"Una gran tragedia nacional“, así lo definió el vocero del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid. El 1° de septiembre, Afganistán fue sacudido por un terremoto de magnitud 6. La réplica no tardó en llegar el día 2 con una magnitud de 5,2. El país ya registra más de 1.400 muertos, cerca de 3.100 personas heridas y 5.400 viviendas destruidas. Este fenómeno no es nuevo. En los últimos 30 años, miles de afganos murieron por estos eventos. Los peores registros corresponden a 1998 y 2002. Pero la respuesta a estos terremotos yace en su geografía, en una zona de colisión titánica llamada: cinturón alpino-himalayo.
Según precisó National Geographic, desde 1900 al menos 12 terremotos de magnitud superior a 7 sacudieron la región del Hindu Kush. Miles de afganos murieron por estos eventos en estos 30 años. Asimismo, más de 600.000 personas se vieron afectadas, según cifras de la ONU. De acuerdo con el medio, los peores registros corresponden a 1998 y 2002. Durante estos años, dos terremotos sucesivos dejaron más de 4.000 muertos en cada ocasión.
Geólogos del British Geological Survey detallaron que esto se debe a una zona de colisión titánica llamada el cinturón alpino-himalayo. Se trata del segundo cinturón más activo del planeta y se extiende desde el sur de Europa, cruzando Oriente Próximo, hasta el sureste asiático. Esto abarca a países como Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán, India, Nepal, China y Myanmar.

En su corazón, la placa tectónica de la India choca con la placa Euroasiática. Esto no solo genera montañas como el Himalaya y el Hindu Kush, sino también una cadena constante de terremotos. Afganistán acumula cerca del 15% de toda la energía sísmica liberada en el planeta cada año. El empuje de la India hacia Eurasia, a una velocidad de unos 45 mm anuales, no solo crea relieve, sino también fractura la tierra y abre fallas tectónicas que atraviesan el país como cicatrices.
Cómo funciona el cinturón alpino-himalayo
De acuerdo con National Geographic, la corteza terrestre no es una capa rígida. Se encuentra dividida en grandes fragmentos que flotan sobre un manto viscoso y se desplazan de forma lenta pero inexorable. Los terremotos del planeta no suceden al azar, sino que se concentran en cinturones sísmicos, zonas de contacto entre estas placas.
El cinturón alpino-himalayo constituye una de las zonas tectónicas de mayor actividad, al abarcar cerca del 15% de la energía sísmica liberada a nivel mundial cada año. Este eje se despliega desde el sur de Europa hasta el este de Asia y recorre países como Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán, India, Nepal y Myanmar, áreas habitadas por poblaciones numerosas.
La intensa actividad sísmica en esta franja se explica por el choque entre la placa tectónica de India, en movimiento hacia el norte, y la placa Euroasiática, que se opone a ese desplazamiento. El encuentro de ambas placas provoca la acumulación de energía mediante la deformación elástica de las rocas.
El caso de Afganistán presenta una sismicidad marcada por la convergencia oblicua entre placas, lo que provoca tanto fallas de deslizamiento horizontal como fallas inversas responsables del levantamiento de sistemas montañosos como el Hindu Kush y el Himalaya. El territorio afgano alberga una red de fallas activas, incluidas la de Chaman y la de Hari Rud, que canalizan la liberación acumulada de energía.
De acuerdo con la teoría del rebote elástico, planteada tras el terremoto de San Francisco de 1906, cuando la tensión sobrepasa la resistencia de los materiales, las rocas se fracturan de forma repentina en una falla y liberan energía en ondas sísmicas. Este mecanismo, según precisó National Geographic, no resulta uniforme y puede exhibir zonas de aceleración, irregularidades o frenados y generar sismos especialmente destructivos y complejos.
A lo largo del tiempo geológico, las fallas de la región de Afganistán registraron desplazamientos acumulados que alcanzan decenas o incluso cientos de kilómetros, aunque durante un solo evento sísmico dicho desplazamiento visible puede limitarse a unos centímetros o extenderse a varios metros. Incluso una fractura superficial de tan poca magnitud basta para arrasar aldeas localizadas en áreas densamente habitadas.

El reciente sismo que volvió a sacudir Afganistán
El sismo del pasado 1° de septiembre sacudió el país poco después de la medianoche del domingo. Su epicentro se ubicó a unos 10 kilómetros y golpeó con fuerza las provincias orientales de Kunar y Nangarhar, fronterizas con Pakistán, según reportó CNN. El medio detalló que el 95% de las viviendas quedaron destruidas. La magnitud de la tragedia se agravó debido a la fragilidad del sistema sanitario afgano.
Conforme detalló la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 12.000 personas fueron directamente afectadas. El colapso del sistema local obliga al país a depender de asistencia externa. Ante este contexto, las autoridades talibanas que gobiernan el país desde 2021 solicitaron ayuda internacional urgente. Destacaron que no disponen de recursos para afrontar una catástrofe de esta magnitud.
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