El precio a pagar por sentirse solo: el impacto de la soledad no deseada en la economía española supone un 1,2% del PIB

Un estudio científico ha desvelado que el aislamiento afecta de manera desigual a la población, siendo los jóvenes y mayores de 75 años los que más lo padecen

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Una adolescente se siente sola.
Una adolescente se siente sola. (Canva)

La soledad no deseada, una realidad creciente en las sociedades actuales, ha sido identificada como un factor que afecta gravemente la salud física y mental de quienes la experimentan. Sin embargo, los efectos de este aislamiento van más allá del bienestar individual: su impacto económico es significativo. De acuerdo con el estudio El coste social de la soledad no deseada en España, en el país, los costes sociales derivados de esta situación representan el 1,2% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto equivale a aproximadamente 14.129 millones de euros, según la investigación publicada en el European Journal of Health Economics.

El informe también revela que las personas que se sienten solas de manera involuntaria enfrentan una peor calidad de vida en comparación con el resto de la población. En términos de los Años de vida ajustados por calidad (Quality Adjusted Life Years), que son una medida que combina la cantidad de años vividos con el disfrute de estos, se estima que la soledad no deseada genera una pérdida de 1,04 millones de estos años, lo que representa el 2,8% del total de la población española mayor de 15 años. No obstante, la experimentación de este sentimiento es desigual en género y edad, aunque afecta a todos. Lo padecen mayoritariamente mujeres y los principales grupos son los más jóvenes (16-24 años) y los mayores de 75 años.

Este análisis incluye tanto los costos tangibles (gastos en atención sanitaria y las pérdidas de producción laboral), como los costos intangibles, que se refieren a la disminución de la calidad de vida de las personas afectadas. En el caso del primer tipo de desembolso, alrededor del 56,8% corresponde a pérdidas en la productividad debido a la reducción de tiempo laboral, mientras que el 43,2% restante se asocia a un mayor gasto en servicios de salud y medicamentos. Esto se debe a que los individuos que sufren la soledad no deseada son más propensos a experimentar problemas de salud, como enfermedades cardíacas, diabetes, ansiedad y depresión, lo que incrementa la demanda de atención médica y tratamiento farmacológico.

Una persona mayor de 75
Una persona mayor de 75 años acude a la consulta del médico. (Canva)

Los gastos derivados de esta situación no se limitan a la salud y la productividad. También tienen un impacto considerable en el mercado laboral, ya que las personas que experimentan soledad tienen menores tasas de empleo a tiempo completo y mayores cifras de trabajo parcial en comparación con el resto de la población. Este fenómeno refleja una disminución en la capacidad de participación laboral, lo que a su vez contribuye a la pérdida de ingresos y al debilitamiento de la economía.

Salud y economía

A nivel de salud, los estudios muestran que las personas que sufren aislamiento indeseado tienen un mayor uso de los servicios de salud. Por ejemplo, la frecuencia de visitas al médico de cabecera y a especialistas, así como el número de hospitalizaciones, son significativamente mayores entre los afectados. En cuanto al consumo de medicamentos, se observa un aumento en el uso de tranquilizantes, relajantes y antidepresivos, lo que refleja el vínculo entre la soledad y los trastornos mentales. Debido a esto, además, aumenta la tasa de muertes prematuras.

La sanidad pública española deja sin realizar casi dos millones de cirugías por la saturación de las listas de espera.

Para calcular los costes en la economía, se ha comparado la información de una muestra de 400 personas con soledad no deseada con la de dos muestras de la población general obtenidas de las Encuestas Nacionales de Salud de España. Este enfoque ha permitido estimar de manera precisa las diferencias en la utilización de los servicios de salud, el consumo de fármacos y los efectos sobre el rendimiento laboral.

Por otro lado, el informe subraya la importancia de abordar este fenómeno desde una perspectiva de políticas públicas. Se sugiere que las intervenciones para reducir la soledad no deseada, como el fomento de redes sociales, plataformas digitales de interacción y programas intergeneracionales, podrían mitigar estos costos tanto para los individuos como para la sociedad en su conjunto.