
La presencia de diferentes sustancias en las aguas residuales no es extraña. Ahora, cuando aún persisten tras finalizar su tratamiento, es un aspecto que ya genera alarma entre los expertos. El volumen de residuos liberados supera las 40 toneladas métricas anuales en Polonia, lo que evidencia la urgencia de innovar en los sistemas de depuración.
La presencia de medicamentos en el agua, debido a descargas de plantas de tratamiento de aguas residuales, representa un problema más extendido y persistente de lo estimado. Un estudio publicado en PLOS One revela que los sistemas convencionales de tratamiento, ampliamente utilizados en Europa y otras regiones, no eliminan eficazmente numerosos fármacos, lo que implica un riesgo ecológico para los organismos acuáticos.
La investigación, liderada por Paulina Chaber-Jarlachowicz del Instituto de Protección Ambiental de Polonia, analizó durante tres años seis plantas municipales de tratamiento de aguas residuales en grandes aglomeraciones urbanas polacas, ubicadas en las cuencas de los ríos Vístula y Óder.

El equipo evaluó la capacidad de estos sistemas, basados en procesos mecánico-biológicos con lodos activados, para eliminar más de una docena de medicamentos de uso común. Los resultados, recogidos en el resumen editorial de la Public Library of Science, muestran que todas las plantas estudiadas liberan fármacos al ambiente incluso después del proceso de depuración.
El análisis de muestras de agua y lodo permitió identificar los compuestos más persistentes y problemáticos. Según PLOS One, solo naproxeno, ácido salicílico y ketoprofeno se eliminaron de manera efectiva en todas las plantas.
En cambio, medicamentos como la fluoxetina (antidepresivo), la loratadina (antihistamínico), el diclofenaco (antiinflamatorio) y la carbamazepina (antiepiléptico) no solo resistieron el tratamiento, sino que en algunos casos aumentaron su concentración en el agua tratada. Este fenómeno, denominado “eficiencia negativa”, se atribuye a la descomposición de metabolitos durante el proceso biológico, capaz de regenerar el compuesto original y aumentar su presencia en el efluente.

La permanencia de estos fármacos en el ambiente genera preocupación por su capacidad de mantener actividad biológica, incluso a concentraciones extremadamente bajas. El estudio resalta que la fluoxetina y la loratadina representan el mayor riesgo para especies acuáticas evaluadas, incluidas algas, daphnia y peces, debido a su potencial para alterar procesos hormonales y de desarrollo.
El riesgo se evaluó mediante el cociente de riesgo (RQ), que compara la concentración máxima detectada con los niveles considerados seguros para los organismos. Para la fluoxetina y la loratadina, los valores de RQ alcanzaron niveles de preocupación tanto para peces como para invertebrados y algas. Otros compuestos, como el ibuprofeno, presentaron un riesgo moderado, mientras que la mayoría mostró un riesgo bajo o nulo para las especies estudiadas.
La cantidad de fármacos descargados al ambiente es considerable. De acuerdo con los especialistas, la emisión anual de medicamentos desde las plantas estudiadas superó las 40 toneladas métricas, siendo el ketoprofeno, la sulfametoxazol, la carbamazepina y la fluoxetina los principales responsables de la carga total. Para comparar instalaciones de diferente tamaño, los datos se normalizaron por cada 1.000 habitantes, lo que reveló que la descarga diaria supera la masa diaria de entrada en todas las plantas, reflejando la ineficacia de los métodos actuales.

El panorama internacional refuerza la importancia de estos descubrimientos. El resumen editorial de la Public Library of Science indica que estudios en España, Italia, Canadá y China también han detectado fármacos en aguas residuales tratadas, con frecuencias de detección entre 50% y 90%. Sin embargo, la literatura sobre Europa Central y del Este, y especialmente Polonia, es escasa, por lo que este trabajo se convierte en un referente clave para la región.
Las razones de la persistencia de medicamentos en el agua son diversas. Según el trabajo publicado en PLOS One, influyen el consumo humano y animal, la eliminación inadecuada de fármacos y la limitada capacidad de degradación de los procesos actuales.
Aunque compuestos como el naproxeno y el ácido salicílico se eliminan con eficacia, la mayoría resiste el tratamiento convencional. El método predominante, basado en lodos activados, depende de factores como la temperatura, el oxígeno y la composición bacteriana, generando variaciones en la capacidad de eliminación incluso entre plantas similares.
El estudio concluye que las plantas municipales de tratamiento de aguas residuales, mediante procesos mecánico-biológicos convencionales, no logran evitar la liberación de medicamentos al ambiente. La magnitud de las emisiones y la identificación de compuestos como ketoprofeno, sulfametoxazol, carbamazepina y fluoxetina como principales responsables evidencian la necesidad de desarrollar nuevas soluciones tecnológicas para reducir la contaminación farmacéutica.
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