
Los árboles juegan un papel fundamental en la mejora de la calidad del aire, un beneficio crucial en un mundo cada vez más afectado por la contaminación, especialmente en las ciudades donde viven 7 de cada 10 personas en el mundo.
Cada 28 de junio y desde 1971, se celebra el Día Mundial del Árbol, instaurado por el Congreso Forestal Mundial, el cual invita cada año a reflexionar sobre la importancia de los recursos forestales para el desarrollo de la vida en todas sus formas, con un énfasis en su sostenibilidad. Aunque el día varía según el país, en muchos lugares se celebra el 29 de agosto, coincidiendo con los mejores períodos para plantar árboles, como ocurre en Argentina.
Los árboles no solo embellecen el paisaje, sino que refrescan el aire, filtran partículas contaminantes y ayudan a mitigar el cambio climático al reducir las temperaturas urbanas. Además, los árboles desempeñan un rol fundamental en la reducción de la contaminación acústica, lo que aumenta el bienestar en ambientes urbanos.

Un beneficio clave de los árboles es que ayudan a ahorrar energía, especialmente en los meses de calor. Al proporcionar sombra natural, reducen la necesidad de aire acondicionado en edificios y hogares, lo que disminuye el consumo de energía. Además, los árboles actúan como fuentes de alimentos y medicinas, y contribuyen a la protección de las cuencas hidrográficas, previniendo las inundaciones al mejorar la absorción del agua en el suelo.
Los árboles son fundamentales para la biodiversidad, proporcionando hábitats a animales y plantas. Son esenciales para la conservación de los ecosistemas, ya que permiten que muchas especies sobrevivan en un entorno que, de otra manera, podría estar deteriorado por la expansión urbana y la destrucción del medio ambiente. Además, como reguladores naturales, los árboles previenen la erosión del suelo y contribuyen a la salud del agua, regulando los ciclos hidrológicos y ayudando a distribuir el agua de manera más equitativa en el planeta.
También resaltar la función crucial que desempeñan en la lucha contra el cambio climático. En ese sentido, los árboles liberan oxígeno y capturan gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, lo que ayuda a regular el clima. Con el aumento de las temperaturas globales y las alteraciones de los patrones meteorológicos, los árboles se presentan como aliados indispensables en la reducción de los efectos del cambio climático.

Por otro lado, se ha comprobado que la contaminación atmosférica es un factor importante en el deterioro de la salud humana, causando enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Los árboles urbanos ayudan a filtrar la contaminación del aire, eliminando partículas perjudiciales como el dióxido de nitrógeno y el monóxido de carbono. Este papel purificador mejora significativamente la calidad de vida en las ciudades, que se ven cada vez más afectadas por la contaminación debido al aumento del tráfico, las industrias y la actividad humana.
A nivel urbano, la presencia de árboles también tiene beneficios económicos y sociales. La sombra que ofrecen puede reducir el estrés térmico de las comunidades, lo que a su vez mejora el bienestar social. Además, los árboles crean un ambiente más agradable y atractivo para las personas, favoreciendo estilos de vida más saludables al proporcionar espacios para actividades al aire libre. Las zonas verdes urbanas mejoran la salud mental y fomentan el ejercicio, ya que las personas tienen más motivación para caminar, correr o simplemente disfrutar del aire libre.
En el ámbito económico, los árboles contribuyen a la reducción de costos energéticos, ya que su presencia en parques y jardines públicos reduce la necesidad de sistemas de refrigeración en las ciudades. Este ahorro se ve reflejado en la disminución de las facturas de electricidad, lo que beneficia tanto a los hogares como a las empresas.

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los bosques cubren aproximadamente un tercio de la superficie terrestre y son hogar de una gran biodiversidad. En estos ecosistemas se encuentran desde 60.000 especies de árboles hasta el 68% de las especies de mamíferos existentes.
Los bosques tropicales son particularmente cruciales para la regulación del clima global y el ciclo del agua, ya que juegan un rol esencial en la evaporación y precipitación.
Su preservación es vital para prevenir desastres naturales como inundaciones y deslizamientos de tierra, que ocurren con mayor frecuencia cuando los bosques son talados o degradados.
Las amenazas que enfrentan los árboles

A pesar de sus beneficios invaluables, los árboles enfrentan muchas amenazas. La deforestación y la urbanización descontrolada continúan siendo los mayores enemigos de los bosques y áreas verdes en todo el mundo. El cambio climático también ha afectado a los árboles, alterando sus ciclos de crecimiento y poniendo en riesgo la biodiversidad que dependen de ellos.
La deforestación en Argentina es un problema grave que afecta principalmente a las provincias del norte del país, como Salta, Santiago del Estero, Chaco, Salta y Formosa. De acuerdo con informes de Greenpeace, entre 1998 y 2022, Argentina perdió cerca de 7 millones de hectáreas de bosques nativos, lo que equivale a la superficie de la provincia de Formosa.
En números más recientes, casi 150.000 hectáreas de bosque nativo (unos 210.000 campos de fútbol) se perdieron en el norte de Argentina en 2024, la mayoría en la región del Gran Chaco, a causa de la deforestación provocada para beneficiar la actividad agropecuaria, según detalla un informe de Greenpeace.

