
“Short n’ Sweet soy absolutamente yo. No hay un alter ego, pero definitivamente es una versión más acentuada de mí”, dijo Sabrina Carpenter a Vogue, sentada en una mesa al aire libre en Los Ángeles.
A sus 25 años, la ex estrella de Disney logró lo que pocos: transformar su imagen de ídolo juvenil en un fenómeno global del pop sin perder su esencia.
Su sexto álbum, Short n’ Sweet, debutó en el número uno del Billboard 200 y consolidó su identidad artística con una fusión de géneros que van del disco al folk, con letras que combinan humor, deseo y vulnerabilidad.
Con un show de alto impacto y un sentido estético que dio forma al estilo Brinacore, Carpenter convirtió sus conciertos en experiencias teatrales.
“Mis shows son ocasiones para vestirse elegante. A veces ni siquiera me reconocen cuando estoy entre el público, porque me visto como un niño pequeño la mayor parte del día”, comentó entre risas.
Su puesta en escena es un homenaje a los íconos del pasado con una reinterpretación moderna: corsés brillantes, babydolls sensuales y referencias al coquettecore, todo acompañado de una presencia arrolladora en el escenario.
Su presencia en la moda se consolidó con colaboraciones con firmas como Dolce & Gabbana y Gucci, y su impacto es innegable.
La evolución de Carpenter fue visual y musical. Canciones como Espresso y Please Please Please la convirtieron en una máquina de hits, acumulando millones de reproducciones en Spotify.
Pero detrás de los números hay una artista que aprendió a traducir su personalidad en su música.
“Cuando era niña, me decían que tenía que elegir un género para ser una artista coherente. Pero eso siempre me molestó. Mi punto de vista es lo único que une todo”, afirmó con determinación.
Desde su educación en casa en Pensilvania hasta convertirse en uno de los nombres más comentados del pop, Carpenter supo apropiarse de su narrativa y redibujar las reglas de la industria.
“No me propuse hacer un álbum que encajara en un molde. Solo tenía muchas cosas que decir”, concluyó.
El fenómeno de Sabrina Carpenter y su estética
Desde el momento en que Espresso se convirtió en un éxito viral, quedó claro que Sabrina Carpenter estaba dominando las listas de reproducción, definiendo una nueva estética en el pop.
Su estilo, una mezcla entre la feminidad atrevida del coquettecore y la energía teatral del cabaret, dio forma a un movimiento propio: el Brinacore.
“Me inspiran muchas cosas: cine, fotografía, moda. Pero sobre todo, mujeres que lograron verse fuertes e hiperfemeninas al mismo tiempo”, dijo sobre la evolución de su imagen.
Más allá de la imagen, la clave del fenómeno Carpenter es su capacidad para jugar con la ironía y el deseo sin dejar de ser accesible.
“Siempre quiero que mi música y mi estética sean divertidas, sin tomarse demasiado en serio”, dijo. Su estilo es un reflejo de su actitud: una mezcla entre provocación y humor, nostalgia y reinvención, todo bajo su propio sello.
De estrella de Disney a ícono del pop

A los 12 años, Sabrina Carpenter firmó su primer contrato discográfico con Hollywood Records, la filial musical de Disney.
A los 13, consiguió su primer papel protagónico en Girl Meets World, la serie que la convirtió en un rostro familiar para toda una generación.
“Fue un campo de juego increíble. Me dieron mucha libertad con mi personaje, y Maya Hart terminó siendo muy parecida a mí: ingeniosa, rápida y un poco descontrolada”, recordó sobre su etapa en televisión. Pero, aunque la serie le dio visibilidad, su verdadera ambición siempre estuvo en la música.
Durante esos años, lanzó varios álbumes, pero no fue hasta Emails I Can’t Send (2022) que encontró su voz como compositora.
“Ese fue mi primer álbum de niña grande. Me di cuenta de que podía contar mi historia sin filtros”, dijo.
El disco exploraba sus desamores y conflictos familiares con una franqueza que sorprendió a quienes la habían seguido desde su etapa en Disney.
La transición de estrella juvenil a artista respetada no fue inmediata, pero Carpenter nunca quiso encajar en un molde.
“No tenía un plan maestro. Solo sabía que quería hacer música que se sintiera honesta porque quiero que mis fans me vean como soy. No me gusta repetirme. En cada álbum quiero probar algo diferente”, explicó.
A diferencia de otras figuras que intentaron distanciarse abruptamente de su pasado en Disney, Carpenter supo transformar su imagen de manera natural.
“Nunca sentí que tenía que rebelarme contra nada. Simplemente fui creciendo y dejando que mi música creciera conmigo”, dijo.
Ahora, con su éxito consolidado, la industria la reconoce como una ex estrella infantil, y como una de las voces más influyentes del pop actual.
El proceso creativo detrás de Short n’ Sweet
Cuando Sabrina Carpenter comenzó a escribir Short n’ Sweet, no tenía un concepto definido, pero sí una certeza: quería que fuera un reflejo fiel de su personalidad.
“Tenía muchas ideas musicales, pero lo único que las unía era mi punto de vista”, explicó. La mezcla de géneros, que va desde el disco hasta el folk, no fue una estrategia calculada, sino el resultado natural de su forma de componer.
Las primeras canciones del álbum nacieron en Francia, en el pequeño pueblo de Chailland, donde Carpenter se refugió con su equipo creativo.
“Era un pueblo fantasma. Solo había una iglesia vacía y una crepería donde tomaba espresso todos los días”, cuenta. Fue allí donde surgió Espresso, su mayor éxito hasta la fecha.
En el estudio de Nueva York, junto a Jack Antonoff, escribió Please Please Please, otro de los temas que definieron el álbum. “Sabía que sería un hit desde el momento en que la terminamos”, recordó.
Pero la composición fue divertida y catártica. En Dumb & Poetic, una de sus canciones más personales, Carpenter expone con ironía su experiencia con un chico de estética bohemia.
“Todos conocemos a alguien así. Es ese tipo que cree que los hongos psicodélicos le están cambiando la vida”, dijo entre risas.
También en Lie to Girls, una de las canciones más comentadas del álbum, aborda la facilidad con la que las mujeres justifican las actitudes de los hombres. “Si les gustas, se mentirán a sí mismas. No hace falta que hagas nada”, afirmó.
Esa combinación de humor, vulnerabilidad y deseo es lo que convirtió a Short n’ Sweet en su álbum más impactante.
“Es la versión más acentuada de mí. No hay un personaje ni un alter ego, solo soy yo divirtiéndome”, concluyó.
La experiencia en el escenario y la conexión con sus fans

