
El Estrecho de Taiwán se convirtió en uno de los focos más peligrosos de la geopolítica mundial, con el riesgo de un conflicto armado en aumento tras la llegada de William Lai a la presidencia de Taiwán en enero de 2024.
La respuesta del régimen de China fue inmediata y contundente, intensificando tanto su retórica como sus maniobras militares en la región. Según un análisis de tres expertos estadounidenses publicado por Foreign Affairs, la preocupación internacional se centra en la posibilidad de una escalada hacia 2027, año clave para la modernización militar china y las próximas elecciones presidenciales taiwanesas.
El informe, redactado por Bonny Lin, que dirige el China Power Project del Center for Strategic and International Studies (CSIS); Brian Hart, subdirector y experto de la misma institución; y John Culver, con 35 años en la CIA y experiencia como oficial nacional de inteligencia para Asia Oriental, ayuda a entender la postura de Pekín frente a EEUU y Taiwán

La postura de William Lai y las nuevas estrategias de defensa en Taiwán
Desde su elección, William Lai adoptó una posición más desafiante frente a las amenazas de China que la de su predecesora, Tsai Ing-wen. En marzo, Lai calificó a China como una “fuerza hostil extranjera” y anunció la implementación de 17 estrategias para fortalecer la defensa de la isla ante posibles infiltraciones y ataques.
Estas medidas incluyen el refuerzo de la resiliencia defensiva, la reinstauración del sistema de tribunales militares para casos de espionaje y traición, y la aceleración del entrenamiento militar ante la posibilidad de una invasión china.

Foreign Affairs detalla que el gobierno de Lai también impulsó políticas para dificultar la influencia china en la sociedad taiwanesa, como la restricción de la colaboración académica entre universidades de ambos lados del estrecho, la modificación de los libros de texto para reducir la afinidad histórica y cultural con China, y el fomento de inversiones taiwanesas en países democráticos, especialmente en Estados Unidos. Estas acciones fueron interpretadas por Pekín como intentos de “obstruir los intercambios y la cooperación a través del Estrecho de Taiwán”.
La respuesta del régimen chino: retórica, campañas de deshumanización y ejercicios militares
La reacción de Pekín ante la presidencia de Lai fue especialmente agresiva. Desde antes de su elección, China lo calificó de “separatista”, “instigador de guerra” y “destructor de la paz en el Estrecho”. En marzo, la Oficina de Asuntos de Taiwán del gobierno chino intensificó sus ataques verbales, acusando a Lai de llevar a la isla “al peligroso borde de la guerra”.

Además de la retórica, China desplegó campañas de deshumanización, como la difusión de caricaturas en las que Lai es representado como un insecto o un parásito extraído de una Taiwán en llamas. Estas acciones reflejan la profunda preocupación de Pekín por la posibilidad de que Lai impulse una independencia formal de la isla.
En el plano militar, el Ejército Popular de Liberación (EPL) incrementó de manera notable la frecuencia y la escala de sus ejercicios alrededor de Taiwán. En menos de un año de mandato de Lai, China realizó tres maniobras de gran envergadura, todas ellas en respuesta a discursos o decisiones internas del gobierno taiwanés, y no a viajes al extranjero como ocurría en el pasado. Uno de estos ejercicios, denominado “Strait Thunder-2025A”, incluyó el despliegue de buques navales a menos de 2 kilómetros de las costas taiwanesas.
Foreign Affairs subraya que estas maniobras adquirieron un carácter más provocador, impredecible y complejo. El EPL comenzó a integrar a la guardia costera y a la milicia marítima en sus operaciones, practicando bloqueos y cuarentenas navales, lo que sugiere una preparación para distintos escenarios, desde una invasión hasta un bloqueo total de la isla.
Comparación histórica
La actual crisis recuerda a episodios anteriores de tensión entre China y Taiwán. Foreign Affairs señala el caso de Chen Shui-bian, presidente taiwanés entre 2000 y 2008, a quien Pekín también calificó de “separatista” y “problemático”.
En 2008, la propuesta de un referéndum para que Taiwán ingresara a la ONU bajo ese nombre estuvo a punto de cruzar una línea roja para China, que había promulgado en 2005 la Ley Antisecesión. Esta ley autoriza el uso de la fuerza si se producen “incidentes mayores que impliquen la secesión de Taiwán”.

Durante esa crisis, China multiplicó por siete el despliegue de misiles balísticos de corto alcance apuntando a la isla y puso en alerta máxima a sus unidades móviles antes del referéndum. La intervención de Estados Unidos, que posicionó portaaviones cerca de Taiwán y se opuso públicamente al referéndum, contribuyó a evitar una escalada militar.
En comparación, la situación actual presenta un mayor riesgo debido a la modernización militar china y a la disposición de Pekín a utilizar la fuerza como herramienta de intimidación y castigo ante decisiones políticas internas de Taiwán.
Modernización militar china y nuevas capacidades del EPL
Desde 2008, el régimen de China transformó radicalmente sus capacidades militares. Foreign Affairs informa que el EPL modernizó su ejército, marina y fuerza aérea, y duplicó su arsenal nuclear en los últimos cinco años.
Además, incorporó misiles hipersónicos y antibuque de largo alcance, e implementó reformas organizativas para permitir operaciones conjuntas de alta tecnología.
El presidente Xi Jinping impulsó campañas anticorrupción para mejorar la preparación militar y fijó el año 2027 como meta para que el EPL esté en condiciones de tomar Taiwán por la fuerza si fuera necesario. Las maniobras militares chinas ahora abarcan un rango geográfico más amplio, incluyendo operaciones en el Mar de China Oriental y Meridional.
En 2024, el EPL realizó 3.075 incursiones en la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán, un aumento de más del 80% respecto al año anterior. Estas operaciones buscan deslegitimar las reclamaciones taiwanesas sobre su espacio aéreo y marítimo, y dificultan la capacidad de la isla para monitorear su entorno.

El papel de Estados Unidos: divisiones internas y escenarios de intervención
La política estadounidense hacia Taiwán se encuentra en un momento de incertidumbre. Foreign Affairs indica que existen divisiones dentro de la administración Trump sobre cómo abordar la relación con la isla.
Mientras algunos funcionarios, como el secretario de Estado Marco Rubio, abogan por contener la influencia china y fortalecer los lazos con Taipéi, otros consideran la posibilidad de evitar nuevos compromisos militares en el extranjero.
Esta falta de claridad alimenta la percepción en Pekín de que Estados Unidos podría no intervenir en caso de un ataque a gran escala o en escenarios de baja intensidad. Sin embargo, China también teme que, si no actúa con firmeza, Washington profundice su cooperación militar y política con Taiwán.
Samuel Paparo, jefe del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos, advirtió en febrero que las maniobras chinas “no son ejercicios, son ensayos”, como retomó Foreign Affairs.

Proyecciones hacia 2027: riesgos de escalada y advertencias de expertos
El año 2027 se perfila como un punto de inflexión. Foreign Affairs destaca que Xi Jinping fijó ese año como plazo para que el EPL alcance la capacidad de ejecutar operaciones militares a gran escala contra la isla. Analistas advierten que cualquier error de cálculo podría desencadenar un conflicto de consecuencias imprevisibles para la región y el mundo.
Foreign Affairs concluye que, para evitar una crisis, resulta fundamental que Estados Unidos y sus aliados clarifiquen su postura y refuercen la disuasión, integrando sus políticas hacia China y Taiwán para reducir el riesgo de percepciones erróneas que puedan precipitar un enfrentamiento armado.
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