A 140 años del insólito viaje que llevó la estatua de la Libertad a Nueva York

El traslado en 214 enormes cajas marcó un capítulo extraordinario en la amistad entre Francia y Estados Unidos, transformando para siempre el horizonte de la ciudad de Nueva York, tal y como detalla Paris Match

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Más de un siglo después,
Más de un siglo después, la Estatua de la Libertad sigue siendo un símbolo de bienvenida para quienes llegan a Estados Unidos, y un ícono de los valores democráticos que inspiran a millones en todo el mundo (EFE/ Sarah Yáñez-Richards)

El 17 de junio de 1885, el puerto de Nueva York fue escenario de un acontecimiento histórico: la llegada de la Estatua de la Libertad, transportada desde Francia a bordo de la fragata Isère. De acuerdo con Paris Match, la monumental escultura fue enviada “en kit”, contenida en 214 cajas, algunas de ellas con un peso superior a tres toneladas. La operación de carga comenzó en París, desde donde las piezas fueron llevadas en tren a Rouen y luego embarcadas en la Isère.

La fragata partió el 21 de mayo de 1885, atravesó el Atlántico y realizó una escala en la isla de Faial, en las Azores. El viaje estuvo marcado por una fuerte tormenta el 5 de junio, que puso a prueba la pericia de la tripulación. Según el semanario Cols bleus, la nave sorteó la tempestad posicionándose al sur de la corriente del Golfo para aprovechar el contracorriente.

Ya cerca de la costa estadounidense, lluvias y fuertes vientos en la zona de Sandy Hook retrasaron el ingreso al puerto. Finalmente, la Isère fondeó a las 5:00 del 17 de junio. El comandante notificó su llegada al cónsul general de Francia y a un delegado del comité franco-estadounidense, dando inicio a una jornada histórica.

Durante ese día, el comandante de la corbeta de guerra Omaha visitó la Isère y sugirió su traslado a Gravesend, a unos ocho kilómetros de Bedloe’s Island, lugar asignado para la instalación del monumento. Paris Match subraya la atención que el episodio generó tanto en la comunidad local como en la internacional.

La construcción en París

Antes de su traslado, la estatua fue diseñada y construida en los talleres Gaget-Gauthier, situados en la rue de Chazelles, en el distrito 17 de París. La escultura, de 46 metros de altura, representa a una figura femenina coronada, que sostiene una antorcha y una tabla de la ley, y pisa cadenas rotas, símbolo de la libertad conquistada.

El proceso de fabricación, iniciado tres años antes del envío, fue también un fenómeno social. El público parisino podía visitar el taller pagando una entrada, lo que permitía recaudar fondos para el proyecto. Paris Match destaca que la partida de la estatua generó tristeza entre los parisinos, que habían desarrollado un vínculo afectivo con la obra.

Erigida en el corazón de
Erigida en el corazón de la capital francesa, la escultura atrajo la atención del público desde sus primeras etapas, convirtiéndose en un fenómeno cultural que trascendió los límites del taller donde tomó forma (AFP)

Diseño y autores

La autoría corresponde al escultor francés Auguste Bartholdi, quien concibió la obra bajo el título La libertad iluminando el mundo. Desde el inicio, Bartholdi previó una estructura desmontable hecha con placas de cobre ensambladas sobre una base metálica interna.

Para esta ingeniería, inicialmente contó con el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, quien abandonó el encargo por motivos de salud. El proyecto recayó entonces en el ingeniero Gustave Eiffel, reconocido más tarde por la torre que lleva su nombre. Eiffel desarrolló soluciones estructurales que garantizaron la estabilidad de la estatua durante su transporte y posterior exposición al clima neoyorquino.

La colaboración entre Bartholdi y Eiffel fue esencial, al combinar visión artística e innovación técnica en una obra destinada a convertirse en símbolo universal.

La ingeniería estructural de Eiffel
La ingeniería estructural de Eiffel y la visión escultórica de Bartholdi dieron forma a una obra colosal que fusiona arte, técnica y simbolismo político en una estructura pensada para perdurar (Wikipedia/Dominio público)

Un regalo por el centenario

La Estatua de la Libertad fue ideada como obsequio para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, celebrado en 1876. El monumento expresaba la fraternidad entre ambas naciones y su adhesión a los ideales comunes de libertad y democracia.

El 4 de julio de 1884, durante una ceremonia solemne, la estatua fue entregada formalmente al pueblo estadounidense. Según Paris Match, aunque ya estaba finalizada, su instalación definitiva requería aún un esfuerzo binacional significativo.

El simbolismo de la figura femenina alzando una antorcha y portando la tabla de la ley pronto traspasó fronteras, transformándose en ícono de esperanza para millones de inmigrantes que arribaron al país.

Pensada como una ofrenda conmemorativa,
Pensada como una ofrenda conmemorativa, la estatua materializó la gratitud de Francia hacia Estados Unidos y su adhesión compartida a los ideales de libertad surgidos tras la independencia de 1776 (AFP)

Celebraciones e inauguración

La llegada de la estatua a Nueva York fue celebrada con entusiasmo. No obstante, su instalación se retrasó porque el pedestal aún no estaba concluido. La responsabilidad de su construcción y financiación correspondía a la parte estadounidense, lo que derivó en demoras importantes.

La inauguración se concretó el 26 de octubre de 1886, más de un año después del arribo. La ceremonia oficial selló su incorporación al perfil urbano de la ciudad y al imaginario colectivo estadounidense. De acuerdo con Paris Match, la prolongada espera no restó impacto al monumento, que desde entonces se mantuvo como uno de los símbolos más reconocibles del país.

El destino final de la Isère

Ocho décadas después de transportar el monumento, la Isère fue hundida por fuerzas alemanas en mayo de 1945, cerca del puerto de Locmiquélic, en la costa atlántica francesa. Actualmente yace en el fondo marino, en las cercanías de la rada de Lorient.

Paris Match destaca que, a pesar de su final trágico, la fragata es recordada principalmente por haber llevado en sus bodegas a uno de los símbolos más perdurables de la libertad.

Desde su inauguración en 1886, la Estatua de la Libertad se consolidó como faro de esperanza y testigo de la historia compartida entre Francia y Estados Unidos. La obra de Bartholdi y Eiffel trasciende su tiempo, reafirmando los ideales que inspiraron su creación y su viaje transatlántico en piezas.

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