
En el corazón de la antigua Augusta Emerita —actual Mérida—, un hallazgo arqueológico reciente reconfigura la comprensión del urbanismo y las prácticas sociales romanas en Hispania. En las inmediaciones del Anfiteatro, una lujosa domus ha revelado no solo la riqueza material de sus ocupantes, sino también una función social apenas documentada hasta ahora en la península: el hospedaje de élite para espectadores de espectáculos públicos.
El descubrimiento, encabezado por un equipo interdisciplinario de arqueólogos de la Universidad de Granada y el Consorcio de Mérida, arroja luz sobre un posible modelo de alojamiento turístico en época imperial, con paralelismos en contextos urbanos como Pompeya.
Los secretos bajo tierra
La investigación se desarrolló en una domus situada junto al conjunto monumental conformado por el Anfiteatro y el Teatro romano de Mérida. Las excavaciones, centradas en las estancias de servicio del edificio, permitieron exhumar dos nuevos espacios que amplían el conocimiento sobre la funcionalidad del complejo.
Según detalló la arqueóloga Macarena Bustamante-Álvarez, profesora de la Universidad de Granada y una de las coordinadoras del proyecto, el propósito principal fue explorar la hipótesis de que la domus funcionara como una suerte de “alojamiento turístico”, categoría que remite a modelos bien conocidos en Pompeya, gracias a la presencia de carteles epigráficos en viviendas que ofrecían hospedaje.
Más allá de los paralelismos documentales, las evidencias materiales sustentan esa hipótesis. El tamaño de las termas identificadas en el edificio excede lo habitual para un uso estrictamente privado, lo que sugiere una funcionalidad compartida o destinada a múltiples usuarios.
Además, la decoración interior, que incluye mosaicos relacionados con el mundo culinario, aporta una capa simbólica coherente con la prestación de servicios gastronómicos o de recepción de comensales.
Y la ya mencionada proximidad al Anfiteatro y al Teatro reforzaría la lógica de uso temporal de los espacios por parte de espectadores o participantes en espectáculos públicos.
La idea de que la casa estuviera vinculada a los juegos gladiatorios recibió además un impulso significativo en campañas previas, cuando se halló un fragmento de joya con la imagen de Némesis, la diosa de la justicia y la fortuna, íntimamente asociada a la esfera gladiatoria.
Para los investigadores, se trata de un posible indicio de que alguno de los residentes temporales del edificio estuviera directamente relacionado con los espectáculos del Anfiteatro.

Ostentación en tiempos del Imperio
El hallazgo más llamativo de la campaña fue la localización de un gran conchero compuesto, en su mayoría, por restos de ostras. Esta acumulación de desechos culinarios apunta a un consumo masivo del molusco, un alimento considerado de lujo en el contexto del Imperio.
La datación arqueológica sitúa el uso del espacio entre finales del siglo II y comienzos del III d.C., una época en la que Augusta Emerita aún mantenía un perfil relevante dentro de las redes económicas y sociales del mundo romano.
Las aproximadamente 400 ostras recuperadas no solo ilustran una práctica alimentaria selecta, sino que también implican una logística sofisticada: al tratarse de especies marinas y carecer Mérida de acceso directo al mar, el transporte de los moluscos debió realizarse en condiciones específicas de humedad para asegurar su conservación durante unos diez días.
En ese sentido, el transporte de moluscos desde zonas costeras a Mérida refleja una proeza logística del mundo romano. Las zonas litorales más cercanas, como las costas andaluzas o portuguesas, se perfilan como probables puntos de origen del producto.
Este tipo de consumo, reservado a las élites urbanas, indica no solo el alto poder adquisitivo de los comensales, sino también su gusto por las experiencias sensoriales vinculadas al lujo. En las excavaciones también se localizaron utensilios metálicos que probablemente se utilizaron para abrir los moluscos, una evidencia que refuerza la idea de un consumo estructurado y ritualizado.
Un modelo temprano de alojamiento para espectáculos
La noción de que esta domus funcionara como una hospedería especializada cobra especial relevancia, en tanto permite trazar vínculos con fenómenos urbanos conocidos en otras ciudades del Imperio.
En Pompeya, la presencia de anuncios en las fachadas de casas convertidas en hospedajes ofrece evidencia textual de un modelo de alojamiento transitorio ligado a la movilidad de personas en contextos de espectáculos, comercio o peregrinación.
En Mérida, aunque la ausencia de epígrafes impide una identificación directa, el conjunto de indicios apunta en la misma dirección.
Los investigadores ahora se centran en cotejar esas hipótesis con otras fuentes arqueológicas y ampliar la excavación a nuevas estancias del complejo. La articulación entre termas, zonas de servicio, espacios decorativos y restos de prácticas culinarias sugiere una planificación coherente con el uso colectivo y temporal de la vivienda.
En ese sentido, el hallazgo no solo revela aspectos materiales de la vida romana en Hispania, sino que plantea una reformulación del papel que Augusta Emerita jugaba dentro del sistema de entretenimiento y circulación de personas en la época.
Así, con su mezcla de lujo doméstico, funcionalidad pública y referencias simbólicas al mundo gladiatorio, este lugar se convierte así en una pieza clave para comprender los matices del turismo romano, sus redes de hospitalidad y las prácticas de consumo que articulaban la vida urbana.
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