Pasaron dos décadas desde que Orgullo y prejuicio de 2005 cautivó a cinéfilos de todo el mundo, consolidándose como una obra maestra del cine de época. Bajo la dirección de Joe Wright, la película recreó de manera magistral la Inglaterra del siglo XIX, logrando un éxito arrollador en taquilla, alcanzando casi 122 millones de dólares. La crítica, no menos generosa, elevó a Keira Knightley al estatus de joven promesa, otorgándole una nominación al Oscar a sus 20 años por su interpretación de Elizabeth Bennet, un papel que se convertiría en icónico.
Para Keira Knightley y Rosamund Pike, quienes encarnaron a las inolvidables hermanas Bennet, los recuerdos del rodaje siguen vivos y vibrantes, un testimonio de la magia que se creó entre bastidores. En una reciente reunión organizada por Vanity Fair, ambas actrices compartieron con entusiasmo las memorias de esos días, destacando tanto la intensidad de sus roles como las anécdotas inolvidables nacidas en el set. “Recuerdo esa sensación mientras la hacíamos: que iba a funcionar”, compartió Knightley, iluminada por la certeza optimista de su juventud; una intuición que, con la distancia del tiempo, demostró ser profética.
Rumbos diversos tras el renombre
Después del renombre alcanzado por Orgullo y prejuicio, las trayectorias de Keira y Rosamund tomaron caminos variados y desafiantes. Knightley, conocida por derribar barreras interpretativas, asumió papeles complejos como el de Black Doves, donde personifica una asesina reconvertida en la esposa de un político. Siempre buscando desafiantes alturas creativas, encontró en esta serie de Netflix una plataforma para explorar nuevas facetas de su talento.

Rosamund Pike, por su parte, lo apostó todo en el universo de la fantasía, desafiando los límites del género en La rueda del tiempo. Interpretando a la mágica Moraine, Pike demuestra su versatilidad, abrazando un universo completamente distinto al mundo victoriano de Jane Austen. No obstante, el desafío del estrellato ya se manifestó desde los comienzos de sus carreras, algo en lo que ambas reflexionan profundamente, reconociendo las metamorfosis personales y profesionales que conlleva la madurez en una industria tan exigente.
La herencia de Sutherland y reflexiones sobre la salud mental
La entrevista con Vanity Fair sirvió también como un espacio para recordar el legado de Donald Sutherland, un icono cuya presencia marcó un antes y un después en el set. “A una fiesta llegó con una máscara de gas porque quería que todos pudieran fumar sin preocuparse”, recordó Knightley, evocando la imagen de un hombre legendario que sabía combinar humor y profesionalismo de manera admirable.

En su conversación, Knightley y Pike abordaron el delicado tema de la salud mental, un tópico que resuena con fuerza en el ecosistema cinematográfico actual. Pike recordó la presión que sintió durante su debut en el filme de James Bond, Muere otro día, donde la sofisticación esperada contrastaba con una profunda vulnerabilidad interna. Knightley también reforzó esta narrativa, subrayando que los sentimientos de duda e inseguridad son comunes durante la juventud, pero que la experiencia los mitiga gradualmente, enseñando lecciones valiosas sobre la resiliencia emocional.
Transformaciones actorales y el impacto de los directores
El proceso de transformación actoral es un tema recurrente en la conversación entre Knightley y Pike. Ambas actrices reflexionaron sobre los puntos de conexión con sus personajes: Pike, conocida por su entrega inquebrantable, se enfrenta con agudo ojo crítico a personajes carentes de humor, mientras que Knightley encontró fascinante la multiplicidad de personalidades que emergen, especialmente con la maternidad, un terreno que añade nuevas dimensiones a su interpretación.
Para Knightley, Joe Wright fue una figura emblemática en su carrera, creyendo en su capacidad y defendiendo su talento en momentos cruciales. Por otro lado, Pike recordó con afecto el meticuloso proceso de rodaje con David Fincher en Perdida, una experiencia que considera central en su carrera, marcando un antes y después en su desenvolvimiento actoral.
Admiración mutua: actuaciones que trascienden

En un clima de admiración y respeto mutuo, ambas actrices destacan sus interpretaciones favoritas del otro. Para Knightley, la psicótica y radicalmente maravillosa actuación de Pike en Me importa mucho cautivó, dejando una huella imborrable. Pike, por su parte, describió la deslumbrante “Ana Karenina” de Knightley como una obra maestra de la complejidad teatral, capaz de deslumbrar a la audiencia con un brillante juego de emociones y escenario.
Así, Keira Knightley y Rosamund Pike reflejaron cómo sus caminos divergieron y convergido a lo largo de dos décadas desde Orgullo y prejuicio. Juntas, construyendo puentes hacia lo que significa ser verdaderas a sí mismas, su historia es testimonio del desarrollo de su talento, y de conexiones personales profundas que se tejieron tanto dentro como fuera del set de filmación.
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