Un estudio de la Universidad de Sevilla confirma que la actividad física ayuda a prevenir el parkinson

El hallazgo aporta pistas clave para desarrollar estrategias que retrasen el deterioro cognitivo

Guardar
Un doctor observando un informe
Un doctor observando un informe del cerebro (AdobeStock)

La enfermedad de Parkinson afecta a millones de personas en todo el mundo y es una de las enfermedades neurodegenerativas más comunes después del alzhéimer. Aunque los tratamientos actuales se centran en aliviar los síntomas relacionados con el movimiento, un estudio reciente del Instituto de Biomedicina de Sevilla revela que la actividad física regular puede ofrecer beneficios más amplios.

El ejercicio no solo mejora la movilidad, sino que también ayuda a proteger el cerebro frente al deterioro cognitivo, que es común en quienes padecen párkinson. Este deterioro afecta a funciones esenciales como la memoria, la atención y la capacidad para procesar información, y puede aparecer desde las primeras etapas de la enfermedad, afectando mucho la calidad de vida de los pacientes y sus familias.

Marc Gauthier, de 62 años, ha vuelto a caminar tras un diagnóstico de Parkinson hace ya tres décadas.

Cómo se realizó el estudio

Para entender mejor los efectos del ejercicio, los investigadores analizaron a 120 pacientes con párkinson en sus primeras fases. Estos pacientes forman parte de un gran proyecto internacional llamado Parkinson’s Progression Markers Initiative (PPMI), que sigue a personas diagnosticadas con párkinson para estudiar cómo avanza la enfermedad.

Durante cuatro años, los investigadores midieron la actividad física de los pacientes con un cuestionario que evalúa la cantidad y tipo de ejercicio que realizan en su vida diaria. Además, usaron imágenes por resonancia magnética para observar cambios en el cerebro, especialmente en áreas que suelen dañarse con el párkinson, como la corteza cerebral, el hipocampo y la amígdala. Estas zonas están relacionadas con la memoria, la atención y las emociones.

Los resultados mostraron que los pacientes que se mantenían más activos tenían menos pérdida de tejido cerebral en estas regiones, lo que sugiere que el ejercicio físico ayuda a proteger el cerebro de la degeneración que causa la enfermedad.

Beneficios del ejercicio para la función cognitiva

El estudio también encontró que esta protección cerebral se traduce en una mejor función cognitiva. Es decir, quienes hacían más ejercicio tenían mejores resultados en pruebas de memoria verbal, atención y velocidad para procesar información.

Los investigadores destacan que este efecto neuroprotector del ejercicio es clave para frenar el deterioro cognitivo que acompaña al párkinson. Esto abre la puerta a que la actividad física se considere un tratamiento fundamental para la enfermedad desde sus etapas iniciales.

Hacia nuevas formas de tratamiento

Los científicos insisten en la importancia de incluir programas de ejercicio en el tratamiento diario de quienes tienen párkinson. La medición del ejercicio en el estudio se hizo en el contexto real de la vida de los pacientes, lo que facilita que estas recomendaciones se puedan aplicar en la práctica clínica.

Además, las imágenes cerebrales usadas en el estudio podrían servir en el futuro para seguir la evolución de la enfermedad y evaluar cómo responden los pacientes a tratamientos sin medicamentos, como el ejercicio físico.

Este estudio fue posible gracias al apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación de España, el Instituto de Salud Carlos III y la Unión Europea, entre otras instituciones. También contó con la colaboración de varios centros de investigación nacionales e internacionales.