Esta deforestación, en gran parte impulsada por la expansión de la agricultura intensiva y la ganadería, genera un impacto negativo en el medio ambiente, con consecuencias que van más allá de la pérdida de biodiversidad, aseguran desde la ONG que calificó este hecho como un “ecocidio” y denuncia que las tres primeras de estas provincias han incurrido en ilegalidades en la aplicación del Ordenamiento Territorial de sus Bosques Nativos (OTBN), ya que “modificaron ilegalmente el ordenamiento territorial mediante la sistemática realización de recategorizaciones prediales que disminuyeron las áreas protegidas donde estaba prohibido el desmonte”.
La expansión agrícola, especialmente la producción de soja, es uno de los principales motores de la deforestación en Argentina. Los bosques nativos son talados para abrir paso a nuevas tierras de cultivo, lo que incrementa la presión sobre los ecosistemas naturales.
Además, la ganadería intensiva también juega un rol importante en la conversión de bosques en terrenos destinados al pastoreo. Estos procesos contribuyen a la pérdida de hábitats, afectando a diversas especies de flora y fauna que dependen de los bosques para sobrevivir.

Una de las ONGs que trabaja mucho en el cuidado de los árboles es Banco de Bosques. Fundada en 2009, la institución ecológica se dedica a la protección de los bosques nativos. Su objetivo principal es salvar los bosques en riesgo de desaparecer, especialmente en Argentina, mediante la compra y conservación de tierras, así como la promoción de la restauración de ecosistemas dañados.
“Banco de Bosques es una ONG que se dedica a detectar bosques en estado crítico que están con una amenaza de ser desmontados en el corto tiempo. Buscamos propiedades que salen a la venta en el mercado inmobiliario de tierras, y a personas que van a hacer un uso destructivo de los bosques. Hacemos campañas de recaudación de fondos para salvar esos bosques. Los transformamos en áreas naturales protegidas. Buscamos que se donen esas tierras al estado nacional o provincial y que esos árboles finalmente sean protegidos por una ley”, explicó a su directo, Emiliano Ezcurra, que cuenta con más de 20 años de experiencia en el área y fue vicepresidente de la Administración de Parques Nacionales.
Esta ONG ha realizado campañas de activismo para denunciar y visibilizar, de forma independiente o en coalición: abusos ambientales, proyectos altamente destructivos y al mismo tiempo propuestas urgentes para crear nuevas áreas naturales protegidas.

Según comentó Ezcurra, el activismo ambiental y la donación de tierra son dos caras de una misma moneda. La ONG busca “nunca dejar la trinchera que coloque permanentemente en agenda los temas ambientales más críticos y golpee la consciencia de las autoridades por un lado y por el otro asegurar el crecimiento de una comunidad de donantes de tierras que de manera veloz, directa y efectiva salve en de manera real y absoluta bosques presentes en propiedades que salen a la venta en el mercado inmobiliario de tierras, donde sabemos que el destino seguro y pronto de esos bosques es que les pongan una topadora encima”.
Para Ezcurra, “los bosques tienen un valor enorme en muchos aspectos. Protegen las cuencas que riegan cultivos estratégicos como la caña de azúcar. También evitan inundaciones y son herramientas clave de la atracción del turismo para distintas provincias”.
“En Argentina se los cuidan pocos a los bosques. No se cumple la Ley de Bosques, que es una norma que tardó mucho en salir, pero que no se cumple. Nada ocurre por una sola razón. El problema de la desforestación no tiene una sola causa. Aquí la comunicación no es un problema. Las provincias saben lo que es la Ley de Bosques pero no la cumplen. También a nivel nacional no se regula o controla el problema”, denunció Ezcurra, que en su haber ostenta la protección de los bosques Las Araucarias, en San Antonio, Misiones; Las Lauras, en Jujuy; el Parque Provincial Urugua-i; el Parque Nacional El Impenetrable, en Chaco; la Estancia Ricanor, lindante al Parque Nacional Los Glaciares y el bosque Curvas del Urugua-i.
Causas y consecuencias de la deforestación

El impacto de la deforestación es extenso y afecta a varios aspectos del medio ambiente. Una de las principales consecuencias es la pérdida de biodiversidad, ya que los ecosistemas forestales albergan una gran cantidad de especies que pierden su hogar a medida que los bosques desaparecen.
Esta destrucción también tiene implicaciones más amplias en términos de cambio climático, ya que la tala de árboles reduce la capacidad del planeta para absorber dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero. Esto contribuye al calentamiento global, generando efectos negativos como fenómenos climáticos extremos.
Además, la deforestación puede desencadenar un proceso de desertificación en las zonas afectadas. La eliminación de los árboles deja el suelo vulnerable a la erosión, lo que deteriora su calidad y reduce su capacidad para sustentar la vida. Como resultado, las tierras se vuelven infértiles, lo que complica la agricultura y afecta la producción de alimentos. Además, la falta de árboles puede alterar los ciclos hídricos, lo que agrava la escasez de agua en las regiones afectadas.

