La educación en Chubut atraviesa un momento de transformación. En un territorio marcado por la diversidad geográfica y climática —la semana pasada, una alerta roja por temperaturas extremas obligó a suspender las clases en cinco de las seis regiones educativas—, el desafío de garantizar los aprendizajes fundamentales se vuelve aún más complejo. Pero también más urgente. Sobre ese escenario, José Luis Punta, ministro de Educación de la provincia, y Adriana di Sarli, subsecretaria de Instituciones Educativas, comparten sus ideas sobre la manera en que se implementan las políticas educativas en un contexto donde sostener la presencialidad ya es, de por sí, una conquista.
En ese marco, Chubut incorporó Ticmas en 25 escuelas seleccionadas a través de la Fundación del Banco de Chubut, como una herramienta que potencia el trabajo docente y acompaña el proceso de cambio. “La experiencia vino a proporcionarnos una oportunidad dentro de nuestro plan de alfabetización”, señala Di Sarli, que además explica que la selección de las escuelas apuntó a representar la heterogeneidad de la provincia —sus climas, sus geografías, sus trayectorias pedagógicas— a la vez que a consolidar espacios que ya habían avanzado en el uso de tecnologías. La propuesta busca generar nuevas formas de trabajo en el aula y promover, desde ahí, transformaciones sostenidas en el tiempo.
En esta entrevista, el ministro Punta y la subsecretaria Di Sarli reflexionan sobre los primeros resultados del plan de alfabetización, la apuesta por los 190 días de clase, la necesidad de que las reformas educativas respondan a las condiciones reales de cada comunidad, y la decisión política de que Chubut piense sus estrategias educativas desde el territorio y para el territorio.
—La alfabetización marca la agenda educativa del país desde hace un año y medio. Chubut lo tomó como un tema prioritario y el plan provincial comenzó incluso antes de que se presentara el plan nacional.En este tiempo, ¿qué resultados ven?
José Luis Punta: En Chubut había algunas necesidades que manifesté en entrevistas anteriores. Habíamos perdido la naturalidad de las clases. Era imperioso recuperar las clases y que en esas clases pasaran cuestiones significativas. Por eso vemos resultados que tienen que ver con el plan de alfabetización, que son muy significativos, pero también con la recuperación de la naturalidad de las clases. Nuestro plan de alfabetización concentra sus primeras acciones en el final de la escolaridad del nivel inicial y en los años iniciales de la escuela primaria. Sin embargo, las pruebas estandarizadas se toman en tercer grado. Más allá de una cultura alfabetizadora que prima en Chubut, ese no es en este momento el foco del plan. Entonces nosotros vemos dos tipos de resultados, ambos muy satisfactorios: algunos tienen directa vinculación con el plan de alfabetización y otros se sostienen en la idea del plan como columna vertebral.
—De su respuesta se desprende la necesidad de sostener los 180 días de clase.
José Luis Punta: Nosotros ahora proponemos 190.
—¿Qué se requiere para alcanzar esa cantidad de días? ¿Depende de la voluntad política?
José Luis Punta: Depende de un convencimiento político, no solo de una voluntad. En este contexto de frío extremo tuvimos un pequeño traspié. Sin embargo, es importante pensar que hay piedras, pero que el camino está claramente definido y es el de los 190 días de clases. Es una decisión del gobernador y de todo el gobierno. Para llegar a los 190 días no alcanza con el Ministerio de Educación, con los docentes y los alumnos. Hay una infinidad de factores donde intervienen desde Vialidad Provincial, la Secretaría de Infraestructura, la de Seguridad… Todo el gabinete está detrás de los 190 días de clase. Estamos encaminados a ello. Nosotros sabemos que el colapso educativo con el que llegamos era un problema complejo con muchas variables y teníamos que atender a todas ellas. Así se hizo. Es una decisión política que tiene hasta un título, que es “Juntos por la educación” y que representa la idea de totalidad.
Adriana di Sarli: Como bien explica el ministro, esto tiene dos caras. Una tenía que ver con recuperar el concepto de que no es lo mismo ir que no ir a la escuela. Eso también se vio fortalecido con el plan de alfabetización, porque le dio sentido el ir a la escuela. Es decir: para qué iban. El año pasado, el 80% de los chicos de primer grado terminaron sabiendo leer y escribir. Es una señal muy fuerte, que además fortaleció el rol del docente. Qué satisfacción mayor puede tener un docente de primer grado que ver a sus chicos leyendo y escribiendo al finalizar el ciclo. Había cosas que dependían del afuera, pero había otras que dependían de nosotros: del trabajo del Ministerio, del trabajo con los supervisores y con los equipos directivos. Había que recobrar el sentido fundamental de la escuela en la vida de los chicos. Esa combinación dio como resultado que se siga adelante y se sostenga en el tiempo. Nosotros habíamos dicho que el primer año iba a ser difícil, pero el segundo iba a ser más difícil, porque había que sostener lo que había salido bien.
—¿El logro alcanzado de la alfabetización en primer grado se verifica en mejoras en los cursos superiores?
José Luis Punta: Sí, porque con la cultura alfabetizadora se recuperó el protagonismo de enseñar. Existe un vínculo que va a ir progresando, porque los alumnos pasan de primero a segundo y ya no tenemos solo un año en el plan de alfabetización y entonces hay más maestros. Los procesos en educación se dan lentamente; va a llevar por lo menos el tiempo de una cohorte, pero no tengo dudas de la mejora.
