
Si hay una disciplina que ha aumentado su popularidad en los últimos tiempos, esa es el yoga. Pese a que sus raíces tengan más de 5.000 años, su auge ha sido muy llamativo.
Esto se debe a los beneficios que tiene a nivel físico y mental. Para muchas personas se ha convertido en una vía de escape para desconectar. Sin duda, uno de los puntos positivos es que, gracias a la amplia variedad de ejercicios y estiramientos que hay, resulta sencillo encontrar una rutina que se ajuste a tus necesidades.
Si eres una persona de nivel medio o avanzado, esta asana puede ser un verdadero reto. Se trata de la postura del mono, un ejercicio para personas que ya tienen experiencia y buscan desafíos más complejos para seguir progresando.
Beneficios de la postura del mono
La postura del mono, conocida también como hanumanasana, destaca por mejorar la flexibilidad y la fuerza de las piernas. Esta asana favorece el estiramiento de la musculatura isquiotibial, permitiendo una mayor amplitud de movimiento y una mejor salud muscular en la zona posterior de las piernas.
Además, tonifica y refuerza el psoas y los cuádriceps, músculos fundamentales tanto para la estabilidad como para la movilidad general. De acuerdo con diversas escuelas de yoga, la postura fortalece la pelvis, ayuda a reducir el estrés y a gestionar la ansiedad.
Cómo realizar la postura del mono
Para ejecutar el hanumanasana correctamente y minimizar riesgos, es importante hacerlo en una superficie cómoda y preparada, como puede ser una esterilla. Hay que empezar de rodillas y mantener las manos apoyadas en el suelo.
A continuación, relaja las piernas y flexiona hacia atrás la pierna izquierda, mientras la pierna derecha se estira hacia adelante como en una gran zancada. Al iniciar el movimiento, los expertos recomiendan hacer una respiración profunda, concentrarse en alinear la cadera con el suelo y tratar de mantener la espalda erguida. El apoyo de las manos, ya sea en bloques o en el suelo, es esencial para facilitar el alineamiento corporal.
Una vez estés en esta posición, intenta estirar al máximo las piernas, sin desplazarlas hacia los laterales. A continuación, es recomendable elevar los brazos y unir las palmas sobre la cabeza, dirigiendo la mirada hacia arriba.
Riesgos asociados a la postura del mono
Esta asana presenta varios riesgos cuando se practica sin la experiencia adecuada o sin supervisión profesional. Dada su complejidad, es importante haber calentado bien antes de practicarla. Sin una preparación muscular suficiente puede provocar distensiones en los isquiotibiales, desgarros en el psoas o sobrecargas en los muslos y la pelvis. También existe el riesgo de lesiones articulares en la cadera y las rodillas si se excede la capacidad de flexibilidad individual.
El mal alineamiento, una caída accidental o una ejecución forzada de la postura pueden resultar en dolor lumbar o molestias crónicas. Además, esta asana no es recomendable para personas con antecedentes de lesiones en las extremidades inferiores, dolores en la cadera o con problemas de movilidad.
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