
El miedo a perder amistades, a que el resto piense cosas negativas sobre nosotros o a sentir culpabilidad después provocan que nos convirtamos en personas demasiado complacientes. Siempre atentos a las necesidades del resto, anteponiéndolas a las nuestras propias; sin la palabra “no” en nuestro vocabulario, y con la sensación de no escucharse nunca a uno mismo.
Hay muchas personas a las que le cuesta establecer límites, es decir, comunicar que algo que el otro ha hecho les ha molestado, que existe una dinámica en la relación que quieren que deje de producirse o que algo que se le pide prefiere no cumplirlo porque choca con sus deseos y necesidades propias.
De esta manera, se generan vínculos basados en el miedo y la complacencia extrema, lo que provoca que una de las dos partes, inconscientemente, pase a un segundo plano porque su personalidad y objetivos quedan subyugados a lo que el otro desea.

La psicológica Ainhoa Vila explica que a estas personas les cuesta mucho decir que no por el “miedo a perder el vínculo”, algo que ha observado mucho en sus consultas. En un vídeo publicado en su cuenta de TikTok (@ainhoawins), la experta señala el motivo por el que se produce y los beneficios de aprender a establecer límites.
Aprender a establecer límites para fortalecer las relaciones
“El cerebro social teme muchísimo, le aterra poner un límite”, explica Ainhoa Vila. Esto se produce por el temor a que la negativa a una petición de un amigo, pareja, familiar o compañero suponga un enfado, molestia o rechazo por su parte. De esta manera, se opta por ceder, aunque no sea lo que verdaderamente se desea, o a guardar silencio con respecto a los verdaderos sentimientos.
“Lo que haces básicamente es decidir callarte aunque te incomode, aunque se generalicen luego esas conductas, aunque tenga un coste de respuesta mayor”, señala la psicóloga, ya que esta dinámica, al no comunicarse el deseo de que cambie, acaba instaurándose. Así, la incomodidad permanece y puede hacerse más grande.
El motivo principal por el que esto ocurre es porque “lo que no quieres es perder la conexión con esa persona”. Por ejemplo, este temor puede producirse porque en situaciones anteriores, ya sea con la misma o con otra persona, al intentar establecer un límite o comunicar una disconformidad, la reacción ha sido negativa. Así, en las siguientes veces se opta por callar.
“El problema es que tragas tanto que al final acabas explotando porque te pierdes a ti mismo”, explica. Por este motivo, la psicóloga Ainhoa Vila incide en que, a la larga, la incomodidad que genera al principio esta comunicación resultará más beneficiosa porque sentará las bases de dinámicas nuevas en la relación, más sanas y que reportarán sentimientos positivos. “Un límite claro con las personas adecuadas no rompe vínculos, fortalece amistades y las hace muchísimo más reales”.
Por tanto, lo más beneficioso es aprender a decir que no cuando lo que se pide choca con los deseos y las necesidades propias, así como establecer espacios seguros en los que poder compartir lo que se siente con respecto a la actitud del otro.
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