
El ritmo de incremento de las olas de calor en los ríos de Estados Unidos es hasta cuatro veces superior al de las olas de calor atmosféricas, según un estudio reciente de Penn State University. Este fenómeno, intensificado entre 1980 y 2022, compromete la estabilidad de los ecosistemas acuáticos y representa riesgos directos para la seguridad alimentaria, la calidad del agua y la vida de comunidades que dependen de estos cursos fluviales.
El análisis, realizado por investigadores de Penn State University y publicado en septiembre de 2025, integró datos de casi 1.500 puntos de monitoreo en el territorio continental estadounidense. Los resultados revelan que las olas de calor fluviales no solo ocurren con mayor frecuencia, sino que también tienen una duración casi doble en comparación con las olas de calor atmosféricas.
“Los ríos, tradicionalmente considerados refugios frescos frente a temperaturas extremas, experimentan un incremento en la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor mucho más rápido que el aire, con un aumento de aproximadamente dos a cuatro veces mayor”, explicó Li Li, profesora de Ingeniería Ambiental en Penn State University.

Impactos en los ecosistemas y en la sociedad
El calentamiento acelerado de los ríos se refleja en el deterioro de la vida acuática y en impactos sociales significativos. Kayalvizhi Sadayappan, autora principal del estudio y becaria posdoctoral, advirtió que el aumento de episodios de calor extremo y bajos caudales eleva el riesgo de disminución de oxígeno en el agua, estrés en la fauna y muertes masivas de peces.
Desde 1980, los ríos estadounidenses experimentan, en promedio, 11,6 días adicionales al año con temperaturas superiores a 15°C, umbral crítico para muchas especies, particularmente el salmón y la trucha. Las regiones del noreste, las Montañas Rocosas y los Apalaches presentan los aumentos más notorios, registrando incrementos en el 82% de los sitios analizados.
El informe detectó también un aumento en los días de “estrés térmico crítico”, definidos como jornadas en las que la temperatura del agua supera 20°C. Este fenómeno afecta principalmente al sur del país y los Apalaches, con el 74% de los puntos de monitoreo mostrando incrementos destacados. En contraste, el medio oeste registra el impacto más moderado, sumando apenas cinco días adicionales al año sobre 15°C y menos de un día sobre 20°C.
Las repercusiones de las olas de calor en los ríos trascienden el ámbito ecológico. Afectan la calidad del agua, elevan los costos de tratamiento, restringen actividades recreativas y agrícolas, e incluso pueden paralizar la generación de energía a causa de interrupciones y disminución en la eficiencia de las centrales. Las comunidades indígenas, cuya vida y tradiciones están profundamente ligadas a los ríos, resultan particularmente vulnerables ante estos cambios.

Factores que explican el aumento de las olas de calor fluviales
El estudio subraya que el cambio climático es el principal impulsor de la intensificación de las olas de calor fluviales, dado que el aumento de las temperaturas del aire impacta directamente en las condiciones de los ríos.
La modificación de los patrones de precipitación, en especial la reducción de la nieve invernal en zonas montañosas como las Rocosas, agrava la situación al disminuir la llegada de agua fría capaz de amortiguar el calentamiento.
Las acciones humanas también influyen en la dinámica de las olas de calor. Sadayappan explicó que la agricultura puede atenuar estas olas en áreas de cultivo debido al efecto de enfriamiento generado por el riego, basado en una baja en frecuencia, duración e intensidad de estos eventos.
En cambio, las presas —especialmente las de gran tamaño— suelen prolongar y agravar los eventos cálidos en los ríos. La presencia de áreas urbanas o de intensa intervención humana origina olas de calor más frecuentes y severas, mientras que los ríos en regiones poco desarrolladas se acercan rápidamente a niveles preocupantes de vulnerabilidad.

Vigilancia, mitigación y respuestas ante el fenómeno
Los autores del estudio resaltan la urgencia de fortalecer el monitoreo y la mitigación de las olas de calor fluviales. Entre las medidas recomendadas se encuentran la restauración de vegetación en las riberas para procurar sombra, la mejora en la gestión de presas, la ampliación de infraestructura verde y la reducción de la extracción de agua de los ríos.
Estas estrategias, fundamentadas en la información científica del estudio, pueden servir de alerta temprana y guiar la gestión adaptativa para proteger tanto los ecosistemas acuáticos como las comunidades que dependen de estos recursos.
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