“Funcionario durante 39 años, me despidieron por no haber fichado seis veces”: a 11 meses de su jubilación, él y su esposa embarazada se vieron sin ingresos y “contando centavos”

André Body, un extrabajador de la Agencia de Edificios belga, catalogaba edificios federales: tenía la autorización para salir sin fichar debido a que sus funciones conllevaban trabajo de campo

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A once meses de la jubilación, tras 39 años y un mes de servicio en la administración pública belga, André Body fue despedido. Tenía 61 años. Su carrera, que abarcó varios ministerios y culminó con una década en la Régie des Bâtiments (la Agencia de Edificios, que gestiona las operaciones inmobiliarias relativas a los edificios públicos que albergan a funcionarios federales), terminó sin avisos, sin despedida y sin fiesta. La Agencia, contactada en su momento, no quiso hacer declaraciones.

En 2016 se inició contra él un proceso disciplinario por “uso indebido del reloj de control de tiempo”. Según el expediente, habría salido de su puesto sin fichar en seis ocasiones. La sanción fue fulminante: dimisión obligatoria. Pero no se resignó. Recurrió a los tribunales y, ocho años después, obtuvo un fallo a su favor. “Pensaron que me atraparían. Tuve la última palabra.”

Despedido por salir sin fichar aunque tenía autorización para hacerlo

Según informan desde el medio belga La Dernière Heure Les Sports, Body ingresó en La Défense en 1977. A lo largo de su carrera pasó por Justicia, Clases Medias, Obras Públicas y Ordenación del Territorio, hasta llegar a la Agencia de Edificios. Su última tarea como funcionario fue catalogar 104 edificios federales en Bruselas. Debía actualizar direcciones y encontrar un contacto por inmueble. Un trabajo de campo diario que justificaba su salida frecuente de la oficina. Debido a esto, había obtenido la autorización de no tener que fichar cada vez que salía.

Aun así, el informe disciplinario sostuvo que abandonó su puesto sin registrarlo, algo que podía hacer debido a sus funciones. En 2017, el procedimiento desembocó en su despido. La situación personal no ayudaba: su esposa, embarazada de gemelos, y él mismo quedaron sin ingresos. Ni el fondo de desempleo ni el CPAS (Centros públicos de acción social) otorgaron ayudas durante un año. “Fue una mala época”, relató. “Estábamos contando nuestros centavos. No teníamos nada. Tuvimos que pedir prestado. Sin nuestros amigos, no habríamos sobrevivido.”

Despido. (Adobe Stock)
Despido. (Adobe Stock)

Asesorado por el abogado Pascal Lamon, demandó al Estado. El Consejo de Estado anuló el despido, declaró ilegal la sanción y ordenó el pago de los once meses de salario que no se habían abonado hasta la fecha prevista de jubilación. En paralelo, otro tribunal concluyó que ni la Régie ni la oficina de desempleo informaron correctamente a Body sobre sus derechos. Por ese fallo, obtuvo una indemnización de 2.500 euros.

El último capítulo judicial se resolvió recientemente. El Tribunal de Primera Instancia francófono de Bruselas calificó la sanción de “manifiestamente desproporcionada” y “totalmente arbitraria”. No hubo condena por acoso, pero sí se reconoció un perjuicio moral. Body reclamaba 15.000 euros, justificando la suma por “el estrés sufrido durante el embarazo de dos meses de mi mujer”, “el sentimiento de vergüenza y el atentado a mi honor” y por haber sido “privado de una fiesta de jubilación” y “de un regalo de unos compañeros”.

En principio, el tribunal no lo desestimó. El hecho de “haber tenido que dejar el trabajo de un día para otro, sin haber tenido oportunidad de despedirse de los compañeros o de celebrar adecuadamente la jubilación, está causando un daño moral que debe ser tomado en consideración”. Para el juez, sin embargo, André Body exagera: “Nada permite suponer que tuviera derecho a un regalo de 1.000 euros, como parece afirmar”. Aun así, le concedió 3.500 euros por daño moral y 1.650 por costes procesales. Sumando esa cantidad a la indemnización de 2020 e intereses desde 2017, la cifra ronda los 8.675 euros, además del salario ya recuperado.

Aunque la compensación quedó por debajo de lo que esperaba su entorno, Body da por cerrada la historia con una sensación de victoria. “El día que me despidieron, no dejé de llamar al administrador general de la Régie para advertirle: ‘Llevas 11 meses siendo un incordio. Te voy a hacer enojar durante 11 años.’” ¿Ha terminado? No del todo. Body está trabajando en un libro que recoge su experiencia bajo el título En 40 años, he visto algunas cosas. La última palabra, parece, aún está por escribirse.