Para Sabrina Carpenter, un concierto no es solo una presentación musical, sino un espectáculo en toda regla.
Su gira Short n’ Sweet está diseñada como una experiencia inmersiva donde cada canción representa un universo distinto.
“Quería que se sintiera como cambiar de canal en un televisor. Que el público nunca supiera qué venía después”, explicó.
Desde el primer momento, el show transporta a los asistentes a su mundo, con un escenario que imita un ático neoyorquino y una serie de cambios de vestuario que rinden homenaje a íconos del pasado.
Pero más allá de la estética, lo que hace que sus conciertos sean inolvidables es su capacidad de interactuar con el público.
“Tengo esta relación con mis fans donde sé que quieren más de mí. Y yo tampoco quiero decepcionarlos”, dijo.
Esa dinámica dio lugar a momentos virales, como las posiciones en el tema Juno, donde Carpenter juega con la letra de la canción y la teatraliza de manera inesperada.
“Al principio pensé en rotar entre un par, pero cada ciudad esperaba algo nuevo. Así que pensé: ‘A la mierda, vamos a divertirnos’”, contó entre risas.
La energía es palpable en cada ciudad, y Carpenter lo sabe: “La audiencia me da tanto que siento que tengo que darles el mejor show posible”.
Sus influencias y evolución artística
Uno de los referentes más presentes en su imaginario es Brigitte Bardot, cuya silueta sensual y aire despreocupado influyeron en su estilo.
También menciona a figuras como Cher y Madonna, artistas que dominaron la música, convirtiendo su imagen en parte de su narrativa.
“Me encanta la teatralidad, la idea de crear un personaje sobre el escenario sin que deje de ser una versión de mí”, dijo.
Esa ambigüedad es evidente en su show, donde pasa de la inocencia de un camisón transparente en Slim Pickins a la energía desbordante de Espresso, todo con una naturalidad impecable.
Para ella, el mayor aprendizaje fue confiar en su instinto. “Al final del día, lo que me hace sentir más orgullosa es saber que cada canción y cada decisión son realmente mías”, dijo.
Y si algo demostró su carrera, es que cuando sigue su propio camino, el mundo la sigue a ella.
Reflexiones sobre su carrera y lo que sigue

Con Short n’ Sweet, Sabrina Carpenter alcanzó un nuevo nivel de éxito, pero lejos de conformarse, ya piensa en lo que viene.
“Empiezo cada año tratando de desaparecer un poco y escribir. Al final de una gira siempre tengo mucho que decir”, comentó.
Actualmente, se encuentra en Londres trabajando en nueva música, dividiendo su tiempo entre la composición y el descanso.
A pesar de la intensidad de su agenda, Carpenter mantiene los pies en la tierra. “La vida sigue, pase lo que pase”, reflexionó al recordar el día en que recibió seis nominaciones al Grammy y un mensaje de su madre...
En lugar de celebrarlo de inmediato, le envió una foto de un neumático desinflado de su casa rodante con la palabra ”mierda” (en este caso: “suerte”, claro). “Fue gracioso porque pensé: ‘Wow, esto es realmente humillante’”, dijo divertida.
Aunque su carrera está en su punto más alto, su ambición sigue intacta. “Siempre quiero sentir que estoy creciendo. No quiero hacer lo mismo dos veces”, afirma.
Para ella, el desafío es mantener la frescura sin perder su esencia, algo que logró con cada nueva etapa. “Mientras siga divirtiéndome y contando historias que me importen, creo que voy por el camino correcto”, concluyó.
Con una gira mundial en marcha y más proyectos en el horizonte, todo indica que el fenómeno Sabrina Carpenter está lejos de desacelerar.
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