Creó un kayak de hongos, atravesó 42 kilómetros en el agua y rompió un récord mundial

Sam Shoemaker, oriundo de California, construyó a mano la pequeña embarcación con filamentos de micelio. El proyecto despertó el interés de científicos y artistas

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Sam Shoemaker desafío la física
Sam Shoemaker desafío la física y construyó un kayak con filamentos de hongo (Captura video / @samkshoemaker)

Sam Shoemaker, un artista y micólogo de Los Ángeles, desafió las lógicas de la física en la búsqueda de alternativas sostenibles a los plásticos. Inspirado por la adaptación del micelio, la red de filamentos que forma la estructura de los hongos, concibió la idea de utilizar este material vivo y biodegradable para crear embarcaciones ecológicas.

Su iniciativa nació de la convicción de que la biotecnología puede ofrecer soluciones innovadoras en donde los materiales convencionales han dominado durante décadas. De este modo, abrió un nuevo horizonte para el diseño y la experimentación en el ámbito marítimo.

El desafío de cruzar las aguas en un kayak de hongos

En la costa oeste de Estados Unidos, con su kayak atravesó 42 kilómetros entre la Isla Catalina y San Pedro, marcando un hito en alternativas ecológicas para la navegación. Esta travesía, que se extendió durante 12 horas, tuvo la inesperada compañía de una ballena de aleta de 15 metros.

Según detalló en diálogo con The Guardian, su aventura estableció un récord en la distancia más larga recorrida en aguas abiertas con una embarcación de este tipo. El logro no solo representa un avance técnico, sino que también pone en el centro del debate el potencial de los materiales derivados de hongos para transformar el sector marítimo.

Durante su viaje, Shoemaker enfrentó condiciones exigentes a bordo de su kayak de micelio, una estructura de tonalidad marrón amarillenta y superficie irregular. El acompañamiento de la ballena añadió un elemento inesperado y simbólico a la jornada: “Fue como una experiencia psicodélica”, expresó en la entrevista.

El kayak de Sam Shoemaker en detalle (Instagram / @samkshoemaker)

La comunidad científica y artística ha seguido con atención este experimento, que desafía los límites de lo posible en la sustitución de plásticos. Fue desarrollado a partir de la red de filamentos que constituye la base de crecimiento de los hongos. Para su fabricación, el artista empleó micelio silvestre de Ganoderma polychromum.

Utilizó un kayak de pesca como molde y cultivó el micelio en su interior, con más de 136 kilogramos de sustrato de cáñamo inoculado. El proceso de propagación se extendió durante casi cuatro semanas, seguido de varios meses de secado con ventiladores. El resultado fue una embarcación resistente, hidrófoba y de textura similar al corcho.

El origen del proyecto del kayak de hongos

El origen del proyecto se remonta a su trayectoria como escultor de hongos propagados, una práctica que evolucionó tras obtener su maestría en Bellas Artes en Yale en 2020. Su interés por los materiales fúngicos evolucionó hacia la experimentación acuática, integrándose en una comunidad emergente comprometida con encontrar sustitutos ecológicos al plástico.

El proyecto se consolidó con el apoyo de Fulcrum Arts, una organización artística dedicada a fomentar la convergencia entre arte y ciencia. Patrick Reed, curador principal de la organización, se sumó al entusiasmo tras visitar el estudio de Shoemaker en diciembre de 2023, formalizando la colaboración a comienzos de 2024.

El término "AquaFung", propuesto por Phil Ross, mentor de Shoemaker, nombra a los materiales de micelio empleados en contextos acuáticos. Ross explicó a The Guardian que esta práctica comparte con el plástico propiedades como la ligereza y la flotabilidad, pero sin el impacto ambiental negativo. “La gente odia el poliestireno expandido que se acumula en el agua que llega a la orilla”, afirmó.

Y agregó: “Es biodegradable. Actúa de forma muy similar al material que todo el mundo parece odiar”.

En junio de 2024, completó un segundo kayak, también a partir de micelio de Ganoderma polychromum, esta vez con 48 kilogramos de peso y un metro menos de longitud, además de incorporar más de 230 kilogramos de sustrato de cáñamo y un molde renovado. El volumen aumentó en un 50% para mejorar la flotabilidad y la estabilidad. El proyecto continúa evolucionando y enfrentando desafíos técnicos con cada iteración.

El kayak de hongos en
El kayak de hongos en el taller de Sam Shoemaker (Instagram / @samkshoemaker)

La comunidad AquaFung y el antecedente cercano

La comunidad de entusiastas, que agrupa a micólogos, artistas, pescadores y agricultores, aún se encuentra en una etapa inicial. Este proyecto es la segunda embarcación de hongos probada en agua.

En 2019, Katy Ayers rompió en un lago de Nebraska el récord de cultivo y navegación del barco de micelio más largo del mundo. El uso de materiales derivados de hongos ha comenzado a ganar visibilidad, ya que en 2021, Stella McCartney en colaboración con Ross lanzaron prendas confeccionadas con cuero de hongos cultivados en laboratorio.

Phil Ross calificó la travesía como “extraordinaria” y expresó su deseo de que inspire a instituciones científicas a involucrarse en el desarrollo de estos materiales. “Lo hizo antes que Stanford y Caltech, y ocurrió en su propio patio. Todo este campo está liderado por diseñadores y artistas, y no es porque sean los mejores científicos, sino porque son conscientes del futuro antes que nadie”, afirmó.

Aunque los progresos son notables, Shoemaker advierte sobre las limitaciones actuales de la tecnología. La producción de un solo kayak requirió un año de trabajo y recursos, y el resultado sigue siendo más lento y pesado que un kayak comercial.

“La gente habla de los hongos como un futuro utópico donde los problemas del plástico desaparecerán, esta no es la solución milagrosa que facilita la construcción de barcos”, explicó a The Guardian. “Estoy satisfecho con el progreso de este proyecto, pero aún queda mucho camino por recorrer”, agregó, sumando que planea compartir su investigación y metodología en un manual de código abierto de más de 70 páginas.