El talento de los animales para contar que inspiró desde drones hasta cerebros artificiales

Diversas investigaciones recientes demostraron que la capacidad de discriminar cantidades y tomar decisiones numéricas no es exclusiva de los seres humanos. Desde chimpancés que eligen entre grupos de chocolatinas hasta una venus atrapamoscas que reacciona ante múltiples estímulos, distintas especies evidenciaron mecanismos para procesar información cuantitativa.

Estas habilidades, fundamentales para la supervivencia, también están siendo aplicadas en el desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial y la robótica bioinspirada, publicó Muy Interesante.

Los primates protagonizaron estudios que revelan sorprendentes capacidades cognitivas. A finales de la década de 1980, investigadores demostraron que chimpancés podían sumar chocolatinas distribuidas en dos recipientes y elegir correctamente la combinación con mayor cantidad en el 90% de los casos. Años después, macacos Rhesus alcanzaron un 80% de aciertos al contar objetos en pantallas y asociaron estímulos sonoros con representaciones visuales.

Estas habilidades también se observaron en otros mamíferos. Las crías de león ajustan su comportamiento según la cantidad de rugidos escuchados y la presencia de aliados, mientras que lobos y osos negros discriminan cantidades para tomar decisiones clave. Entre las aves, los cuervos destacan por distinguir entre cero y otros números, y las palomas muestran respuestas neuronales proporcionales a las cantidades percibidas.

En insectos, las abejas demostraron capacidad para contar hasta cuatro marcas en el terreno y orientar su vuelo en función de esa información. Al modificar el número de referencias visuales, se desorientan, lo que sugiere una dependencia de señales numéricas. En el medio acuático, los guppies (Poecilia reticulata) prefieren unirse a bancos numerosos, una estrategia que mejora sus probabilidades de supervivencia.

Incluso algunos vegetales muestran comportamientos similares: la venus atrapamoscas (Dionaea muscipula) reacciona solo después de recibir dos estímulos consecutivos en un breve lapso, lo que evita el cierre innecesario de su trampa y representa una forma de discriminación numérica sin sistema nervioso.

En los primates, la corteza parietal y el lóbulo prefrontal se activan durante tareas de conteo, permitiendo estimaciones sin necesidad de lenguaje simbólico. En aves como los cuervos, el nidopallium caudolaterale cumple una función similar. Estudios identificaron neuronas específicas que responden a distintas cantidades, incluida la noción del número cero.

Estos hallazgos sugieren que la percepción numérica tiene raíces evolutivas profundas, independientes del lenguaje o la cultura, y que distintos grupos animales comparten circuitos cerebrales funcionales para interpretar cantidades.

El estudio de la cognición numérica animal inspiró el diseño de redes neuronales artificiales y algoritmos aplicables a tareas básicas de conteo. En la Universidad Tecnológica de Delft (TU Delft), en los Países Bajos, se desarrolló un dron autónomo que replica el procesamiento visual de aves e insectos.

También se crearon los llamados “hybrots”, robots controlados por redes de neuronas vivas cultivadas en laboratorio. Estos sistemas pueden adaptarse al entorno en tiempo real, lo que abre nuevas vías para comprender cómo los circuitos biológicos ajustan su comportamiento.

Además de su valor adaptativo, estas capacidades numéricas ofrecen pistas sobre la evolución convergente de la cognición en distintas ramas del árbol filogenético. La presencia de mecanismos similares en mamíferos, aves, insectos y plantas sugiere que el reconocimiento de cantidades surgió de forma independiente en múltiples ocasiones como respuesta a presiones ambientales comunes.

Contar o reconocer cantidades resultó fundamental para la supervivencia. Animales como pájaros, peces o leones utilizan estrategias numéricas para decidir entre rutas de alimentación, evitar peligros o seleccionar pareja. Aunque no resuelvan ecuaciones complejas, estas habilidades les permiten optimizar su comportamiento frente a desafíos ambientales.

La investigación continúa revelando cómo diferentes especies perciben y usan la información numérica, ampliando la comprensión de la inteligencia en la naturaleza y sus posibles aplicaciones tecnológicas.