De centro de espionaje a aldea rural: qué fue de Long Tieng, la pista más activa del planeta durante la Guerra Fría

En el corazón de Laos, una antigua base secreta convertida en leyenda sobrevive entre ruinas, visitada solo por curiosos que rastrean huellas del pasado

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Long Tieng, el enclave secreto
Long Tieng, el enclave secreto de la CIA en Laos, sobrevive entre ruinas y memoria (Wikipedia)

En el corazón de Laos, una pista de aterrizaje de hormigón agrietado se extiende entre la vegetación densa, testigo silencioso de un pasado que pocos conocen. Long Tieng, alguna vez el enclave más secreto de la CIA durante la Guerra Fría, hoy es un pueblo rural donde los niños juegan sobre el asfalto marcado por cráteres de bombas y los agricultores guían su ganado por el mismo terreno que, hace medio siglo, fue epicentro de una de las operaciones encubiertas más grandes de la historia.

Según informó CNN, este lugar, que en su momento albergó a decenas de miles de personas y fue clave en la estrategia estadounidense para frenar el avance comunista en el sudeste asiático, ahora sobrevive entre el olvido, las secuelas de la guerra y la amenaza persistente de municiones sin detonar.

Long Tieng en la actualidad: un pueblo entre ruinas y memoria

A unos 130 km al noreste de Vientián, la capital de Laos, Long Tieng se presenta hoy como una aldea tranquila de apenas unos miles de habitantes. La vida cotidiana gira en torno a la agricultura y a pequeños comercios que venden desde arroz hasta herramientas fabricadas con restos de bombas, un recordatorio tangible de su pasado bélico.

En el centro del pueblo, la pista de aterrizaje, de unos 1.370 metros de longitud, ya no recibe aviones. Ahora funciona como un espacio comunitario al aire libre adonde los niños recorren el asfalto en sus scooters, los agricultores conducen su ganado y los ancianos aprovechan las primeras horas del día para caminar antes de que el calor abrume el valle.

La infraestructura que alguna vez sostuvo una base militar de gran envergadura ha quedado reducida a ruinas. La torre de control, semiderruida, apenas conserva la mitad de su altura original, y los hangares, oxidados y abandonados, se mantienen como mudos testigos de un conflicto que transformó la región. No existen placas, estatuas ni señalizaciones que recuerden la importancia histórica del lugar. CNN detalla que, pese a la magnitud de los hechos ocurridos allí, Long Tieng carece de cualquier tipo de conmemoración oficial.

La antigua base militar de
La antigua base militar de Long Tieng, epicentro de la Guerra Fría, hoy es un pueblo rural marcado por el olvido (University of Texas-Dallas History of Aviation Collection)

El acceso al pueblo sigue siendo complicado. Aunque la distancia desde la capital no es grande, el trayecto puede superar las ocho horas debido al mal estado de los caminos, que alternan entre tramos de tierra, carreteras mineras erosionadas y pasos de montaña sin protección.

El enclave secreto de la CIA durante la Guerra Fría

Durante las décadas de 1960 y 1970, Long Tieng fue el centro de operaciones de la mayor misión paramilitar de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el extranjero. En plena Guerra Fría, Estados Unidos buscaba frenar la expansión del comunismo en el sudeste asiático, y Laos se convirtió en un escenario clave de esa estrategia.

Long Tieng, conocido por los nombres en clave Lima Site 98 y Lima Site 20A, albergó el cuartel general de un ejército Hmong respaldado por Washington, que combatía a las fuerzas comunistas del Pathet Lao, apoyadas a su vez por el ejército norvietnamita.

En su apogeo, la base llegó a alojar a unas 30.000 personas, entre soldados Hmong, sus familias, refugiados de otras regiones, militares tailandeses y un pequeño grupo de agentes de la CIA y pilotos estadounidenses. La pista de aterrizaje, que hoy yace en silencio, llegó a registrar hasta 900 despegues y aterrizajes diarios, convirtiéndose en uno de los aeropuertos más activos del mundo en ese momento.

Long Tieng fue el centro
Long Tieng fue el centro de operaciones de la mayor misión paramilitar de la CIA en el sudeste asiático (Wikipedia)

Paul Carter, especialista en la Guerra Secreta de Laos, explicó que el nivel de secretismo era tal que incluso muchos de los involucrados en el conflicto desconocían la existencia de Long Tieng. “La guerra en Laos fue tan compartimentada... conocí a personas que participaron en esa guerra y no supieron de ella hasta finales de los años 60, cuando empezaron a dejar entrar a los periodistas”, relató Carter.

