La vida tras ser víctima de trata y explotación sexual, un camino marcado por las secuelas psicológicas: “Pierden hasta su propia identidad”

La organización Fiet Gratia señala la importancia de ofrecer recursos en materia de salud mental a las mujeres que salen de estas redes, ya que sufren “profundas cicatrices emocionales”

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Las víctimas de trata y
Las víctimas de trata y explotación sexual se enfrentan a problemas de salud mental como ansiedad, alteraciones en el sueño, pérdida de la autoestima o trastorno de estrés postraumático. (Adobe Stock)

María (nombre ficticio) tenía un trabajo y una vida estable. Fue el suicidio de su hermana lo que marcó un antes y un después, provocando que dejase su empleo y que ese equilibrio se rompiese. Tras atravesar el duro duelo, se encontró con un país falto de oportunidades y la imposibilidad de regresar a su antigua vida.

Una persona cercana a ella, conociendo su situación, le ofreció ir a España en busca de un nuevo futuro. Ella supo desde el primer momento que lo que se le estaba presentando era dedicarse a la prostitución, pero bajo la promesa de que, si probaba y no le convencía, se le ayudaría a buscar un trabajo distinto. Una vez allí, la situación con la que se encontró fue completamente diferente.

Algunas mujeres llegan a España engañadas, pensando que el empleo será en el ámbito de la limpieza o en cualquier otro sector; otras, como María, pese a que tienen conocimiento de que se dedicarán a la prostitución, ven vulnerado por completo su consentimiento, ya que lo hacen bajo palabras vacías, falsas promesas y adornos. Chocan aquí con unas condiciones que no esperaban, como la obligación de pagar una supuesta deuda que les impide marcharse o buscar una salida distinta.

“No piensan que van a estar 24 horas disponibles, que van a estar en una habitación sin ventanas con cuatro literas y pagando 200 euros al mes por una de ellas”, explica Fiona Bellshaw, fundadora y directora de Relaciones Institucionales de Fiet Gratia, una ONG dedicada a la ayuda y apoyo de personas en estado de vulnerabilidad, como las víctimas de trata y explotación sexual.

En el corto documental La realidad de la trata en nuestro entorno, que cuenta el caso de María, Fiet expone una situación que comparten miles de mujeres en España: desde el momento en el que llegan, su vida deja de ser suya. Se controlan sus entradas, sus salidas, su recaudación… sometiéndolas a un estado de esclavitud en el que tienen que tener plena disponibilidad para los clientes y del que les es imposible salir porque la deuda no deja de crecer.

Un fragmento del corto documental
Un fragmento del corto documental 'La realidad de la trata en nuestro entorno'. (Fiet Gratia)

“Los efectos sobre las mujeres son devastadores”, explica Bellshaw, con 26 años de experiencia en esta causa, en una rueda de prensa. De hecho, la ONG destaca que, según los datos ofrecidos por el Hospital Vall d’Hebron (Barcelona), más del 60% de las mujeres en situación de prostitución padecen algún trastorno de salud mental; además, un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) revela que el 68% sufren estrés postraumático.

También Fiet Gratia ha observado esta misma situación preocupante: han aumentado un 20% las mujeres que atiende con problemas de salud mental severos. Muchas, según señalan desde el equipo de atención psicológica de la organización, padecen secuelas como “insomnio, ansiedad, problemas de autoestima, dificultad para confiar, disociación y sensación de no ser dignas de recibir un trato respetuoso”. Como respuesta, esta ONG, a través de su proyecto Rescatar y Restaurar, ofrece una atención integral a las víctimas: ayuda psicológica, sanitaria, jurídica, educativa, formativa, inserción laboral, formación materno-educativa, integración, recreación y ocio, y alojamiento.

A todo esto se suma el problema de drogadicción al que muchas de ellas se ven abocadas, una estrategia empleada en muchas ocasiones por los criminales de la trama para mantenerlas aún más enganchadas a la red. Así, con la anulación de su libertad, el control completo de su vida y la dependencia económica y a las drogas, entran en un modo supervivencia: “Pierden hasta su propia identidad, de saber quiénes son y qué es lo que quieren en la vida”, subraya Bellshaw.

