“Si lo que das en clase ya está en Google, ¿para qué te necesita el alumno?”, tres especialistas debaten el presente y futuro de la enseñanza en tiempos de IA

Con el panel "Un horizonte posible de la formación docente”, Ticmas reunió a tres voces referentes de América Latina que hablaron sobre el impacto de la inteligencia artificial en la profesión docente y en las aulas escolares.

Moderado por Patricio Zunini, el debate reunió a Martin Salvetti, profesor técnico argentino con larga trayectoria en proyectos de reinserción escolar; Jennifer Verschoor, especialista en tecnología educativa y miembro de la Singularity University; y Maurilio Suárez, profesor mexicano e ingeniero en Cibernética. Durante más de una hora se discutieron los retos que plantea integrar IA en las escuelas sin perder de vista el contexto social, pedagógico y humano.

¿Qué se necesita para que los docentes no teman a la tecnología? ¿Cómo formar en pensamiento crítico si la información está a dos clics? ¿Puede una plataforma digital detectar que un alumno no está bien, como lo haría una mirada atenta? El panel abordó estas interrogantes mencionando sus experiencias dentro de las clases, reflexiones generacionales y críticas al sistema educativo, pero sobre todo enfatizando que la integración de la IA será tan efectiva como lo sea la disposición —y la capacitación— de quienes enseñan.

Jennifer Verschoor lo resumió con claridad: “Hoy falta un marco común que establezca qué significa la alfabetización en inteligencia artificial”. En las escuelas que visita, observa un panorama fragmentado, donde cada docente y cada institución se manejan por su cuenta entre plataformas, miedos y modas tecnológicas. En ese terreno, la especialista propone una distinción clave sobre la alfabetización sobre IA, entender su funcionamiento, sus riesgos, sus sesgos, y alfabetización con IA, saber usarla como herramienta, evaluarla críticamente.

Por su parte, Maurilio Suárez describió el caso mexicano: “Llevamos dos años formando docentes. El primer paso fue que no le tuvieran miedo”. En universidades donde trabajan más de tres mil docentes, el cambio es lento, pero avanza. Ya no se trata solo de familiarizarse con la herramienta, sino de usarla estratégicamente como para calificar, para crear materiales, para diseñar actividades interactivas.

Martin Salvetti, desde su experiencia en escuelas técnicas, introdujo una imagen poderosa: “Hay que acariciar al perro para que no te ladre”. Propuso acercar a las empresas EdTech a los docentes, en vez de imponerles herramientas que no comprenden ni controlan. Para él, el gran error sería pensar que la IA reemplaza al profesor. La IA propone, pero el docente dispone. Y debe hacerlo con pensamiento crítico.

Ese pensamiento crítico también se enseña —y se evalúa— con IA, coincidieron los tres. Desde corregir ensayos, debatir con personajes simulados o programar agentes conversacionales, los usos son múltiples.

La clave está en cómo se guía al alumno. “Los chicos no saben preguntarle bien a una IA”, dijo Verschoor. Y Suárez advirtió: “Podemos usarla para cosas muy tontas, como envejecer una foto, o para cosas profundas. Hay que enseñar esa diferencia”.

Todos coincidieron en que el mayor obstáculo no es técnico, sino cultural. Suárez fue tajante “hay docentes que prefieren que el mundo se adapte a ellos, antes que adaptarse al mundo”. Y relató el caso de una escuela donde 17 maestros renunciaron porque no aceptaron capacitarse. Frente a eso, propone un giro: “Si lo que das en clase ya está en Google, ¿para qué te necesita el alumno? Tu rol es ser el motivador del deseo de aprender”.

Salvetti pidió poner el foco en las direcciones escolares: formar equipos que identifiquen las fortalezas de cada docente y puedan construir consensos desde adentro. No hay receta universal. Hay, sí, que evitar que la educación se siga quedando atrás. “Históricamente escucho hablar de formación continua. Pero rara vez la veo desarrollarse de verdad”, lamentó.

La relación docente-estudiante también fue parte del debate. Suárez propuso pensarla como un triángulo entre saberes, pedagogía y vínculos. Aunque cambien los soportes —del libro al celular, “del cuaderno al chatbot”—, ese triángulo sigue siendo la base. Y la empatía, señalaron los tres panelistas, es la clave que la inteligencia artificial jamás podrá replicar.

Al final, ante la pregunta sobre qué cualidades debería tener hoy un formador de formadores, las respuestas que dieron frente a la audiencia fueron empatía, adaptabilidad, pasión y apertura al error.

“El docente tiene que aprender con los alumnos”, dijo Verschoor. Suárez pidió no olvidar lo básico: leer, escribir, pensar. Por su parte, Salvetti recordó que si no hay transformación en la formación docente, la IA en las aulas será otra moda más, sin cambiar nada.