Un medicamento ya conocido por su uso en diabetes tipo 2, la tirzepatida, recibió luz verde en México para su aplicación en el control del peso, según anunció el laboratorio Lilly. La compañía informó que esta nueva opción terapéutica, innovadora por su enfoque en la pérdida y el mantenimiento del peso, estará accesible desde junio de 2025 en ese país de Norteamérica. En cambio, voceros de la farmacéutica dijeron a Infobae que aún desconocen si la medida será replicada por otras entidades de control, como la ANMAT, en Argentina.
La obesidad es una enfermedad crónica que creció de forma sostenida en todo el mundo. De acuerdo con datos difundidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 890 millones de personas adultas eran obesas en 2022 a nivel mundial, y cerca de 2.500 millones tenían sobrepeso. Se trata de una condición que puede provocar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, apnea del sueño y ciertos tipos de cáncer, además de generar consecuencias psicosociales.
En este contexto, un estudio publicado recientemente en The New England Journal of Medicine comparó la eficacia de dos tratamientos farmacológicos administrados por vía subcutánea una vez por semana. Se trata de tirzepatida y semaglutida, dos medicamentos ya aprobados para el control del peso y la diabetes tipo 2.
La investigación, conocida como SURMOUNT-5, demostró que quienes recibieron tirzepatida lograron una pérdida de peso promedio del 20,2 % a lo largo de 72 semanas, mientras que el grupo tratado con semaglutida alcanzó una reducción del 13,7 %. Los datos corresponden a adultos con obesidad o sobrepeso sin diagnóstico de diabetes, y fueron presentados en el Congreso Europeo sobre Obesidad en mayo de 2025.

Al mismo tiempo que la farmacéutica Lilly anunció que el tratamiento estará disponible en México a partir de junio próximo, también presentó una campaña dirigida a profesionales de la salud bajo el lema “Cuando la obesidad resiste, menos estigma, más soluciones”, enfocada en promover un enfoque clínico y libre de señalamientos negativos sobre esta enfermedad.
La obesidad como enfermedad y sus consecuencias
La obesidad, tal como señala la Mayo Clinic, es una condición compleja que aumenta el riesgo de múltiples enfermedades crónicas. Entre las más frecuentes se encuentran la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, enfermedades hepáticas, apnea del sueño, artrosis y distintos tipos de cáncer, como el de colon, mama y riñón. Además, está asociada a alteraciones metabólicas, problemas hormonales y complicaciones respiratorias.
La obesidad puede impactar diversas funciones físicas y emocionales, incluso antes de que se desarrollen enfermedades asociadas. Muchas personas con exceso de peso experimentan limitaciones para realizar actividad física, dolor en las articulaciones o dificultades respiratorias, especialmente durante el movimiento. Además, este cuadro suele acompañarse de una reducción en la calidad de vida vinculada a aspectos como la autoestima, el bienestar emocional y la participación social. También pueden aparecer condiciones como depresión, aislamiento y menor desempeño laboral, asociadas al estigma y al impacto psicológico del peso.
Según la OMS, el aumento de peso excesivo durante la infancia y la adolescencia es un factor de riesgo que se mantiene en la adultez. Se estima que el 8% de los adolescentes entre 5 y 19 años eran obesos en 2022, en comparación con apenas el 2% en 1990. Esta tendencia, que afecta tanto a países de altos ingresos como a regiones de bajos y medianos ingresos, responde a múltiples causas, incluidas dietas hipercalóricas, estilos de vida sedentarios y barreras estructurales para el acceso a alimentos saludables.

Qué evaluó el estudio y qué resultados obtuvo
El ensayo clínico SURMOUNT-5 fue un estudio que incluyó a 751 personas adultas con obesidad o sobrepeso y al menos una enfermedad relacionada, como colesterol alto, hipertensión arterial o apnea del sueño, sin diagnóstico de diabetes.
Durante 72 semanas, los participantes fueron divididos en dos grupos: uno recibió tirzepatida en dosis de 10 o 15 miligramos, y otro semaglutida en dosis de 1.7 o 2.4 miligramos. Ambos grupos también recibieron acompañamiento con pautas alimentarias y actividad física adaptada.
El objetivo principal del estudio fue medir el porcentaje de reducción de peso corporal desde el inicio hasta la semana 72. En ese período, el grupo tratado con tirzepatida presentó una reducción media del 20,2 % del peso corporal, mientras que el grupo que recibió semaglutida logró una reducción del 13,7 %.
Según los autores, el tratamiento con tirzepatida fue superior al de semaglutida en personas con obesidad sin diabetes, tanto en la reducción porcentual de peso como en la disminución de la circunferencia de la cintura, al cabo de 72 semanas. La investigación fue un ensayo abierto y controlado, que evaluó la eficacia y seguridad de ambas terapias en condiciones comparables, con dosis máximas toleradas y seguimiento nutricional.
“Gracias a los recientes avances en terapias farmacológicas para el manejo de la obesidad y con el acompañamiento de sus médicos, los pacientes están experimentando reducciones de peso significativas, alcanzando sus metas de pérdida y mantenimiento del peso”, declaró Santiago Posada, vicepresidente de Asuntos Médicos para Lilly Latinoamérica.

Y agregó: “Estos datos confirman que esta terapia es una opción de tratamiento farmacológica y proporcionan a los profesionales de la salud información crítica para tomar decisiones de tratamiento bien informadas como parte de un plan integral para las personas que viven con obesidad”.
Qué factores pueden influir en el desarrollo de obesidad
El aumento de peso sostenido no depende únicamente de las elecciones individuales. La OMS define a la obesidad como una enfermedad multifactorial y progresiva, en la que influyen el entorno social, la genética, el acceso a alimentos saludables, el sedentarismo, el estrés crónico y ciertas condiciones médicas como el hipotiroidismo o el síndrome de Cushing.
Factores como el nivel de ingresos, la urbanización, la falta de acceso a espacios seguros para realizar actividad física y la disponibilidad de alimentos ultraprocesados también inciden. Según la Mayo Clinic, aspectos hormonales, el microbioma intestinal y ciertos medicamentos, como corticoides, antidepresivos y antipsicóticos, pueden contribuir al desarrollo de obesidad o dificultar su tratamiento.
La prevención incluye estrategias desde etapas tempranas, como la promoción de la lactancia materna, una alimentación saludable en la infancia, educación nutricional, regulación del marketing de alimentos no saludables y la integración de políticas públicas que garanticen el acceso a entornos saludables. A nivel individual, cambios sostenidos en la dieta, la actividad física y el manejo del estrés pueden ser claves, pero deben ser acompañados por sistemas de salud que prioricen esta enfermedad como una urgencia sanitaria global.
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