
En Filipinas, la temporada navideña adquiere dimensiones únicas. Comienza en septiembre y se extiende hasta enero, convirtiéndose en la más extensa del planeta. Esta singularidad abarca tradiciones religiosas, reencuentros familiares y un despliegue de celebraciones públicas y privadas que no encuentran igual en ningún otro país.
La respuesta a este “récord” se encuentra en la combinación de identidad nacional, historia religiosa y la importancia de la familia.
Un inicio anticipado
Durante el mes de septiembre, apenas termina el verano y las lluvias dominan el clima de Manila, las primeras luces y ornamentos navideños aparecen en hogares, calles y centros comerciales. Vía Arboleda, profesional de publicidad de 27 años, forma parte de los millones de filipinos que desempacan sus decoraciones mucho antes de diciembre. “Creemos que cuanto más grande sea la celebración, mejor”, afirmó en diálogo con CNN Travel.
Los centros comerciales, epicentro de la vida urbana en Filipinas, se transforman en escenarios espectaculares en septiembre. El fenómeno es tan característico que los filipinos usan la palabra Bongga, que significa extravagante o espectacular, para describir el despliegue de adornos y luces.
Las temperaturas, sin embargo, se mantienen tropicales; en diciembre, la media en Manila es de 28℃, según la agencia meteorológica nacional Pagasa, lo que elimina la posibilidad de paisajes nevados típicos de la Navidad occidental.
En este ambiente, las familias comienzan a planificar sus reuniones y platos compartidos, así como camisetas personalizadas para conmemorar el evento. Estos encuentros son especialmente significativos, ya que casi el diez por ciento de la fuerza laboral filipina trabaja en el extranjero, según la Organización Internacional del Trabajo. Las remesas enviadas por estos trabajadores representan el nueve por ciento del PIB nacional.
“Algunos familiares vuelven a casa una vez al año para Navidad, pero para otros, puede ser una vez cada diez años”, explicó Arboleda. Y agregó: “Es algo muy importante, así que nos preparamos para festejar y celebrar hasta que nos queden los pantalones”.

Gastronomía, música y tradiciones: el corazón de la fiesta
Platos emblemáticos como la caldereta (estofado de cabra con patatas, zanahorias, aceitunas y guisantes) y los espaguetis filipinos, una versión local de la boloñesa italiana con salsa de tomate endulzada con ketchup de banana y azúcar moreno, coronados con salchichas, son algunas de las opciones que florecen durante la época navideña.
A la hora de celebrar, el karaoke se convierte en un símbolo de alegría. “A los filipinos les encanta cantar”, destacó Arboleda. “Incluso los tíos toman el micrófono después de una copa, y los más pequeños cantan para los abuelos y reciben dinero en sobres”. La música navideña invade supermercados y espacios públicos, donde la canción “Christmas in Our Hearts” de Jose Mari Chan se escucha con la misma intensidad que “All I Want For Christmas Is You” de Mariah Carey en otros países.
La celebración se traslada también a espacios públicos. En noviembre, el exclusivo distrito BGC de Manila ofrece un espectáculo semanal de fuegos artificiales que atrae a familias enteras. Las principales marcas participan con árboles de Navidad temáticos, desde la conífera Tiffany Blue de Tiffany & Co. hasta la alegre creación rosa de la marca de detergente Surf. Incluso el Pantone Color of the Year se convierte en protagonista, ya que muchas familias acuerdan vestirse con el color elegido, siendo en 2025 el Mocha Mousse.
El SM Mall of Asia, el centro comercial más grande del país, lleva las celebraciones al terreno teatral. Este año, el tema se inspira en el estreno de “Wicked: For Good”, con pasillos decorados en tonos rosas y verdes, y un árbol de Navidad que evoca la Ciudad Esmeralda. “No había dos centros comerciales iguales. La Navidad no se compara con ningún otro lugar. Es como Disneylandia”, señaló Michelle Neri, analista tecnológica de 26 años oriunda de Manila.

Raíces profundas de una celebración extendida
La Navidad en Filipinas está profundamente marcada por el cristianismo. Según el censo de 2020, casi el ochenta por ciento de la población, más de 85 millones de personas, se identifica como católica romana. Las iglesias se llenan durante las misas del 24, 25 y 31 de diciembre, así como el 1 de enero. La misa de Nochebuena marca el final de Simbang Gabi, una tradición de nueve días que comienza el 16 de diciembre con servicios antes del amanecer, a partir de las 2:30.
“Después de la misa, se pueden disfrutar de platos navideños inusuales, pero deliciosos, como bibingka (pastel de arroz con huevo salado) y puto bumbong, un postre de arroz glutinoso morado con coco rallado, azúcar mascabado y mucha mantequilla”, explicó Arboleda.
Para muchos, la Navidad representa la oportunidad de celebrar tanto la fe como la vida en comunidad. Neri y Arboleda mantienen viva la dualidad espiritual y festiva de la temporada. “Los filipinos queremos celebrarlo todo. Simplemente, somos gente feliz”, sentenció Neri.
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