De los laboratorios españoles al Nobel de Medicina: el descubrimiento que descifra el lenguaje del sistema inmune

Unos anticuerpos desarrollados por el CNIO permitieron la identificación de las células T reguladoras del sistema inmune, el hallazgo merecedor del galardón

Guardar
Los investigadores Mary Brankov, Fred Ramstell y Shimon Sakaguchi han sido distinguidos con el Premio Nobel de Medicina/ Física 2025 por sus descubrimientos relacionadas con la tolerancia inmune periférica. (Nobel)

Era mayo de 2005 cuando la Journal of Immunology publicaba un artículo que sería la semilla, dos décadas después, del Premio Nobel de Medicina. Los estadounidenses Mary Brunkow y Fred Ramsdell y el japonés Shimon Sakaguchi han sigo galardonados por sus investigaciones en torno a las células T reguladoras.

Estas células, identificadas como “guardias de seguridad del sistema inmunológico”, son las encargadas de evitar que el sistema inmunitario ataque a nuestro propio cuerpo. “Sus hallazgos han sido fundamentales para nuestra comprensión del funcionamiento del sistema inmune y por qué no todos los humanos desarrollamos enfermedades autoinmunes”, ha comentado el comité.

La identificación de las células T reguladoras ha logrado un avance significativo en el tratamiento del cáncer y ciertas enfermedades autoinmunes. Sin embargo, este mismo hallazgo merecedor del Nobel probablemente no habría sido posible sin una investigación de sello español, concretamente del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

Hace 20 años, el equipo de Giovanna Roncador desarrolló una serie de anticuerpos que permitían identificar en muestras de tejido y suspensiones celulares a las células responsables del mecanismo descrito por Sakaguchi, Brunkow y Ramsdell. Es decir, actúan colocando una especie de matrícula en dichas células para que puedan ser identificadas.

Giovanna Roncador, jefa de la
Giovanna Roncador, jefa de la Unidad de Anticuerpos Monoclonales del CNIO (Laura M. Lombardía / CNIO)

Los anticuerpos del CNIO

El sistema inmunitario genera unas proteínas que etiquetan a los invasores, conocidas como anticuerpos. Gracias a su forma y tamaño, los anticuerpos se enganchan a proteínas enemigas de manera muy precisa y alertan a otras células del sistema inmunitario para que estas entren en acción. Fue en los años 70 cuando se desarrolló una técnica que permitía la creación en el laboratorio de anticuerpos a medida: los anticuerpos monoclonales.

Sin los anticuerpos monoclonales del CNIO, desarrollados en colaboración con la investigadora Alison Banham, de la Universidad de Oxford (Inglaterra), el estudio de los linfocitos T reguladores habría sido mucho más complejo. Estos anticuerpo monoclonales están diseñados para engancharse químicamente a la proteína FOXP3, que es la que identifica las células del sistema inmunitario linfocitos T reguladores. Dichos linfocitos monitorizan al resto de células defensivas y regulan su respuesta para garantizar que el sistema inmune respete sus propios tejidos. Esto último es el descubrimiento que le ha merecido el Nobel a Sakaguchi, Brunkow y Ramsdell.

“Las células T reguladoras se distinguen del resto de los linfocitos por la expresión de la proteína FOXP3, considerada el marcador más específico de este tipo celular. La detección de FOXP3 requiere herramientas que permitan visualizar su presencia en células o tejidos, y los anticuerpos monoclonales constituyen el método más preciso y extendido para este propósito”, explica Roncador.

El anticuerpo monoclonal frente a
El anticuerpo monoclonal frente a FOXP3 producido en la Unidad de Anticuerpos Monoclonales del CNIO (Laura M. Lombardía / CNIO)

Sello español, referencia mundial

En las dos últimas décadas, estos anticuerpos monoclonales se han convertido en protagonistas en las investigaciones de la comunidad científica internacional. De hecho, según confirman fuentes del CNIO a Infobae España, son uno de los productos más demandados por el sector biotecnológico y la farmacéutica mundial.

La comercialización de su licencia genera ingresos para el CNIO de alrededor de un millón de euros anuales desde 2021; en total, más de 8,5 millones desde su creación. Es la patente más productiva del centro y una de las más productivas del sistema español de I+D+1.

“Nuestros anticuerpos permitieron por primera vez aislar y estudiar los linfocitos T reguladores tanto en muestras tisulares como en suspensiones celulares. Desde su publicación estos anticuerpos se han convertido en una herramienta de referencia mundial, ampliamente utilizada en el ámbito de la investigación básica y biomédica, y en el diagnóstico clínico”, celebra Roncador.