Los efectos de la deforestación también tienen un impacto directo sobre la salud humana. La pérdida de cobertura forestal puede facilitar la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, la malaria y el zika, ya que los cambios en los ecosistemas afectan los hábitats de los insectos que transmiten estos virus.
Además, las comunidades que dependen de los bosques para su subsistencia, como las comunidades campesinas e indígenas, también se ven afectadas, ya que la deforestación les obliga a desplazarse y adaptarse a nuevos modos de vida.
Acciones para frenar la deforestación

Para abordar estos desafíos, es fundamental tomar medidas efectivas que frenen la deforestación y fomenten la recuperación de los bosques nativos. Una de las acciones más importantes es fortalecer la protección de los bosques nativos a través de la implementación de leyes que prohíban el desmonte ilegal.
La Ley de Bosques de Argentina, promulgada en 2009, establece zonas a proteger, pero su aplicación ha sido insuficiente, ya que las modificaciones ilegales en el ordenamiento territorial han permitido que se autoricen desmontes en áreas previamente protegidas.
La lucha contra la deforestación ilegal debe ser una prioridad. Las sanciones severas para quienes incumplen las leyes de protección forestal son esenciales para garantizar que los desmontes no sigan ocurriendo sin control. Además, los controles gubernamentales deben ser más estrictos para evitar que las actividades ilegales continúen siendo una fuente de destrucción ambiental.

La reforestación y la restauración de zonas degradadas también son esenciales para recuperar los ecosistemas perdidos. Programas de reforestación pueden contribuir a restaurar las áreas que han sido despojadas de su vegetación original, ayudando a restaurar la biodiversidad y a mitigar los efectos del cambio climático. Esta es una de las acciones que se está promoviendo en varios países de la región como parte de un esfuerzo global para combatir la deforestación.
Para abordar estos problemas, es necesario fomentar una conciencia global sobre la importancia de los árboles. La educación ambiental es clave para que las futuras generaciones comprendan que la protección de los árboles no solo es responsabilidad de los gobiernos, sino de cada uno de nosotros.
Desde la plantación de árboles nativos en nuestros hogares y comunidades, hasta el apoyo a políticas públicas que promuevan la reforestación y la protección de los bosques, todos podemos contribuir a la preservación de estos héroes verdes.
Especies protegidas

Dentro de las áreas protegidas como son los Parques Nacionales, Argentina conserva varias especies de valor excepcional, como lo es el Alerce (Fitzroya cupressoides). Este árbol es la segunda especie viviente más longeva del mundo. Esta característica y la belleza del paisaje natural en el que habita, le dio al Parque Nacional Los Alerces la distinción como Sitio de Patrimonio Mundial, otorgada por la UNESCO. El parque, ubicado en la provincia del Chubut, alberga un bosque milenario de alerces, con ejemplares que alcanzan los 2600 años de existencia.
Otra de las especies destacadas en la región patagónica es el pehuén (Araucaria araucana). Esta conífera es considerada un fósil viviente. Puebla los bosques del Parque Nacional Lanín. Puede superar los 1300 años y medir cincuenta metros de altura.
En el otro extremo de nuestro país, hacia el Norte, se hace presente el Quebracho colorado chaqueño (Schinopsis balansae). La especie se conserva en los Parques Nacionales Río Pilcomayo, Mburucuyá, Chaco, El Impenetrable y la Reserva Natural Educativa Colonia Benítez. De madera resistente y corteza agrietada, supera los veinte metros de altura.
Estas y otras tantas especies arbóreas forman parte de la diversidad biológica que se protegen en nuestros parques nacionales.

Aporte de los árboles en la conservación del medio ambiente
Los árboles juegan un papel fundamental en la conservación del medio ambiente:
- Liberan el oxígeno y transforman el dióxido de carbono (CO2) en biomasa, reduciendo el efecto invernadero.
- Son reguladores de los ciclos hidrológicos contribuyendo a evitar inundaciones.
- Previenen la erosión de los suelos, favoreciendo el desarrollo de la agricultura.
- Constituyen el hábitat de especies de plantas, aves, mamíferos, reptiles y anfibios.
- En las zonas selváticas contribuyen a formar un ambiente húmedo.
- Contribuyen a regular el clima, reduciendo los efectos del cambio climático generado principalmente por el hombre.
- Son una fuente de materia prima para la elaboración de medicinas, alimentos, papel, combustible (madera y carbón), fibras y otros materiales naturales como corcho, resinas y caucho.

El Día Mundial del Árbol nos recuerda la importancia de cuidar y proteger los árboles. Aunque este día se celebra de manera diferente en cada país, su mensaje es universal: los árboles son esenciales para nuestra supervivencia y bienestar.
Protegerlos es el compromiso que le debemos a nuestro planeta, un compromiso que debemos asumir con urgencia.
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