
Las proteínas se han convertido en una parte clave de la mayoría de los menús y dietas que seguimos a diario. Su fundamental papel en el mantenimiento de la función celular, así como su apoyo al sistema inmunológico y a los beneficios que aportan a los huesos y a los huesos las convierte en un macronutriente que muchos nutricionistas incluyen en sus planes para promover el bienestar y controlar el peso.
Al pensar en las proteínas es posible que quien no tenga demasiado conocimiento sobre el tema piense inmediatamente en productos animales, tales como la carne o los huevos. Ambos alimentos se han convertido también en un habitual de los platos preparados para quienes buscan maximizar su ingesta proteica. Y es que un solo huevo, por ejemplo, puede contener más de 6 gramos de proteína, lo que equivale al 13% del valor diario recomendado en una dieta de 2.000 calorías.
Un ingrediente para muchos platos
Sin embargo, lo cierto es que para quienes busquen alternativas a los productos animales, existe una verdura que, dentro de la categoría de las legumbres, ofrece una cantidad de proteínas incluso mayor: el edamame. Estas vainas de soja, recogidas antes de madurar, pueden aportar hasta 18 gramos de proteínas con una sola taza llena, lo que equivale a lo que podrían aportar tres huevos.
Una ventaja de esta hortaliza es que se puede emplear de muy diversas maneras en nuestra cocina. El edamame se puede hervir, preparar al vapor, asar o incorporar a otros platos como los poke, las ensaladas o los salteados. Una gran versatilidad que ha contribuido al notable aumento de popularidad que ha ido ganando este alimento en los últimos años, para beneficio de la salud de quienes lo ingieren.
El edamame, además de proteínas, es una importante fuente de hidratos de carbono, ácidos grasos omega y micronutrientes como el calcio, el magnesio y el potasio, además de una importante cantidad de fibra similar a la de, por ejemplo, algunas frutas cítricas. Eso sí, es importante, recomiendan los expertos, controlar la cantidad de sal que les echemos, ya que suele ser habitual emplear este condimento en su preparación, lo que en exceso podría también resultar perjudicial.
Un tentempié de origen japonés
Sin embargo, lo cierto es que a día de hoy este producto vegetal sigue siendo bastante desconocido. Para encontrar su origen habría que viajar hasta el Japón del período Edo, cuando los campesinos lo consumían como un tentempié en diferentes momentos del día, de cara a poder seguir con su jornada. Es en Japón, también, donde se pueden encontrar numerosos bares que los sirven tanto secos como hervidos, a modo de tapa que acompaña las cervezas o el shochu, bebida destilada de cebada, boniato o arroz.
Hubo que esperar a finales del siglo XX para que los platos occidentales empezaran a utilizarlo como ingrediente, si bien fue al descubrirse sus importantes beneficios nutricionales cuando su presencia se extendió hasta llegar a los supermercados.
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