, destacando la relevancia del juego como modelo de toma de decisiones y resiliencia.
Esta visión se destaca en los torneos que organiza Kaʻohelauliʻi, donde la derrota ofrece aprendizaje y la participación se valora sobre el resultado final. “A veces, cuando pierdes, en realidad ganas”, sostiene el promotor cultural.

Legado actual y significado
El legado de Kōnane se fusiona con la memoria y la identidad de la comunidad hawaiana. Aunque algunos mitos afirman que el diseño de los campos de taro se inspiró en el tablero, expertos como el ecólogo Kawika Winter, consultado por Rolling Stone, rechazan esta hipótesis al señalar las diferencias en la disposición de los cultivos antiguos y actuales.
Pese a ello, Kōnane sigue considerándose una fuente de habilidades estratégicas y pensamiento crítico. Kaʻohelauliʻi cree que la creatividad y la resolución de desafíos, valores centrales en la cultura local, se fortalecieron en parte gracias a la práctica continua del juego.
El impacto de Kōnane se manifiesta en quienes lo redescubren. Mina Morita, exrepresentante estatal, rememoró su infancia cuando retomó el juego después de 50 años, reconociendo el valor de la tradición en un ambiente marcado por la especulación inmobiliaria y la pérdida de tierras ancestrales. Compartir una partida se transforma así en un acto de reivindicación y transmisión cultural.
A pesar de los desafíos, la vigencia de Kōnane demuestra que la resistencia cultural prospera incluso en situaciones adversas. Como resume Rolling Stone, la verdadera derrota solo ocurre cuando se deja de participar, una lección presente en cada movimiento sobre el tablero y en la lucha diaria por preservar la herencia hawaiana.
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