
“Es algo que realmente puede cambiar corazones y mentes”, aseguró Colman Domingo con absoluta convicción en una entrevista con Los Angeles Times al referirse a Sing Sing, la película que lo llevó a explorar los límites de su propio arte y a profundizar en la humanidad de quienes fueron encarcelados injustamente.
El actor estadounidense de 55 años, recibió una nominación al Oscar por su interpretación de John “Divine G” Whitfield, un hombre que encontró en el teatro una vía para la redención dentro de la prisión de máxima seguridad de Sing Sing. Inspirada en hechos reales y protagonizada en gran parte por exconvictos, la película se aleja de los discursos moralizantes y opta por una mirada íntima sobre el impacto del arte en entornos carcelarios.
Domingo construyó una carrera sólida en cine, teatro y televisión, llegando a este proyecto con la misma entrega que lo caracteriza. Pese a la exigencia del papel y al poco tiempo de preparación, su conexión con Shakespeare y su experiencia en el escenario le dieron las herramientas necesarias para encarnar a un hombre que canaliza su lucha a través de las palabras. Para el actor, esta obra no es solo un relato sobre la injusticia, sino una profunda exploración sobre la dignidad y la capacidad de transformación del ser humano.
El desafío de interpretar a John Whitfield
Para Colman Domingo, dar vida a John “Divine G” Whitfield en Sing Sing fue un reto que exigió más que talento actoral; implicó vulnerabilidad, entrega y una profunda conexión con la historia real del personaje. Whitfield no es solo un protagonista de ficción, también se trata de un hombre que vivió la experiencia de la prisión y encontró en el arte una forma de resistencia y transformación. Domingo entendió desde el inicio que debía abordarlo con autenticidad, respetando su esencia y la de quienes compartieron su realidad.
El actor percibió a Divine G como “el mejor ejemplo de lo que el programa Rehabilitation Through the Arts (RTA) puede lograr”. No lo imaginó como un artista refinado, y es por ello que recordó: “Cuando examiné su nivel de habilidad, pensé: ‘Es un actor muy bruto, no pulido’”. La clave de su interpretación fue encontrar el equilibrio entre esa cualidad instintiva y la posibilidad de lo que podría haber sido si hubiese tenido acceso a oportunidades fuera de los muros de la cárcel.
El verdadero desafío fue compartir escena con exconvictos que no solo interpretaban a personajes, sino que revivían partes de sus propias vidas. Clarence Maclin, también conocido como Divine Eye, coescribió la película y se interpretó a sí mismo. En este contexto, Domingo comprendió que no podía construir su personaje únicamente desde la actuación tradicional.
“Si estaba trabajando con personas que traían consigo su experiencia real, yo debía interpretar una versión de mí mismo”, explicó el actor. Dejó de lado las barreras actorales y se permitió ser más genuino que nunca en pantalla. Esa apertura hizo que la experiencia fuera tan intensa que, incluso después de finalizada la filmación, le resultara difícil ver la película sin sentirse expuesto.

La crudeza de filmar en una prisión real
Rodar Sing Sing en un entorno auténtico llevó la experiencia a otro nivel. La producción se desarrolló en dos prisiones reales, incluyendo la Downstate Correctional Facility, clausurada solo dos semanas antes del inicio del rodaje. Colman Domingo sintió el peso del lugar de inmediato. “Cada detalle era real: el aire denso, las celdas, los colores fríos y la desorientación de un espacio diseñado para que nunca encuentres tu norte”, confesó el artista.
Para Domingo, ponerse el uniforme carcelario era solo un cambio de vestuario, pero para sus compañeros de elenco, volver a usar esa ropa significaba un acto de valentía. “Sabían lo importante que podía ser una película como esta”, destacó. La crudeza del ambiente reforzó la autenticidad del proyecto, acentuando la sensación de encierro y la lucha interna de cada personaje por aferrarse a la esperanza.

El legado de Sing Sing y su impacto en el público
Más que una historia sobre el sistema carcelario, Sing Sing es un testimonio sobre la resiliencia y la conexión humana. El interprete reconoce que la película toca fibras profundas porque muestra a hombres permitiéndose ser vulnerables. “Creo que la película tiene gracia, inteligencia y ternura”, indicó sobre el proyecto.
El actor también recordó una conversación con una espectadora que se conmovió al ver a uno de los exconvictos del elenco rodando por el suelo con una espada de utilería. “Ella me dijo: ‘Es algo que desearía para mi padre, para mi hermano, que pudieran permitirse jugar y ser sensibles’”, comentó. Este es el verdadero impacto de la película, según el protagonista; ofrecer una mirada distinta sobre la masculinidad, la empatía y la capacidad de transformación a través del arte.
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