Cómo la alimentación influye en la salud hormonal femenina: “Las mujeres no tenemos las mismas necesidades nutricionales a los 20, 40 o a los 60 años”

Cada etapa de la vida de las mujeres requiere unos nutrientes distintos: desde los 20 hasta la menopausia

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Un grupo de mujeres de
Un grupo de mujeres de distintas edades. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La frase “somos lo que comemos” es más cierta de lo que pensamos, especialmente cuando se trata de la salud de la mujer. La relación entre nutrición y equilibrio hormonal es profunda y determinante.

Las hormonas regulan procesos tan importantes como el estado de ánimo, la fertilidad, el sueño, la temperatura corporal o el metabolismo. Por eso, la alimentación puede suavizar o potenciar los efectos de los cambios hormonales a lo largo de la vida.

“La mujer no tiene las mismas necesidades nutricionales a los 20, a los 40 o a los 60 años. Adaptar la alimentación a cada etapa permite mantener el equilibrio metabólico y prevenir alteraciones”, explica Isabel Martorell, doctora en Biomedicina.

En los 20: energía, hierro y omega-3

Mujer de 20 años. (Imagen
Mujer de 20 años. (Imagen Ilustrativa Infobae)

A los 20, durante los años fértiles, cuidar la alimentación mejora la calidad ovárica y la fertilidad. El cuerpo necesita energía suficiente para producir hormonas de manera estable. Si faltan nutrientes o hay estrés, puede producirse un desequilibrio, llegando incluso a interrumpirse la menstruación.

Martorell señala que “en fases de alta actividad hormonal, el cuerpo necesita más hierro, proteínas y ácidos grasos omega-3”. Estos nutrientes favorecen la ovulación y reducen la inflamación.

Conviene priorizar frutas y verduras frescas, legumbres, pescado azul, frutos secos, cereales integrales y grasas saludables como el aceite de oliva virgen extra. Por el contrario, el exceso de azúcar, alcohol y ultraprocesados genera inflamación y altera el equilibrio hormonal.

Una selección de alimentos. (Imagen
Una selección de alimentos. (Imagen Ilustrativa Infobae)

En los 30: equilibrio y prevención

A partir de los 30 años, comienza un descenso progresivo de la progesterona. Aquí la clave está en mantener la estabilidad hormonal mediante una alimentación antiinflamatoria y rica en antioxidantes.

Frutos rojas, verduras de hoja verde, pescado azul y proteínas de calidad son imprescindibles. Además, se debe cuidar el aporte de hierro, magnesio y zinc, minerales esenciales para la fertilidad y la energía.

Frutos rojos. (Freepik)
Frutos rojos. (Freepik)

Regular los picos de glucosa es otro aspecto clave. “Las comidas equilibradas que combinan hidratos complejos, fibra y grasas saludables ayudan a mantener un estado hormonal estable”, explica la experta.

En los 40: proteínas y grasas saludables

Al llegar a los 40, las proteínas se vuelven esenciales para conservar la masa muscular y mantener la salud metabólica. “Debemos priorizar las proteínas de alto valor biológico, presentes en el pescado, la carne blanca, las legumbres y los huevos”, señala Martorell.

Además, los ácidos grasos omega-3 (presentes en el pescado azul, las semillas de lino y las nueces) ayudan a la función cerebral y hormonal.

Un yogur con fruta y
Un yogur con fruta y semillas de lino. (Canva)

En esta etapa, el cuerpo también requiere un buen aporte de vitaminas del grupo B, calcio y magnesio, fundamentales para la síntesis hormonal, la salud ósea y la regulación del sistema nervioso.

Menopausia

Menopausia. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Menopausia. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La menopausia marca una nueva etapa. “No es una enfermedad ni un fallo del cuerpo, sino un proceso natural”, recuerda la especialista. Sin embargo, los cambios hormonales que la acompañan pueden influir en el estado de ánimo, el sueño o la composición corporal. Por eso, la alimentación debe adaptarse a estas nuevas necesidades.

Es crucial mantener una buena hidratación, consumir alimentos ricos en fibra, calcio y vitamina D y seguir una dieta variada y colorida. Durante esta etapa, los sofocos, el insomnio y los cambios de humor pueden aliviarse con una dieta equilibrada basada en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado y grasas saludables.

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Escuchar el cuerpo

Cada mujer es diferente, y su cuerpo también. Por eso, la clave está en escuchar las señales del cuerpo: cansancio, inflamación, caída del cabello o alteraciones del sueño pueden ser avisos de un desequilibrio nutricional.

Dormir bien, mantener rutinas de descanso, practicar actividad física y evitar el estrés son pilares igual de importantes que la dieta. Como concluye Martorell, “comer bien no solo nos nutre, sino que mantiene afinada la maquinaria del cuerpo femenino. Las hormonas son los engranajes, y la alimentación, el aceite que las hace funcionar con armonía”.