Salud mental, una asignatura pendiente

Salir de dicha red resulta muy complicado. No solamente por el hecho de que sus pasos son continuamente controlados e incluso muchas de ellas viven encerradas, sino también por una necesidad económica que no les permite margen para buscar una alternativa. Muchas llegan de núcleos en situación de pobreza y otras, pese a tener estudios, no cuentan con oportunidades laborales.

En condiciones infrahumanas, contagiadas de enfermedades venéreas y sin descanso, eran obligadas a ejercer la prostitución en Tenerife

Además, tal y como señalan desde Fiet, en algunos casos la familia está involucrada en la red de trata: “Dificulta mucho más si es tu hermana, tu prima o tu propia madre la que te está explotando”, subraya Bellshaw. Sin embargo, una vez salen, los muros no terminan ahí.

Cuando dejan el ‘modo supervivencia’ y escapan a la superficie, comienzan las profundas cicatrices emocionales que las acompañan de por vida, como las alteraciones en el sueño, la disociación o la hipervigilancia, frutos todos estos síntomas de un trauma complejo. En ese momento, se enfrentan a la saturación de los servicios públicos de salud mental, que constituye una de las principales barreras de acceso a la recepción de una atención adecuada.

“Los primeros momentos tras salir de una red de explotación son críticos: la mujer se encuentra confundida, con incertidumbre sobre su futuro y en una situación de extrema vulnerabilidad”, destacan desde Fiet. A esto se suma la revictimización, al tener que relatar continuamente su experiencia durante el proceso judicial; la estigmatización social, que les lleva a una vergüenza y miedo que les impiden contar lo ocurrido a su familia; y la soledad: “Muchas mujeres carecen de una red afectiva, lo que dificulta aún más su recuperación”.

Esto, sin embargo, no es imposible: “Hemos visto mujeres que llegaron muy asustadas, desconfiadas, con un nivel elevado de ansiedad o un estado de ánimo muy bajo, y que, con apoyo terapéutico, han logrado recuperar hábitos cotidianos, confianza en sí mismas y paz mental”. Ahí radica la importancia de este tipo de asociaciones que brindan un apoyo y unos recursos a estas personas en situación de vulnerabilidad.

Fiona Bellshaw, fundadora y directora
Fiona Bellshaw, fundadora y directora de Relaciones Institucionales. (Cedida por Fiet Gratia)

Las barreras tras la explotación

El proceso de recuperación es largo y difícil. Muchas de ellas, tras salir de la red de prostitución, se enfrentan al desconocimiento de sus derechos o a la burocracia interminable. “Para nosotros, quizá una de las mayores frustraciones es que, cuando ellas ya se recuperan y tienen tanta ilusión hacia la vida, se encuentran con muchas dificultades administrativas”.

Por ejemplo, los largos periodos de tiempo que deben esperar para conseguir su documentación, la búsqueda de un empleo que les permita la independencia económica o incluso una vivienda: “Ya os podéis imaginar que aquí en Madrid ellas lo tienen muy, muy, muy complicado”, señala Bellshaw con respecto a la actual crisis habitacional. “Ellas luchan, dedican mucho a su recuperación, a ir hacia delante, y quieren creer que hay una sociedad justa y solidaria, pero muchas veces no es así”.

Muchas de estas mujeres que han sido víctimas de trata y explotación sexual son madres, ya que estas organizaciones criminales “suelen escoger mujeres jóvenes con hijos a su cargo” por la necesidad económica que entraña esta responsabilidad. Un punto importantísimo de su proceso de recuperación es la creación de un vínculo natural y saludable con el menor, ya que “no se han podido dedicar a ser mamás”.

