
Un pan de 5.000 años de antigüedad reescribió parte de la historia de la alimentación y los rituales en Anatolia. El reciente hallazgo en el yacimiento de Küllüoba, en el centro de Turquía, permitió a los arqueólogos desenterrar una pieza única de la Edad del Bronce, dando pie a una colaboración singular con panaderos locales, quienes lograron reproducir la receta ancestral.
Según informó National Geographic, la conexión entre este pan milenario y antiguos rituales de fertilidad despertó el interés tanto de la comunidad científica como del público, que hoy hace fila para probar un bocado del pasado. Incluso, el recuerdo de una especie de trigo que, pese a no estar presente en la modernidad, se aproximó de la mano de un “pariente cercano” para volver a viajar a los paladares humanos.
El descubrimiento se produjo durante las excavaciones dirigidas por Murat Turkteki, arqueólogo de la Universidad Bilecik Şeyh Edebali. El equipo localizó un trozo de pan enterrado bajo la entrada de una vivienda construida hacia el 3300 a.C. en pleno corazón de Anatolia.
El “pan Küllüoba” se encontraba sorprendentemente bien conservado, algo inusual en el ámbito arqueológico, donde lo habitual es hallar únicamente fragmentos. La conservación excepcional se atribuye a que el pan fue quemado y luego enterrado, lo que permitió que mantuviera su forma a lo largo de los milenios.

Un hallazgo excepcional y un ritual al descubierto
El contexto de la excavación en Küllüoba fue fundamental para comprender la magnitud del hallazgo. El asentamiento fue objeto de investigaciones arqueológicas destinadas a esclarecer los modos de vida de las primeras comunidades urbanas en Anatolia. Esta pieza representa el pan horneado más antiguo descubierto en una excavación en Turquía y uno de los pocos ejemplos bien conservados a nivel mundial.
Turkteki explicó que la preservación se debió a un proceso poco común. “El pan es un hallazgo raro en una excavación. Normalmente, solo se encuentran migajas. Pero aquí la forma se conservó gracias a que fue quemado y enterrado”, afirmó el arqueólogo. Esta particularidad permitió analizar tanto su composición como su posible función simbólica dentro de la sociedad de la Edad del Bronce.
El análisis del contexto llevó a los investigadores a interpretar que el enterramiento del pan no fue casual. Este fue quemado y colocado bajo la entrada de una vivienda recién construida, lo que sugiere la realización de un rito. Turkteki propuso que este acto formaba parte de un ritual de fertilidad y abundancia, una práctica hasta ahora no documentada en otros asentamientos de la región.

“El hallazgo nos hace pensar que el pan se quemaba y enterraba intencionadamente como parte de un ritual de fertilidad y abundancia, una práctica desconocida en muchos asentamientos antiguos”, sostuvo el arqueólogo. Aunque se trata de una hipótesis, está basada en la evidencia arqueológica y en comparaciones con otras culturas antiguas.
Para conocer más, el equipo de investigación aplicó técnicas de microscopía electrónica para determinar la composición del pan. El ingrediente principal era el trigo emmer, conocido localmente como gernik o kavılca, una variedad que ya no se cultiva en Turquía. La receta también incluía semillas de lentejas y levadura extraída de una planta aún no identificada.
Gracias a estos datos, los investigadores lograron reconstruir el proceso de elaboración original. La masa fue fermentada y horneada a una temperatura estimada de 150 ℃, lo que resultó en una corteza firme y una miga esponjosa. Turkteki destacó que el trigo emmer posee un alto contenido proteico, bajo nivel de gluten y propiedades nutricionales beneficiosas, como vitaminas del complejo B, fibra dietética y antioxidantes.
Recreación moderna: de la excavación a la panadería

La singularidad del hallazgo motivó una colaboración entre arqueólogos y panaderos locales para reproducir la receta ancestral. En una panadería cercana al yacimiento, el equipo adaptó los ingredientes a variedades disponibles hoy. Se utilizó trigo kavilca, una variedad emparentada con el emmer, junto con bulgur y lentejas.
Serap Guler, panadero involucrado en la iniciativa, explicó el resultado: “La combinación de harina de trigo antiguo, lentejas y bulgur da como resultado un pan rico, saciante, bajo en gluten y sin conservantes”, dijo. El proceso respetó las proporciones identificadas en el análisis científico, acercando a los clientes al sabor de hace cinco milenios.
La venta del pan recreado tuvo una respuesta inmediata en la comunidad. Los primeros “panes Küllüoba” se agotaron en cuestión de horas, reflejo del interés que despertó la iniciativa. Una clienta habitual expresó: “Me apresuré porque temía que no quedara. Tengo curiosidad por conocer el sabor de este pan tan antiguo”.

Este entusiasmo demostró el atractivo de la propuesta, y el valor cultural del hallazgo. Degustar un alimento con cinco mil años de historia ofreció a los habitantes de la región una conexión tangible con sus orígenes y tradiciones.
Un hallazgo único en la arqueología de Anatolia
La conservación de materiales orgánicos como el pan es sumamente infrecuente en la arqueología. El “pan Küllüoba” es el segundo pan horneado bien conservado hallado en Anatolia. El único precedente corresponde a una muestra sin hornear encontrada en Çatal Hüyük, lo que subraya la excepcionalidad de este descubrimiento.
Turkteki valoró su trascendencia y resaltó: “Este descubrimiento marca un hito crucial en la comprensión de las antiguas tradiciones culinarias y rituales culturales de la antigua Anatolia”. Un ritual que, en la actualidad, permitió que la historia, la ciencia y la gastronomía converjan en una experiencia única.
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