Operaciones militares: la CIA, los “Ravens” y Air America

La operación en Long Tieng se caracterizó por la participación de actores poco convencionales. Los “Ravens”, un grupo secreto de pilotos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, operaban bajo identidades encubiertas y vestían ropa civil. Su misión principal consistía en actuar como controladores aéreos avanzados, volando a baja altura tras las líneas enemigas para identificar y marcar objetivos para los bombarderos estadounidenses. Carter señaló que estos pilotos “fueron retirados de los registros oficiales” y que, en ocasiones, también recibían credenciales de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

Los “Ravens” solían volar en parejas, con un piloto estadounidense al frente y un acompañante Hmong encargado de la comunicación con las fuerzas terrestres. Junto a ellos, los pilotos de Air America, la aerolínea secreta propiedad de la CIA, desempeñaron un papel crucial en el abastecimiento de la base y en misiones de rescate de pilotos derribados en territorio enemigo.

Neil Hansen, quien trabajó para Air America entre 1964 y 1973, compartió con CNN detalles de su experiencia: “Aterrizaba allí casi día por medio... volaba un C-123, llevando municiones, suministros y combustible para ‘los pajaritos’, que luego los distribuían a otros sitios”. También relató cómo, en 1972, fue derribado durante una misión en el sur de Laos y rescatado poco después por helicópteros de Air America. “Me enamoré de Laos”, confesó recordando su tiempo en el país como una etapa en la que sentía estar cumpliendo una misión necesaria.

El general Vang Pao, líder del ejército Hmong apoyado por la CIA, coordinaba las operaciones desde una casa de dos plantas situada a unos 100 metros al oeste de la pista. Desde ese modesto cuartel, se dirigían ataques de guerrilla, sabotajes a rutas de suministro norvietnamitas y bombardeos estratégicos, todo bajo la supervisión y el apoyo logístico de Estados Unidos.

Los pilotos 'Ravens' y Air
Los pilotos 'Ravens' y Air America jugaron un papel clave en las operaciones secretas de Long Tieng (Wikipedia)

El legado de la guerra: municiones sin detonar y ausencia de memoria

El impacto de la guerra en Laos persiste de manera tangible. De los 270 millones de submuniciones lanzadas por Estados Unidos sobre el país, aproximadamente un 30% no explotó, según datos del Mines Advisory Group (MAG) citados por CNN. Estas municiones sin detonar continúan causando muertes, lesiones y obstaculizando el desarrollo en la región. En los alrededores de Long Tieng, los habitantes evitan salir de los caminos y senderos establecidos por temor a estos explosivos ocultos.

Desde la restauración de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Laos en 1992, Washington ha invertido más de 390 millones de dólares en programas de destrucción de armas convencionales, con el objetivo de mitigar el legado de la guerra. No obstante, persisten dudas sobre la continuidad de la financiación estadounidense para la limpieza de explosivos en el sudeste asiático, especialmente tras la suspensión generalizada de ayuda exterior durante la administración Trump.

Pese a su relevancia histórica, no existe ningún tipo de homenaje o señalización que recuerde a los visitantes el papel que desempeñó este enclave en la Guerra Fría.

Turismo y acceso: un destino remoto y poco visitado

El turismo en Long Tieng se mantiene en un nivel restringido, con las agencias de viaje organizando visitas en grupos muy reducidos. Tanto la distancia hasta el destino como las condiciones del camino hacen de este un viaje desafiante. Según explicó Chris Corbett, la mayoría de los visitantes son extranjeros con un interés particular en la historia militar y la geopolítica de la región.

Long Tieng, un pueblo aislado y con escasas infraestructuras, ofrece una experiencia simple con alojamientos básicos y limitados servicios. A pesar de las dificultades de acceso, los visitantes que logran llegar son testigos de un lugar donde el pasado y el presente se combinan de manera tangible. Las secuelas de la guerra son evidentes en cada rincón, desde la pista de aterrizaje hasta los proyectiles acumulados en la antigua casa de Vang Pao.

Estos vestigios de conflicto se han integrado a la vida cotidiana de los habitantes, quienes han aprendido a coexistir con los peligros y las cicatrices que dejaron décadas de historia bélica, las cuales han tenido un impacto duradero en varias generaciones.

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