“Los niños también son víctimas de la situación que han vivido sus madres”, explica Bellshaw en la rueda de prensa celebrada el pasado martes. “Además, algunos de ellos, lamentablemente, han sido abusados sexualmente o han presenciado escenas que ningún niño tendría que ver”. En este sentido, Fiet destaca la importancia de trabajar tanto en la recuperación de la mujer, que ha sufrido un grave impacto emocional fruto de las experiencias vividas, como en la terapia psicológica de los menores, potenciando siempre que la madre se sienta parte del cuidado y la enseñanza del niño. “Es fundamental que ella, que lo ha perdido todo, no pierda también a sus hijos”.

Club de carretera. (Europa Press)
Club de carretera. (Europa Press)

La situación actual en España

Contabilizar el número de personas que se dedican a la prostitución o que son explotadas con fines sexuales en España es imposible debido a la clandestinidad de estas actividades. Sin embargo, el Ministerio de Igualdad realiza un acercamiento: en el Macroestudio sobre trata, explotación sexual y prostitución de mujeres: una aproximación cuantitativa, estima que son al menos 114.576 mujeres mayores de edad las que están en situación de prostitución en el país. De estas, un 24,2% serían víctimas de explotación sexual, aunque en un avance previo a la publicación completa del macroestudio el Ministerio de Igualdad situó la cifra (siempre estimada) en un 80,7%, dando cuenta de la divergencia en la metodología y la dificultad de cuantificación.

Según los datos del Ministerio del Interior, en 2024 la Policía Nacional y la Guardia Civil liberaron a 1.794 víctimas de redes de trata y de explotación, de las cuales 632 (16 menores de edad) habían sido captadas específicamente con fines sexuales. “La prostitución parece invisible en nuestro país”, señalan desde Fiet, “pero son miles las mujeres atrapadas en pisos, chalés y clubes. Muchas viven en soledad absoluta, sin apoyo ni protección. Además de haber dejado atrás sus hogares, cargan con un duelo migratorio y con el trauma de la explotación sexual. No podemos ser indiferentes. Ningún cuerpo debería estar en venta”.

La prostitución en España actualmente se encuentra en un estado de alegalidad, puesto que no está ni regulada ni prohibida de forma expresa, pero la Ley de Seguridad Ciudadana de 2015, conocida como “ley mordaza”, pese a que su diseño no está específicamente orientado hacia la compra-venta de servicios sexuales, permite multar a clientes y personas que ejercen la prostitución en la vía pública.

El Ministerio de Igualdad prevé presentar este mes de septiembre un anteproyecto de ley para abolir la prostitución, así como una ley de trata que buscaría dar alternativas a las mujeres en esta situación. Desde colectivos como el sindicato OTRAS (Organización de Trabajadoras Sexuales) señalan la importancia de diferenciar ambas situaciones: las mujeres que se dedican a la prostitución libremente, que rechazan el proyecto abolicionista del Gobierno, y quienes lo hacen de forma forzada, que necesitan esa protección institucional.

Protesta de trabajadoras sexuales en
Protesta de trabajadoras sexuales en 2022, que exigían la regulación de la prostitución. (Ricardo Rubio/Europa Press)

Desde Fiet Gratia, destacan que una de las tareas pendientes es que las víctimas cuenten con los recursos necesarios para tener un futuro alternativo, poniendo especial hincapié en el tema de la salud mental: “Se requieren más medidas, porque están desbordados en el sistema público. Se necesita una atención más específica, comprendiendo la situación de la víctima. Todos los pasos que se pudieran dar hacia esto serían buenos”.

Además, subrayan que las mujeres que se encuentran atrapadas en este sistema “necesitan algo más que rescates puntuales: necesitan salidas dignas, alternativas reales y reparación”. Mientras esta estructura cambia, Fiet y otras organizaciones que se dedican a dar una ayuda integral o parcial a estas mujeres se convierten en fundamentales.

María, tras salir de la situación de explotación sexual y llevar a cabo su proceso de recuperación, tomó la decisión de quedarse en la organización para ayudar a otras víctimas, según explica en el corto documental de Fiet. Así, mientras que las tramas criminales crean una red de la que resulta muy complicado escapar, el testimonio de estas mujeres funciona como una cadena de apoyo a la que cada vez se suman más eslabones.