El comentario de la Reina Isabel II a Helen Mirren después de verla en The Queen

recí sin querer ser observada. La atención me avergonzaba, y actuar en la escuela era una forma de desaparecer en lugar de destacar”, confiesa Helen Mirren, la icónica actriz británica ganadora del Oscar, el Tony y el Emmy, entrevistada por The Wall Street Jornal.

Su carrera, sin embargo, la llevó precisamente a convertirse en el centro de todas las miradas, algo que no logró aceptar por completo hasta sus 30 años.

A sus 79 años, Mirren sigue siendo una presencia imponente en el cine, el teatro y la televisión. Conocida por sus papeles en The Queen, The Audience, Prime Suspect y -por estos días- en 1923, la precuela de Yellowstone, la actriz ha construido una carrera sobre personajes fuertes y memorables.

Sin embargo,detrás de esa seguridad en pantalla hubo años de lucha contra la timidez.

“Al principio, actuar era una fortaleza detrás de la cual podía esconderme. Me transformaba en alguien más glamoroso, más fascinante, más dramático… y, sobre todo, más articulado, porque tenía las palabras de grandes escritores”, explicó.

Con el tiempo, sin embargo, comprendió que el verdadero arte de la actuación no consiste en ocultarse, sino en encontrar la manera de ser uno mismo dentro del personaje.

En la entrevista, la actriz habla sobre su infancia, su primer desnudo en el cine, su experiencia al interpretar a la reina Isabel II y el momento en que finalmente la conoció en persona.

Helen Mirren creció en Leigh-on-Sea, en el sureste de Inglaterra, en una familia de origen ruso e inglés. Su padre, Basil, había nacido en la aristocracia rusa, pero su vida dio un giro tras la Revolución de 1917, que obligó a su familia a exiliarse en Londres.

Eventualmente se convirtió en taxista y luego en examinador de manejo. Su madre, Kitty, era la menor de 14 hermanos en una familia trabajadora británica y una talentosa costurera.

“No teníamos mucho dinero, pero mis padres nunca estaban en deuda. Vivíamos en una casa modesta sin refrigerador ni calefacción central, pero era un hogar feliz”, recordó Mirren.

Desde pequeña, la actuación se convirtió en un refugio. A los 6 años, interpretó a la Virgen María en una obra escolar.

“No tenía líneas, solo debía quedarme quieta y parecer sagrada. Me encantaba no tener que hablar”, dijo con una sonrisa.

A los 10 años, comenzó clases de ballet, inspirada por un libro con imágenes de bailarines. Su primer gran reto llegó a los 13, cuando audicionó para la Royal Ballet School.

“Era la primera vez que actuaba frente a hombres y me puse nerviosa. Fue un desastre absoluto”, confesó.

En la secundaria, una monja le dio un consejo que la marcaría de por vida: “Cuidado con el miedo”. Al principio, Mirren lo interpretó como una invitación a la valentía, pero con los años entendió que se refería a no dejar que el miedo la paralizara.

Cuando su profesora de literatura la animó a postularse a la National Youth Theatre, fue aceptada. Allí descubrió su pasión por Shakespeare y el poder transformador del teatro.

A los 19 años, Helen Mirren obtuvo el papel de Cleopatra en Antony and Cleopatra, una producción del National Youth Theatre en el Old Vic Theatre de Londres. Fue una experiencia que la ayudó a superar su timidez.

“Interpretar a Cleopatra fue perfecto para mí. Era un papel fuerte, seguro, imponente… justo lo opuesto a lo que yo sentía que era en ese momento”, explicó.

Su primer trabajo profesional llegó dos años después en Charley’s Aunt, compartiendo escenario con Tom Courtenay, una estrella en ascenso en ese momento.

“No podía creer que estuviera en una comedia con alguien tan famoso”, recordó.

En 1968, Mirren dio un paso decisivo en su carrera al unirse a la Royal Shakespeare Company. Fue en esa época cuando vio actuar a leyendas como Maggie Smith y Geraldine McEwan, lo que la motivó aún más.

Ese mismo año, fue elegida para protagonizar su primera gran película británica, Age of Consent, junto a James Mason.

En Corazones en Fuga (Age of Consent, 1969), Mirren tuvo una escena de desnudo que marcó un antes y un después en su carrera.

“Las escenas de desnudo siempre son incómodas, especialmente cuando tienes 22 años”, admitió. Sin embargo, tanto James Mason como el director Michael Powell lograron que la experiencia fuera más llevadera.

“Mason fue un caballero y Powell hizo que la escena se sintiera natural”, contó. Este papel la ayudó a desprenderse de parte de su timidez y a ganar confianza en su carrera cinematográfica.

Mirren alcanzó fama mundial con Prime Suspect, pero su papel más icónico llegó en 2006, cuando interpretó a la reina Isabel II en The Queen.

“Fue aterrador. Interpretar a alguien tan conocido y vivo es un reto enorme”, explicó.

El papel le valió un Oscar, pero también la puso en la mira del público de una forma inesperada. “De repente, la gente me paraba en la calle. No estaba acostumbrada a eso”.

Años después, conoció a la reina Isabel II en un evento en Buckingham Palace. En 2018, durante el Royal Ascot, la reina la presentó a un jeque con un comentario sorprendente:

“Esta es Dame Helen. Me interpretó en la película”. El jeque quedó completamente desconcertado.

“Me pareció encantador que la reina lo mencionara. Fue la única vez que habló de la película conmigo”, confiesa Mirren.

Hoy, Helen Mirren sigue desafiándose a sí misma. En 1923, interpreta a Cara Dutton, una matriarca irlandesa en el mundo del oeste americano.

Viviendo entre Londres, Italia y Lake Tahoe, disfruta de su hogar y de la tranquilidad. “Mi lugar favorito es mi cama. Cuando trabajas tanto en locación, dormir bien se vuelve un lujo”, dijo.

Incluso ahora, sigue preparándose para nuevos papeles en cualquier momento. “Siempre llevo mis guiones en el bolso. A veces practico mis líneas en el supermercado. Seguro parezco una loca murmurando”, bromeó.

Con más de seis décadas en la industria, Mirren ha dejado huella en el cine, la televisión y el teatro. Pero más allá de los premios, su mayor logro ha sido vencer su timidez y convertirse en una de las actrices más queridas del mundo.