
El sistema inmunitario no es solo un conjunto de células disperso por el organismo, sino que se trata de una red coordinada donde el intestino actúa como protagonista absoluto. Así lo afirma Alfredo Corell, el reconocido inmunólogo español, quien ha revelado que la mayor parte de nuestras defensas se concentran en el sistema digestivo. “El intestino es el epicentro de la inmunidad y decide a qué atacar y qué tolerar”, explica el experto en una entrevista.
Nuestras defensas se encuentran repartidas en la sangre, los tejidos, la piel y las mucosas. Sin embargo, el aparato digestivo es el más importante y destaca por encima del resto. Según Corell, si pudiéramos estirar esta estructura interna, ocuparía “entre 40 m², como un apartamento pequeño, hasta 300 m², equivalente a un campo de tenis”. Un tamaño que, lejos de ser una simple curiosidad, tiene una consecuencia clave: el 80% de nuestras defensas están allí.

El especialista explica que el intestino funciona como una auténtica aduana que detecta cualquier sustancia nueva. Su papel es decidir si debe atacarla o permitirla, un proceso conocido como vigilancia inmunológica. Por eso, Corell insiste en que es muy importante de cuidar el intestino y, especialmente, la microbiota, es decir, el conjunto de microorganismos beneficiosos que conviven en él y ayudan a mantener equilibrio en nuestras defensas.
Lo que comemos, el estrés, los antibióticos y hasta la falta de sueño pueden alterar la microbiota y, con ello, la salud inmunitaria, advierten los expertos. Mantener un intestino sano, según asegura, es clave para prevenir enfermedades, mejorar la respuesta defensiva y reducir las alergias o intolerancias.
Las tres barreras contra las infecciones
Corell también ha desglosado en la entrevista cuáles son los tres niveles de inmunidad que protegen a nuestro cuerpo humano. La primera defensa es la barrera física, que está formada por la piel y las mucosas (intestinal, ocular, respiratoria y urinaria). Según el especialista, si estas barreras están intactas, podrían “evitar hasta el 95% de las infecciones”. Es decir, antes de que cualquier microbio entre en el cuerpo, estas estructuras ya lo están frenando.
La segunda defensa es la inmunidad innata o natural. Si las barreras se rompen mediante una herida o lesión, entra en acción. Este nivel está compuesto por células “comecos”, como las describe Corell. Se trata de células que detectan microorganismos y los devoran: “Cuando encuentran algo raro, se lo comen”.
Finalmente, la tercera defensa son los anticuerpos. Si la inmunidad innata no basta, llega el nivel más especializado: las defensas de élite, los anticuerpos. Sin embargo, este sistema es más lento, pero es bastante específico, y se activa para eliminar amenazas concretas, como ciertos virus o bacterias persistentes.
Para Corell, la conclusión es muy clara: la salud inmunitaria depende, en gran parte, de nuestro intestino. Alimentación equilibrada, probióticos, buena hidratación, ejercicio y descanso adecuado son algunas de las claves para fortalecerlo. Si no cuidamos nuestra microbiota, estamos debilitando a nuestro sistema defensivo sin darnos cuenta.
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