
Un estudio publicado el 26 de noviembre en PLOS Biology ha demostrado que los grandes simios, como gorilas, chimpancés y orangutanes, comparten con los humanos una habilidad cognitiva que se pensaba exclusiva de nuestra especie: la capacidad de descomponer eventos.
A través de un experimento que involucró videos y el monitoreo de los movimientos oculares de los simios, los investigadores descubrieron que estos animales son capaces de identificar y distinguir los roles de agente y paciente en una acción, es decir, quién realiza la acción y quién la recibe. Este hallazgo desafía la visión tradicional sobre las diferencias entre la comunicación animal y el lenguaje humano.
Vanessa Wilson, autora principal del estudio, explicó que este descubrimiento no solo amplía nuestro entendimiento de la cognición animal, sino que también plantea nuevas preguntas sobre la evolución del lenguaje humano. En una entrevista con Popular Science, Wilson detalló: “El estudio busca responder a una pregunta clave sobre la relación entre la descomposición de eventos y el lenguaje, una pregunta que recuerda al dilema clásico del huevo y la gallina: ¿es nuestra capacidad para el lenguaje dependiente de la habilidad para descomponer eventos, o fue esta última una consecuencia de la evolución del lenguaje?”. Esta cuestión, según Wilson, podría cambiar nuestra perspectiva sobre las capacidades cognitivas de los primates no humanos.
El experimento consistió en mostrar a los simios una serie de videos en los que un “agente” realizaba una acción sobre un “paciente”, y los investigadores observaron cómo los primates movían su atención entre ambos. Este comportamiento, similar al de los humanos, sugiere que los simios también son capaces de descomponer eventos, un proceso que, en los humanos, facilita el desarrollo del lenguaje.
“Los simios mostraron una respuesta similar a los humanos, moviendo su atención entre el agente y el paciente. Esto sugiere que poseen la misma capacidad de descomponer eventos”, comentó Wilson a Popular Science. Esta capacidad cognitiva, que permite analizar situaciones desde diferentes perspectivas, podría ser una base para la evolución del lenguaje, pero no garantiza por sí sola la creación de un sistema lingüístico complejo.

A pesar de compartir esta habilidad, los grandes simios no han desarrollado el lenguaje humano. Wilson subrayó que, aunque los simios pueden identificar los roles de agente y paciente, no tienen las motivaciones evolutivas para crear un sistema comunicativo tan complejo como el de los humanos. “Es posible que los simios simplemente no necesiten un sistema tan avanzado como el que desarrollaron los humanos”, sostuvo la autora.
Wilson propuso que las presiones sociales, como la necesidad de una comunicación más sofisticada para coordinar acciones en grupos grandes, podrían haber sido un factor clave en la evolución del lenguaje humano. También se ha propuesto que el tamaño cerebral de los humanos permitió desarrollar capacidades cognitivas más complejas, como las estructuras lingüísticas.
El estudio también resalta que la capacidad de descomponer eventos, aunque fundamental, no es suficiente para explicar la complejidad del lenguaje humano. La diferencia crucial radica en cómo los humanos usan esta capacidad para crear estructuras lingüísticas más avanzadas. En este sentido, Wilson destacó la importancia de la composicionalidad, la habilidad de combinar palabras con significados independientes para generar nuevas ideas.

“En los animales, la composicionalidad se presenta en combinaciones de llamadas o gestos, pero es más rudimentaria que en los humanos”, explicó la investigadora a Popular Science. Los simios pueden combinar señales, pero de forma simple y limitada a situaciones concretas, mientras que los humanos utilizan la composicionalidad para expresar conceptos abstractos, eventos pasados o futuros, y para generar oraciones complejas.
Otra característica distintiva del lenguaje humano es la recursión, la capacidad de crear estructuras jerárquicas que permiten construir oraciones complejas. Wilson destacó que “a medida que nuestro repertorio de señales se expandía, la recursión permitió combinar estas señales de manera más eficiente”, lo que permite a los humanos organizar sus pensamientos de forma más elaborada. Esta capacidad no se observa en los simios, cuya comunicación sigue estando vinculada a situaciones inmediatas y concretas, como la localización de alimentos o la señalización de amenazas.
Si bien los simios poseen una capacidad cognitiva similar a la de los humanos para descomponer eventos, las presiones sociales y la necesidad de un sistema comunicativo más complejo podrían haber impulsado la evolución del lenguaje humano. Wilson concluyó el estudio con una reflexión: “La diferencia entre comunicación y lenguaje no es tan clara como pensamos”. Este reconocimiento resalta que, a medida que continuamos explorando el comportamiento comunicativo de los animales y sus mecanismos cognitivos, nuestras definiciones de lenguaje humano podrían verse cada vez más matizadas y complejas.
“A medida que avanzamos en este campo, comenzamos a darnos cuenta de que la distancia entre nosotros y otras especies no está determinada tanto por un salto cualitativo, sino por una diferencia de grado”, resaltó Wilson. Esto conduce a los investigadores y científicos a reflexionar de manera más profunda sobre la evolución de las capacidades comunicativas y sobre cómo el ser humano puede redefinir las fronteras entre su especie y los animales.
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