
Durante los últimos meses, las autoridades sanitarias han advertido sobre el peligro de los microplásticos presentes en los ecosistemas y en la cadena alimentaria. Estas pequeñas partículas, que minen menos de 5 milímetros, provienen de la descomposición de plásticos más grandes como envases, botellas, ropa sintética o productos cosméticos que pueden liberarse en el medio ambiente y a su vez en la salud humana. De esta manera, al absorber las sustancias tóxicas del ambiente, como metales pesados, pesticidas o productos químicos industriales, estas podrían generar efectos adversos una vez se ingiere el alimento procesado.
Aunque se están realizando diferentes investigaciones para comprender mejor los efectos de la exposición a estos microplásticos a largo plazo, un reciente estudio ha revelado que este contaminante ha llegado a uno de los alimentos más comunes: la sal. Los investigadores de la Escuela de Ingeniería ICAI han descubierto que, en promedio, cada kilogramo de sal contiene 500 fragmentos de microplásticos. Este hallazgo implica que los consumidores que ingieren entre 6 y 18 gramos de sal al día están ingiriendo entre 3 y 9 fragmentos de plástico, una cantidad considerable de este contaminante casi invisible.
Para llevar a cabo esta investigación se han analizado 13 marcas de sal en Europa desde un punto de vista pionero, ya que el estudio no solo se ha centrado en el producto final, sino en el proceso completo de producción. De esta manera, se han tomado muestras desde la entrada del agua del mar hasta la sal envasada que se vende en los supermercados. Además, dentro de las marcas analizadas, se han hecho pruebas con seis salinas españolas que provienen tanto de salinas de litoral como de interior, lo que ha permitido percibir las diferencias en la concentración de estos microplásticos dependiendo del tipo de sal y el método utilizado.
¿Cómo llegan los microplásticos a la sal?

El estudio ha dejado claro que la contaminación por microplásticos en la sal es un proceso complejo que involucra tanto el agua como el aire. La producción de sal a partir de salinas de evaporación solar es especialmente vulnerable a este tipo de contaminación. Las salinas costeras obtienen su agua de mar, que ya puede contener microplásticos debido a los vertidos de aguas residuales, el arrastre de sedimentos y otros residuos sólidos. Sin embargo, los resultados más sorprendentes provienen de las salinas de interior, que, aunque no se alimentan directamente de agua marina, también presentan contaminación por microplásticos, algo que en un principio parecía exclusivo de las salinas costeras.
Sin embargo, en las conclusiones han confirmado que “tanto las salinas costeras como las interiores experimentan una disminución de la contaminación por microplásticos a medida que el agua (salmuera) pasa por diferentes estanques hasta los cristalizadores, posiblemente debido a la sedimentación. Pero el resultado más sorprendente ha confirmado que los microplásticos también pueden contaminar la sal a través del aire. Por lo tanto, los investigadores han insistido en la necesidad de una mayor atención a los puntos del proceso donde los microplásticos pueden ingresar a la sal.
El análisis también ha identificado que los microplásticos no solo provienen del agua en la que se disuelve la sal, sino también de otros factores, como los procesos de apilamiento de la sal en montículos, que atraen las partículas que transporta el viento. Del mismo modo, el contacto de la sal con las cosechadoras, las cintas transportadoras de caucho y los envases de plástico contribuye a la contaminación durante la etapa de procesamiento. Además, cabe añadir, que “el envasado de la sal no altera significativamente la cantidad de microplásticos contenidos en los productos finales”, tal y como confirman en al final del estudio.
Una amenaza para la salud
Según apuntan, se estiman unas concentraciones de entre 256 y 1.500 microplásticos por litro de agua desde la recogida hasta la entrada a los cristalizadores, que sería la última etapa del proceso de producción. Mientras que en la sal envasada se han detectado entre 79 y 193 por cada kilo. Igualmente, se han detectado diferencias geográficas, dependiendo del espacio natural del que se ha extraído la materia: los espacios protegidos presentan un número inferior de estos plásticos. En cuanto a las salinas de interior, sobre todo aquellas sacadas del pozo, no se han observado, microplásticos en los análisis, mientras que en etapas posteriores sí hallamos estos contaminantes, lo que señalaría una contaminación durante el procedimiento de envasado.
Aunque aún se están llevando a cabo investigaciones sobre los efectos a largo plazo de la ingesta de microplásticos, los hallazgos sugieren que estas pequeñas partículas pueden tener efectos perjudiciales para la salud. Los microplásticos pueden bloquear las membranas celulares, dificultando algunos procesos fisiológicos esenciales. Además, los plásticos no son solo contaminantes físicos; también pueden estar acompañados de sustancias químicas tóxicas que pueden ser perjudiciales para el organismo.
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