Silvia Severino, psicóloga: “Si ves tres de estas señales, estás ante alguien que miente compulsivamente”

Las señales que delatan a una persona que miente compulsivamente y cómo afectan sus vínculos

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Las señales que delatan a un mentiroso compulsivo, según los expertos. (Imagen Composición Infobae)

Mentir puede parecer, en ocasiones, un recurso inofensivo. Sin embargo, cuando la falsedad se convierte en una costumbre, puede transformarse en un auténtico modo de vida. Cada vez más expertos advierten sobre los efectos de la mentira compulsiva, también conocida como mitomanía, un patrón de comportamiento que no solo daña la confianza en los demás, sino que puede tener consecuencias graves para la salud mental.

La psicóloga Silvia Severino ha querido alertar en sus redes sociales sobre las señales que permiten identificar a una persona mitómana. “Si observas más de tres señales, puede ser que estés frente a alguien que miente compulsivamente”, advierte la especialista en su perfil de TikTok.

Cinco señales para detectar a un mentiroso habitual

Severino describe cinco comportamientos que, según explica, suelen repetirse en quienes mienten de forma constante. “Uno: cambia los detalles de sus historias cada vez que las cuenta”, asegura, y añade: “Si le preguntas lo mismo dos veces, nunca responde igual”.

El segundo rasgo tiene que ver con la necesidad de inventar logros o dramas. “Se inventa experiencias o situaciones para llenar la atención o generar admiración”, detalla la psicóloga, y agrega que “a menudo incluso acaban creyéndose sus propias mentiras”.

La reacción ante la confrontación es otra pista clave. “Reacciona con exageración cuando lo confrontas, se ofende, se victimiza o intenta cambiar de tema”, explica Severino.

Además, la especialista advierte que el uso de la mentira como refugio emocional es un patrón común. “Miente no solo para engañar, sino para sentirse mejor consigo mismo”, sostiene.

Por último, la psicóloga señala que este tipo de personas tienen dificultades para mantener relaciones estables, ya que “la verdad siempre acaba saliendo a la luz”.

“Cuando las palabras pierden valor, el respeto muere”

En otra de sus publicaciones, Silvia Severino también ha enumerado los perfiles que, a su juicio, no merecen ser perdonados.

“Los que traicionan tu confianza más profunda; los manipuladores que tuercen las palabras y te hacen dudar de tu propia realidad; el amigo envidioso; los que explotan tu bondad; los mentirosos constantes (ya que cuando las palabras pierden valor, el respeto muere), y los que disfrutan con tu dolor”, escribió en sus redes.

“Si alguien se alimenta de tu dolor, de tus heridas, nunca mereció un lugar en tu vida”, concluye la psicóloga.

Mentir como mecanismo de supervivencia

La psiquiatra Marian Rojas abordó en el programa Fin de Semana, de Cristina López Schlichting, las raíces psicológicas de la mentira compulsiva. Según explicó, nadie nace siendo mentiroso, sino que la tendencia a mentir surge como un mecanismo de defensa frente al miedo o la inseguridad.

“Todos nacemos con instinto de supervivencia y, cuando vives en un ambiente donde tienes que sobrevivir, buscas cómo hacerlo, y a veces esa manera es mintiendo”, afirmó Rojas.

El miedo al castigo, a la crítica o al abandono puede llevar a que, en ciertos contextos, “decir la verdad sea peligroso y pueda ser castigado”.

Vídeo en el que Frank Cuesta confiesa haber mentido durante años. (YouTube)

Cuando la mentira se vuelve un hábito

Con el tiempo, algunas personas terminan mintiendo incluso sin motivo aparente, solo para evitar un posible juicio. “En el fondo es una mentira completamente absurda; no tiene ni pies ni cabeza mentir por no ir al gimnasio, pero el cerebro ya tiene tanto pánico a sufrir un juicio que ya no sabes dónde está la verdad y la mentira”, ejemplifica la psiquiatra.

Según Rojas, el gran peligro radica en que el mentiroso compulsivo pierde la noción de la realidad. “Se siente más cómodo en ese nuevo personaje que se ha creado fuera de la verdad”, explica.

Vivir en una doble realidad: las consecuencias

Esta disociación entre la verdad y la mentira puede tener efectos devastadores. “Las dobles realidades nunca son buenas porque al final te acabas rompiendo y terminas por no saber ni siquiera quién eres”, advierte Rojas.

Entre las consecuencias, la especialista menciona crisis de ansiedad, depresión o incluso enfermedades físicas. “Te estás haciendo daño al decirte una cosa que no es la realidad”, subraya.

Además, señala que la mentira erosiona la confianza y destruye los vínculos sanos. “Todos hemos conocido a alguien que miente de manera compulsiva, y en ese momento se genera una desconfianza que rompe cualquier vínculo saludable”, sentencia.