
¿Por qué solemos admirar a una persona solo por un rasgo destacado? Muchas veces, una sonrisa carismática, una voz segura o una apariencia cuidada bastan para que atribuyamos virtudes a alguien que, en realidad, no conocemos a fondo. Sin darnos cuenta, podemos sobrevalorar a quienes sobresalen en un solo aspecto, formando juicios en los que una única cualidad eclipsa el resto de sus características. Esta tendencia, lejos de ser casual, obedece a un fenómeno psicológico tan común como poderoso: el efecto halo.
Este fenómeno, fue descrito en los años 20 por el psicólogo Edward Thorndike y sigue presente en la vida cotidiana, desde las relaciones personales hasta el ambiente laboral y educativo. Según la psicóloga Kia-Rai Prewitt, PhD, de Cleveland Clinic, el efecto halo opera como un atajo mental: “Si tenemos una impresión positiva general de alguien, es natural suponer que debe ser una buena persona, pero esto puede hacer que pasemos por alto otros aspectos de su personalidad”.

El efecto halo es un sesgo cognitivo que consiste en extender una impresión favorable sobre una cualidad de una persona —como la apariencia física, la simpatía o la confianza— a otras áreas no relacionadas. Cleveland Clinic explica que cualquier rasgo valorado puede desencadenar este sesgo, no solo la belleza.
La seguridad al hablar, el liderazgo, el estatus social o la percepción de inteligencia pueden activar el efecto. Así, quien se destaca en una sola faceta puede ser visto como competente, confiable o equilibrado emocionalmente, sin pruebas objetivas que respalden tales suposiciones.
Manifestaciones cotidianas y ejemplos en diferentes ámbitos
En la vida diaria, el efecto halo se presenta de forma sutil y suele pasar inadvertido. Un caso habitual es asumir que una persona atractiva también es inteligente o digna de confianza. Cleveland Clinic apunta que este fenómeno, conocido como el principio de “lo bello es bueno”, cuenta con estudios que prueban cómo la apariencia física influencia la percepción sobre otras cualidades.
Otra situación frecuente ocurre en el entorno laboral: un colega que habla con seguridad y siempre parece impecable puede proyectar organización y eficiencia. Sin embargo, al trabajar directamente con esa persona, a menudo emerge que su desempeño no corresponde a la impresión inicial, ya que la confianza y el porte crearon un halo que distorsionó la evaluación real.

Las relaciones personales y de pareja tampoco están libres de este sesgo. Una cualidad positiva, como el carisma o la simpatía, puede llevar a idealizar a alguien e ignorar señales de alerta o conductas negativas. Según la Dra. Prewitt, “si tienes una impresión positiva general de alguien, es más probable que ignores o ni siquiera notes sus comportamientos negativos”. Esto puede derivar en relaciones poco saludables o en la permanencia en vínculos tóxicos, ya que el efecto halo dificulta reconocer problemas en la otra persona.
En el campo laboral, el efecto halo afecta la evaluación de colegas y empleados. Un supervisor podría sobrevalorar el rendimiento global de alguien que brilla en una sola área, desatendiendo deficiencias en otras tareas.

Este sesgo también aparece durante la selección de personal, cuando una cualidad llamativa —como la elocuencia o la universidad de origen— puede influenciar la decisión, incluso sin considerar toda la información necesaria. La Dra. Prewitt advierte: “Cuando un responsable de selección percibe un aspecto positivo en un candidato, puede tomar una decisión antes de tener todos los datos”.
Impacto en educación, marketing y percepción de la salud
El ámbito educativo tampoco escapa al efecto halo. Cleveland Clinic indica que este sesgo puede influir en la manera en la que docentes califican o asignan responsabilidades. Un profesor podría asumir que un alumno destacado en matemáticas sobresale en otras materias, o que un estudiante ejemplar no tendría conductas problemáticas fuera del aula. Estas creencias pueden generar presión sobre algunos alumnos y hacer que otros se sientan ignorados o subestimados.

El marketing utiliza el efecto halo para influir en las decisiones de compra. La presencia de celebridades en campañas publicitarias es ejemplo claro: la admiración por una figura pública se traslada al producto promocionado, generando una percepción positiva sin experiencia previa con el artículo. “Se asume que el producto es excelente porque se piensa que la persona que lo vende es excelente”, explicó la Dra. Prewitt, según Cleveland Clinic.
La percepción de la salud, tanto física como mental, también puede distorsionarse. La apariencia de buena forma física lleva a suponer que alguien goza de buena salud, aunque no tenga hábitos saludables.
Igualmente, el éxito o la inteligencia percibida pueden dificultar identificar problemas de salud mental en personas consideradas fuertes o autosuficientes. Según la Dra. Prewitt, “si alguien suele ser visto como fuerte y capaz de manejar sus problemas, quienes lo rodean pueden no reconocer señales de dificultades en su salud mental”.
Efecto cuerno y estrategias para evitar el sesgo
Existe una variante opuesta al efecto halo: el efecto cuerno. Una característica negativa genera una percepción global desfavorable. Cleveland Clinic muestra cómo este sesgo puede dañar la reputación de estudiantes con un incidente aislado, dificultando una evaluación objetiva por parte de docentes y compañeros. También afecta otros contextos: un trabajador poco sociable puede ser considerado ineficaz o una persona con aspecto distinto puede ser subestimada, aun si estos juicios no corresponden con la realidad.

Reconocer el efecto halo y el efecto cuerno es esencial para tomar decisiones más justas y objetivas. Cleveland Clinic sugiere varias estrategias para combatir estos sesgos. El primer paso es reflexionar sobre los propios prejuicios y analizar su influencia en juicios anteriores. Es clave buscar información adicional antes de formarse una opinión definitiva y mostrarse receptivo a críticas y perspectivas diferentes. “Darse tiempo antes de decidir sobre otra persona y preguntar si hay suficiente información para una evaluación justa puede ayudar a contrarrestar el efecto halo”, aconseja la Dra. Prewitt.
Detectar la presencia del efecto halo en la vida cotidiana representa un avance hacia una percepción más equilibrada de los demás. Mantener una actitud abierta y receptiva en cada interacción contribuye a desafiar este y otros sesgos cognitivos, permitiendo relaciones y decisiones más justas, según concluye Cleveland Clinic.
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