
La película The Brutalist, dirigida por Brady Corbet, generó un intenso debate en la industria cinematográfica, no solo por su ambiciosa narrativa y su extensa duración de tres horas y treinta y cuatro minutos, sino también por el uso de inteligencia artificial en su producción.
La historia, que según reveló Paris Match sigue la vida de un arquitecto húngaro que emigra a Estados Unidos tras sobrevivir a la Shoah, recibió múltiples reconocimientos en festivales, pero su implementación de tecnologías avanzadas en la posproducción despertó opiniones encontradas entre cineastas y espectadores.
Un filme monumental con desafíos técnicos
Rodada en película analógica y con una estética que recuerda a las grandes epopeyas cinematográficas, The Brutalist se centra en Laszlo Toth, un arquitecto cuyo sueño de éxito en Estados Unidos se transforma en una lucha contra los intereses de un poderoso industrial, interpretado por Guy Pearce.
En diálogo con Paris Match, Corbet explicó que busca elegir temas que mantengan su relevancia con el paso del tiempo y resuenen con cualquier audiencia, sin importar cuándo sean vistos.
Desde su presentación en el Festival de Venecia, el filme fue ampliamente analizado por su enfoque visual y narrativo, pero también por la inclusión de inteligencia artificial en la posproducción.
Para perfeccionar la pronunciación en húngaro de los actores Adrien Brody y Felicity Jones, el director recurrió a Respeecher, un software de IA diseñado para modificar la voz sin alterar las interpretaciones originales. “Si no hubiera utilizado esta tecnología, me habría enfrentado a una controversia diferente: mis actores habrían hablado húngaro con acento estadounidense o inglés”, afirmó Corbet.

El papel de la IA en la posproducción
Más allá del trabajo en los diálogos, el editor de la película, Dávid Jancsó, reveló en una entrevista con RedShark News que la producción también recurrió a la inteligencia artificial para generar imágenes.
Algunos dibujos y estructuras que aparecen en las escenas finales fueron creados mediante IA generativa, una decisión tomada por cuestiones de presupuesto y tiempo.
“Hablar de IA en la industria es difícil, pero no debería serlo”, aseguró Jancsó, quien ve esta tecnología como una herramienta que permite agilizar el proceso sin sustituir el trabajo humano, según declaró a Wired.
Por su parte, Corbet también se refirió al tema en declaraciones a The Hollywood Reporter y aclaró que el inglés no fue editado con IA y que la tecnología solo se empleó para perfeccionar ciertos sonidos en húngaro. “Fue un proceso manual, realizado por nuestro equipo y luego por Respeecher en posproducción”, sostuvo el director.

Una polémica en expansión
El uso de inteligencia artificial en la industria cinematográfica no se limitó a The Brutalist. La película Emilia Pérez, de Jacques Audiard, también fue objeto de críticas por recurrir a Respeecher para modificar la voz de la actriz Karla Sofía Gascón, combinándola con la de la cantante francesa Camille.
Según informó Wired, esta práctica provocó una controversia similar sobre los límites del uso de IA en el cine y su impacto en la interpretación actoral.
El debate trascendió el ámbito de la posproducción y llegó al proceso creativo. El director y guionista Paul Schrader experimentó con ChatGPT para generar ideas de guion y quedó sorprendido por su capacidad de producir conceptos originales en cuestión de segundos.
“Todas las ideas que se me ocurrieron en ChatGPT eran buenas. Y originales. Y bien desarrolladas. ¿Por qué deberían los escritores pasar meses buscando una idea cuando la inteligencia artificial puede proporcionar una en cuestión de segundos?”, reflexionó Schrader en una publicación citada por Wired.

Innovación o amenaza: el dilema del cine contemporáneo
Según Paris Match, el caso de The Brutalist reflejó la creciente influencia de la inteligencia artificial en el cine y las divisiones que genera en la industria.
Mientras algunos la consideran una herramienta útil para mejorar aspectos técnicos y optimizar tiempos de producción, otros temen que su uso excesivo pueda restar autenticidad a la labor de actores, guionistas y otros profesionales.
En declaraciones a Paris Match, Corbet defendió su postura y argumentó que la tecnología ayudó a perfeccionar detalles que habrían sido criticados de otra manera.
Jancsó, por su parte, enfatizó en RedShark News que el uso de IA en la película respondió a necesidades concretas de la producción, sin reemplazar el trabajo creativo humano.
El debate sobre la inteligencia artificial en el cine continúa abierto y plantea preguntas sobre el equilibrio entre la innovación tecnológica y la preservación de la esencia artística. La recepción de The Brutalist, según Paris Match, sugiere que la industria aún está en proceso de definir los límites de esta herramienta en la creación cinematográfica del futuro.
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