Primos, pero lejanos: la historia del genoma compartido entre chimpancés y humanos

Se cumplen 20 años del descubrimiento de que ambas especies compartimos el 98% de nuestro ADN

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Una cría de chimpancé. (AdobeStock)
Una cría de chimpancé. (AdobeStock)

Se dice que los chimpancés son nuestros primos lejanos. A simple vista, las cosas que nos diferencian pueden resultar bastante obvias; mientras que lo que nos acerca, no tanto. Estos primates sobresalen como los parientes vivos más cercanos del ser humano. No es para menos, si tenemos en cuenta que aproximadamente el 98% de nuestro código genético es compartido.

La alta similitud del ADN de chimpancés y humanos es, hasta la fecha, uno de los mayores descubrimientos científicos del siglo XXI. Fue un equipo de investigadores del Broad Institute el que en 2005 encontró que el ADN alineable entre ambos es casi idéntico en un 99% de su secuencia. Si se incluyen las inserciones y deleciones (es decir, las secciones de ADN que existen en una especie pero no en la otra) la similitud disminuye levemente, hasta aproximadamente un 96% de identidad.

El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, y en colaboración con la Universidad de Harvard y la Universidad de Washington, revolucionó los conocimientos de los que se disponía hasta entonces sobre los chimpancés, pero también sobre nuestra propia especie. Como el Consorcio de Secuenciación y Análisis de Chimpancés explicó entonces, este hallazgo confirmaba la predicción de Charles Darwin en 1871: humanos y chimpancés compartían un origen evolutivo.

Los descubrimientos en torno al genoma humano supusieron un avance clave para la biomedicina, especialmente en la comprensión de enfermedades como el Alzheimer o ciertos tipos de cáncer. En esta línea, las investigaciones también revelaron que chimpancés y humanos soportaron mutaciones más perjudiciales que otros mamíferos, como los roedores, lo que podría explicar la elevada incidencia de enfermedades genéticas.

Una pareja de chimpancés. (AdobeStock)
Una pareja de chimpancés. (AdobeStock)

Chimpancés y humanos más allá de la genética

En diciembre de 2024, investigadores de la Universidad de Oxford sacaron a la luz una nueva investigación que observaba las similitudes entre ambos homínidos más allá de la óptica de la genética. El estudio, publicado en la revista PeerJ, mostraba que los chimpancés realizan los mismos comportamientos complejos que han llevado al éxito a los humanos.

Los científicos analizaron cómo los chimpancés se servían de las herramientas para realizar ciertas tareas, medidas como secuencias de acciones. En concreto, se estudiaron más de 8.260 acciones llevadas a cabo por estos primates durante décadas en la selva de Bossou, en Guinea. Sus comportamientos, organizados de forma jerárquica, resultó ser muy similar al de los humanos.

Uno de los comportamientos más documentados fue la apertura de nueces mediante piedras que hacían las veces de martillo y yunque. Los investigadores observaron cómo estos animales descomponían la tarea en subunidades, como coger el fruto seco, pasarlo de mano en mano y colocarlo sobre el yunque. En ocasiones, los chimpancés interrumpían la secuencia principal para realizar acciones intermedias, como limpiar herramientas o reagrupar varias nueces antes de continuar, lo que evidencia una planificación y ajuste dinámico de la conducta.

Un chimpancé macho casca nueces
Un chimpancé macho casca nueces con piedras. (Dora Biro/Universidad de Oxford)

“Nuestros resultados sugieren que las secuencias de acciones que los chimpancés salvajes emplean para sus conductas de uso de herramientas comparten muchas propiedades con las humanas, por lo que probablemente evolucionaron antes del último ancestro común entre humanos y chimpancés”, afirmó el doctor Elliot Howard-Spink, autor principal del estudio.

Una distancia infinita en un 2%

Un 2% puede, en algunos aspectos, no significar prácticamente nada. En otros, altera un universo al completo. Cuando la comunidad científica descubrió que solo un 2% de ADN nos separaba de los chimpancés, la siguiente pregunta clave era casi inmediata: ¿qué es lo que contiene ese 2% que tanto nos diferencia como especies?

La respuesta no es simple, pues son múltiples los factores (más los que aún no conocemos) que lo explican. En 2017, una investigación internacional publicada en la revista Science analizó los tejidos de cerebros humanos, chimpancés y macacos y concluyó que nuestro cerebro no solo es una versión más grande del cerebro primate ancestral, sino que ha acumulado un gran número de diferencias. Esto lo convierte en el órgano primario que da identidad a nuestra especie.

La chimpancé Wounda abraza a Jane Goodall al ser liberada

“Que nuestros cerebros sean tres veces mayores que los de los chimpancés es un hecho muy destacable que se ha conseguido en poco más de un millón de años”, explicaba el investigador Tomàs Marquès-Bonet, director del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), a SINC. “Los cerebros humanos tienen muchas más células que las de los otros primates, y estas están más interconectadas; por ello, tienen más capacidad de procesamiento”.

Los estudios en torno a nuestros parientes han transformado la manera de acercarnos a los primates y a nosotros mismos. El legado de científicas como Jane Goodall o Dian Fossey marca toda una línea de investigación para comprender nuestro origen, entender quiénes somos y por qué somos como somos.