—¿Cómo lo lleva usted? Porque su mandato, acompañando al gobernador, puede durar cuatro u ocho años, pero un chico que empezó primer grado va a permanecer doce años en la escuela. Va a terminar de estudiar con otro ministro.
José Luis Punta: Nosotros estábamos convencidos de que teníamos que cambiar cuestiones sistémicas, cuestiones culturales, y hacia eso nos encaminamos. Sabemos que no vamos a acompañar toda la trayectoria de estos chicos, pero tenemos clara conciencia de que este era el primer paso. Los cambios no podían ser ni de infraestructura, ni de alfabetización, ni de organización escolar: debían ser del sistema educativo en general. Por ejemplo, tenemos un desafío arduo en sistematizar y digitalizar al Ministerio. Había que dejar el papel, que en esta provincia toma una semana o diez días solo para trasladarlo. Estamos por arriba del 94% de digitalización. No sin dificultad, pero va avanzando, se va completando. Eso nos permite pensar en un futuro que va más allá de lo que pase con los que hoy estamos.
Adriana di Sarli: Pero, en realidad, eso también tiene que ver con que nosotros somos docentes. Venimos de la escuela. El docente está acostumbrado a sembrar y no sabe cuándo se va a cosechar. Es una actitud: hacer lo mejor posible hoy. Además, con el convencimiento de que el cambio tiene que ser en el sistema, no apelamos a una estructura extra para llevar los planes adelante, sino que recuperamos el rol pedagógico de los supervisores y de los equipos directivos, que son quienes van a garantizar la continuidad del cambio.
José Luis Punta: Y también el rol de la provincia. Tomamos la firme decisión de hacer los cambios más allá de lo que pasara en otras jurisdicciones y aún en la Nación.
—Chubut es una provincia muy grande, con seis grandes regiones y distintos contextos. ¿Los desafíos son los mismos?
Adriana di Sarli: Chubut es la gestión de la diversidad. Hay que gestionar sabiendo que hay que dar una respuesta a cada uno, pero no hay que darles a todos la misma respuesta. Existe una realidad distinta de acuerdo a la geografía que acompaña a la ruralidad; también existe una urbanidad distinta de acuerdo a las características, a la ubicación geográfica, al entorno, a la historia de cada lugar. Dentro de las posibilidades, hemos tratado de atender cada una de las diversidades porque tenemos muy claro que lo fantástico de esta provincia es la diversidad. Uno la puede mirar como un obstáculo o la puede mirar como una oportunidad: nosotros lo vemos así.
—La reforma del secundario: ¿también la piensan contextualizada?
Adriana di Sarli: Para la reforma del secundario estamos buscando aprender de las cuestiones que ya vimos. El ministro y yo, los dos, somos profesores de Historia. Tenemos la costumbre de mirar para atrás con bastante asiduidad. Hemos transitado reformas donde parecía que mágicamente, por un cambio de diseño, todo se componía. Nosotros apostamos por una cuestión inversa: a construir los cambios que ese diseño necesita para que termine en un documento. En el inicio de la gestión, tuvimos que tomar una decisión entre lo urgente, lo más urgente y lo muy urgente. Y lo muy urgente era la primaria y la alfabetización. No por eso dejamos de trabajar en cuestiones de la secundaria, avanzando en ajustes curriculares, en documentos de apoyo. Hoy tenemos un plan que abarca la alfabetización en matemática y en lengua. Es imprescindible mejorarlo, y apostamos a la mejora de las prácticas docentes: ahí ponemos la clave. Nosotros tenemos excelentes recursos humanos, pero a esos recursos humanos hay que acompañarlos para mejorar lo que hacemos dentro del aula. Porque lo que no pasa en el aula, no pasa en ningún lado.
José Luis Punta: Esa decisión también tiene que ver con Ticmas. Nosotros creíamos que la decisión tenía que ser pensada en la provincia y que todos los apoyos que recibiéramos de fundaciones, de personas y de equipos de trabajo nacionales e internacionales, iban a coadyuvar a la decisión que se tomaba con los profesores, con el conocimiento de la realidad y las necesidades que teníamos. En educación muchas veces se copian modelos o se trae algo envasado y nosotros sabíamos que eso no nos podía pasar porque nos iba a complicar. Esa fue una decisión estratégica y política.
—Antes de empezar la entrevista, le había preguntado a la subsecretaria si la reforma secundaria se parecía a la de CABA o a la de Córdoba y me dijo: “Se parece a la de Chubut”.
José Luis Punta: Tal cual. De hecho, nos ha pasado conversar con otras jurisdicciones y descubrir que tomaban las mismas decisiones a la que habíamos tomado nosotros. Eso no implica que nuestra reforma no se parezca a nada o que todos nos parezcamos, pero sí que fuera una reforma central para nosotros.
—Una última pregunta, que es más global: si el impacto de Vaca Muerta, en Neuquén, impacta en la matriz productiva de Chubut: ¿cómo afecta a la educación?
José Luis Punta: Chubut ha aprobado una ley de renovación de la matriz productiva. Vaca Muerta va a tener un impacto, pero todavía no se produjo. Nosotros lo miramos con atención sobre todo desde el área de formación profesional. Nos estamos vinculando con las cámaras de las industrias con la modificación posible de la matriz productiva del sur de la provincia de Río Negro y del norte de la provincia de Chubut. Desde Educación tenemos los ojos bien abiertos y nos hacemos cargo de nuestras responsabilidades.
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