Estos son los hábitos que los ancianos se niegan a abandonar y les hacen más felices que a los jóvenes: “Vivir a un ritmo humano en lugar de a uno algorítmico”

Las formas de vida aceleradas deterioran el bienestar emocional de los más jóvenes, mientras que los ancianos mantienen un día a día más estable, alejados de la hiperconexión

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En un momento en el que la rapidez, la multitarea y la vida digital parecen imponerse como modelos de éxito, muchas personas mayores continúan practicando costumbres que les ayudan a mantener la calma en su día a día. Pese a la transición tecnológica y las formas de vida acelerada, un gran número de ellos parece más presente y, en muchos casos, más satisfechos en su cotidianeidad. Su bienestar no surge de la nostalgia ni de un rechazo al mundo actual, sino de prácticas sencillas que sostienen su estabilidad emocional. La psicología contemporánea respalda esta idea de que los hábitos regulares que luchan contra el exceso de estímulos suelen favorecer una vida más equilibrada.

El medio digital Ouest france recoge nueve hábitos que aún permanecen en la rutina de los ancianos y que, según los expertos, tienen efectos claros sobre la salud mental y la calidad de las relaciones. Salir a caminar, cuidar un jardín doméstico, alejarse de los dispositivos digitales. Lo que para muchos jóvenes resulta una actividad excepcional, para ellos es una práctica cotidiana. Esa exposición diaria al exterior ayuda a reducir esa sensación de saturación de los entornos urbanos o tecnológicos.

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Hábitos para una desconexión digital

Aunque utilizan la tecnología cuando la necesitan, muchas personas mayores continúan priorizando el encuentro presencial. Para ellas, una conversación es más completa cuando puede leerse el gesto del otro, y las relaciones se fortalecen dedicando tiempo compartido, no solo mediante intercambios breves a través de pantallas.

También conservan el hábito de cocinar en casa. No se trata únicamente de tradición o de sabor, sino de preparar alimentos que les permiten controlar mejor lo que consumen. De esta manera, la ingesta de alimentos más saludables favorece un estilo de vida activo y lleno de energía. La alimentación impacta en el cuerpo y la mente, involucrando la psicología humana y la salud cognitiva.

La escritura manual continúa siendo otra de sus costumbres. Ya sea para una nota rápida, una lista de tareas o una carta, escribir a mano les ayuda a fijar ideas. Además, el simple gesto de mover un bolígrafo sobre el papel funciona como una pausa mental en jornadas que, de otro modo, podrían quedar absorbidas por las pantallas. Muchos jóvenes “viven a un ritmo algorítmico en lugar de a uno humano”, lo que propicia un estado de hiperconexión que deteriora progresivamente la calidad del día a día.

Muchas personas mayores inician el día sin prisa: un desayuno tranquilo, una rutina breve o simplemente unos minutos de silencio. Esa transición suave contrasta con la de quienes comienzan la mañana revisando notificaciones, y reduce el estrés asociado a los despertares acelerados.

Mujer ejercitándose, deltoides, sin máquina,
Mujer ejercitándose, deltoides, sin máquina, gimnasio, fuerza y concentración, carrera funcional, fitness (Imagen Ilustrativa Infobae)

Aunque ya no trabajen, mantienen una estructura diaria heredada de una época en la que los límites entre horario laboral y descanso estaban más definidos. Esa organización, incluso en la jubilación, les evita la sensación de tener que estar disponibles todo el tiempo. Tampoco siguen de manera compulsiva recomendaciones digitales ni ajustan cada decisión a métricas de eficiencia. Prefieren un ritmo marcado por sus propias prioridades, en lugar de uno guiado por estímulos externos que empujan a acelerar.

Para las generaciones más jóvenes, acostumbradas a la inmediatez, estos hábitos pueden parecer lentos o poco productivos. Pero quienes los practican saben que son los que sostienen su equilibrio. Y quizá, estos métodos expliquen por qué tantas personas mayores afrontan la vida cotidiana con una serenidad que hoy resulta poco frecuente.