
La muerte de una mujer en Pensilvania tras caer en un sumidero de nueve metros y el colapso de una avenida en Bangkok que obligó a evacuar un hospital han puesto en primer plano la amenaza que representan estos fenómenos geológicos.
Ambos incidentes recientes, ocurridos en los últimos doce meses, han intensificado la preocupación global por la imprevisibilidad de los socavones y han impulsado a la comunidad científica a buscar soluciones para anticipar y prevenir estos eventos.
Antecedentes recientes y gravedad del fenómeno
La magnitud del problema se refleja en las cifras y testimonios recogidos por diversos medios. En Estados Unidos, la víctima, identificada como Elizabeth Pollard, perdió la vida cuando el suelo cedió bajo sus pies mientras buscaba a su gato. El agujero, que se abrió en una mina de carbón abandonada, requirió un proceso de relleno cemento que, según las autoridades, se extendió durante meses y puede durar años.
En Bangkok, el colapso de un socavón de 50 metros de profundidad y cerca de 900 metros cuadrados de superficie, obligó a evacuar edificios y suspender servicios médicos. Ocurrido en una de las zonas más transitadas de la capital tailandesa, no dejó víctimas mortales, según reportó Associated Press y Reuters.

El alcance de los sumideros va más allá de estos casos puntuales. Solo en 2020, Pensilvania registró más de 3.600 incidentes de este tipo. El Servicio Geológico de Estados Unidos estima que los daños asociados han supuesto un coste anual de al menos USD 300 millones durante los últimos 15 años.
El más grande documentado en el país norteamericano, conocido como “Golly Hole”, se formó en Alabama en 1972 y alcanzó unos 100 metros de diámetro, aunque no provocó daños materiales ni víctimas fatales.
Contexto geológico y causas
La explicación de por qué ocurren estos fenómenos radica en la geología de las regiones afectadas. De acuerdo con el Instituto Estadounidense de Geociencias, la presencia de piedra caliza en el subsuelo de estados como Pensilvania, Florida, Texas, Alabama, Misuri, Kentucky y Tennessee los hace especialmente vulnerables.

Esta roca porosa se disuelve fácilmente por las aguas subterráneas, lo que facilita la formación de cavidades que pueden colapsar de forma repentina. Hong Yang, profesor de ciencias medioambientales de la Universidad de Reading, explicó que estas características geológicas, sumadas a la influencia del cambio climático y las oscilaciones meteorológicas extremas, han incrementado la frecuencia de los sumideros. Actualmente, la amenaza afecta al 20% de la superficie de Estados Unidos.
Desarrollo científico y nuevas herramientas
Ante este panorama y la amenaza de posibles socavones, la comunidad científica ha intensificado sus esfuerzos para desarrollar herramientas que permitan anticipar estos eventos. Un avance destacado proviene del equipo de la Universidad Estatal de Pensilvania, liderado por Tieyuan Zhu.
Los expertos han adaptado cables subterráneos de fibra óptica, originalmente destinados a la conexión a Internet de alta velocidad, para que funcionen como sensores capaces de registrar ondas sonoras que atraviesan el subsuelo. Esta tecnología permite identificar señales de advertencia asociadas a cambios en la densidad y el movimiento de las rocas, factores clave en la formación de estos peligrosos agujeros.
Denominado “interrogador de detección acústica distribuida”, se basa en la capacidad de diferenciar las ondas sonoras generadas por actividades humanas, como el tráfico o la construcción, de aquellas producidas por alteraciones geológicas. Al analizar estos datos, los científicos pueden localizar puntos potencialmente peligrosos antes de que el colapso ocurra en la superficie.

En una prueba realizada en el campus de la Universidad Estatal de Pensilvania, el sistema identificó una zona de riesgo, aunque los investigadores aclararon que no existía peligro inminente para las personas presentes.
Aunque el costo exacto del nuevo sistema aún no se ha determinado, el equipo de Zhu destacó que la tecnología ya ha sido utilizada para prevenir desastres en Pittsburgh y que ofrece una capacidad de registro de datos superior a la de los dispositivos convencionales.
Impacto y perspectivas
Los resultados obtenidos hasta ahora muestran el potencial de esta innovación para mejorar la prevención de pozos. No obstante, los investigadores reconocen que la herramienta aún se encuentra en fase de pruebas y que será necesario seguir perfeccionando su precisión y alcance antes de su implementación a gran escala.
La experiencia previa, donde la tecnología ayudó a identificar riesgos, refuerza la expectativa de que estos avances científicos puedan reducir el impacto. La investigación ha transformado la percepción del ruido ambiental, que antes se consideraba un obstáculo, en una fuente valiosa de información para anticipar riesgos geológicos.
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