
Un equipo de arqueólogos encontró miles de fragmentos de yeso en el centro de Londres, durante las obras de remodelación de un sitio que antes no mostraba indicios claros de importancia histórica. Este hallazgo resultó ser uno de los conjuntos más grandes de placas murales y pinturas romanas descubiertos hasta la fecha en la capital británica, según especialistas del Museo de Arqueología de Londres (Mola). Los fragmentos, que formaron parte de los frescos decorativos de una villa construida poco después de la fundación de Londres por los romanos en el año 43 d.C., reflejan la opulencia del área en la antigüedad.
La ubicación de la villa, en Southwark, al sur del Támesis, corresponde a lo que era considerado un suburbio acomodado durante los primeros siglos del dominio romano, una zona descrita por los arqueólogos como el “Beverly Hills del Londres romano”.

Proceso y desafíos en la reconstrucción de los frescos
La reconstrucción de los frescos encontrados en la villa romana de Londres representó un reto de enormes proporciones para el equipo de arqueólogos y conservadores del Museo de Arqueología de Londres (Mola). A la tarea la describieron incluso como “el rompecabezas más difícil del mundo”, en alusión a la cantidad y variedad de fragmentos de yeso, muchos de ellos extremadamente frágiles y antiguos, que debían ser analizados y ensamblados.
El proceso de restauración inició con la clasificación minuciosa de miles de piezas de yeso roto, muchas de las cuales conservaban aún vestigios de color y trazos de los motivos originales. Durante varios meses, los especialistas examinaron repetidamente cada fragmento, trabajando con un margen muy reducido de manipulación, ya que el material podía dañarse o perder escamas con cada intento de unión. Por esta razón, antes de intentar ensamblar cualquier pieza, era esencial asegurar que realmente pertenecieran juntas, minimizando el riesgo de deterioro adicional.
La dificultad del trabajo se vio agravada por la falta de documentación completa sobre el estado original de las paredes. La mayoría de los fragmentos se recuperaron de manera dispersa entre los escombros producto del colapso del edificio a lo largo de siglos, lo que complicó la reconstrucción contextual de las escenas y los patrones decorativos.
Además del delicado manejo físico de las piezas, el equipo recurrió a comparaciones con frescos documentados en otras partes de Gran Bretaña y Europa para inferir la disposición original y los motivos recurrentes.

Los detalles de las pinturas en los murales
Las pinturas murales, presentes en al menos veinte paredes del edificio, exhiben una ejecución minuciosa y una paleta cromática cuidadosamente seleccionada. El mayor de los frescos, de aproximadamente cinco por tres metros, presenta una sección inferior con un delicado tono rosa pálido, salpicado de gotas de pintura que imitan mármol. Por encima de esta base, se suceden paneles de amarillo intenso, rematados con bordes y detalles en verde suave, creando un contraste elegante y luminoso.
Los motivos representados abarcan instrumentos musicales, como liras, candelabros decorativos, aves –en especial grullas blancas–, así como flores y frutas. Uno de los elementos vegetales que llama la atención es un racimo de uvas, aunque los arqueobotánicos que participaron en el análisis consideran que probablemente se trate del muérdago, una planta local del entorno londinense. Estos detalles sugieren que los artistas combinaban influencias clásicas del arte romano tradicional con elementos de la flora autóctona, dando lugar a una iconografía híbrida y particular.
Entre los fragmentos identificados, destaca la aparición de la palabra latina “Fecit”, que se traduce como “lo ha hecho”. Este indicio indica que los decoradores pretendían firmar su obra, aunque la parte donde se hallaría el nombre se encuentra perdida hasta la fecha.

Interpretación histórica y social del hallazgo
El descubrimiento de los frescos en la villa romana de Southwark aporta información valiosa sobre la vida y la dinámica urbana en el Londres del periodo imperial. La riqueza decorativa y la extensión de los murales reflejan el elevado nivel de vida de la zona, considerada por los arqueólogos como el equivalente al “Beverly Hills” del Londres romano. La presencia de frescos de tal magnitud sugiere que el edificio pudo haber pertenecido a una familia adinerada o funcionado como un hospedaje exclusivo para viajeros de alto estatus que transitaban por Londinium.
El trabajo decorativo revela, además, el grado de inversión y atención que los romanos dedicaban a la arquitectura residencial en ciudades clave del imperio, destacando el papel de Londres no solo como un puesto provincial, sino como un centro de poder y desarrollo económico. La contratación de artistas itinerantes especializados y la incorporación de motivos que mezclaban influencias clásicas con plantas locales muestra la sofisticación de los gustos y el intercambio cultural en la ciudad.
Expectativas y proyecciones para futuras investigaciones
Los arqueólogos consideran que queda mucho por descubrir a partir de los fragmentos recuperados. Se espera que el análisis continúe revelando tanto información sobre la técnica y autoría de los frescos como detalles sobre la vida cotidiana, la economía y la movilidad social en el Londres romano. La búsqueda de la pieza faltante donde podría estar grabado el nombre del artista o taller decorador sigue abierta, y nuevos hallazgos podrían aportar datos cruciales sobre la identidad de quienes crearon uno de los conjuntos pictóricos más impresionantes de la antigüedad en la región.
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