Un oso negro fue liberado tras pasar dos años con una tapa de plástico incrustada en el cuello, una situación que desafió las expectativas de los expertos en vida silvestre. Especialistas del Departamento de Recursos Naturales de Michigan (DNR) lograron contener al animal y quitarle el objeto, tras un seguimiento que comenzó cuando el oso era aún un cachorro.
Según informó Associated Press, el caso reveló la capacidad de adaptación del animal y expuso las consecuencias del contacto entre los residuos humanos y la fauna.
Dos años de vigilancia y supervivencia
El oso fue registrado por primera vez en 2023 mediante cámaras de rastreo ubicadas en el norte de la Península Inferior de Michigan. Desde ese momento, el DNR inició un monitoreo específico, aunque durante un largo periodo el animal se mantuvo esquivo, lo que impidió intervenir de forma anticipada.
De acuerdo con AP, la vigilancia se intensificó a medida que el oso crecía. La imagen más reciente, obtenida en mayo de 2024, confirmó que el objeto seguía firmemente atascado en su cuello. Esta aparición permitió al equipo planificar un operativo para su rescate.
La operación de rescate

Una vez detectada su ubicación, el DNR colocó una trampa cilíndrica en la zona, utilizando cebo para atraer al oso. Cuando ingresó en la estructura, fue inmovilizado con un tranquilizante, lo que permitió trabajar de manera segura.
Los especialistas cortaron el plástico duro, que estaba incrustado en el cuello durante dos años. El animal fue monitoreado hasta que despertó y pudo alejarse por sus propios medios.
AP señaló que la intervención fue exitosa y no presentó complicaciones. El oso fue liberado en el mismo entorno donde había sido capturado.
Angela Kujawa, bióloga de vida silvestre presente durante el operativo, manifestó su asombro por la capacidad del oso para adaptarse. “Me preguntaba sobre su habilidad para trepar árboles con el incómodo accesorio. Y probablemente se acostaba más boca arriba o de lado cuando descansaba”, declaró.
Estado de salud tras la liberación

Tras la extracción de la tapa, los especialistas evaluaron el estado físico del oso. Cody Norton, especialista estatal en osos del DNR, explicó a AP que el animal tenía marcas y zonas sin pelo en el cuello, provocadas por la presión constante del plástico. No obstante, destacó que el oso estaba en mejores condiciones de las esperadas.
El ejemplar pesaba 49,9 kilogramos, una cifra normal para un oso negro de dos años. Este dato fue interpretado como señal de que, pese a la limitación física, logró alimentarse y crecer de forma adecuada. “Es increíble que el oso sobreviviera y pudiera alimentarse”, afirmó Norton.
El monitoreo posterior confirmó que se desplazaba con normalidad y no presentaba signos de debilidad extrema. Esto elevó las expectativas sobre su capacidad de reintegrarse por completo a la vida silvestre.
Adaptación y comportamiento
Las declaraciones de los especialistas reflejaron la admiración por la resiliencia del animal. Norton destacó que, pese al obstáculo, el oso continuó desarrollando comportamientos naturales. “Nos sorprendió gratamente. Aún podía ganarse la vida como un oso normal y corriente”, indicó.
Kujawa añadió que el animal debió modificar sus hábitos de descanso y desplazamiento para sobrellevar la incomodidad de la tapa. Su habilidad para buscar alimento, trepar árboles y sobrevivir fue clave para superar las adversidades.

El caso también subrayó la necesidad de actuar ante los efectos de los residuos humanos en la fauna silvestre. Los especialistas resaltaron la importancia del seguimiento constante y las intervenciones oportunas para evitar consecuencias mayores.
Cómo ocurrió: cebo, barriles y regulaciones
Según explicó Norton, el incidente se relaciona con la práctica legal de uso de cebo para osos en Michigan. Estos cebos se colocan en barriles cerrados con tapas de plástico perforadas, que permiten el acceso de los animales. La normativa estatal exige que los agujeros sean lo suficientemente grandes para evitar que un oso quede atrapado.
Aunque no se sabe con exactitud cómo ocurrió, los investigadores creen que el oso introdujo la cabeza por el agujero en busca de alimento y quedó atascado. El caso evidenció la necesidad de cumplir con las regulaciones y revisar periódicamente los dispositivos utilizados para alimentar fauna, con el fin de prevenir accidentes similares.
El medio destacó que la labor del DNR fue clave para evitar un desenlace trágico. El incidente también sirvió para alertar sobre el impacto de los residuos plásticos y la urgencia de mantener prácticas más seguras y responsables en zonas naturales.
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