Ozempic y Wegovy: éxito y controversia para Novo Nordisk

Los medicamentos para la diabetes tipo 2 han catapultado a la empresa danesa a la cima del mercado, pero también han generado críticas por sus altos precios y dilemas éticos en su distribución

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Ozempic y Wegovy impulsan a
Ozempic y Wegovy impulsan a Novo como gigante global del adelgazamiento.

En un mundo donde la industria farmacéutica enfrenta desafíos constantes, Virginia Heffernan en WIRED exploró la compleja situación de Novo Nordisk, una empresa danesa que ha revolucionado el tratamiento de la diabetes y la obesidad. A pesar de su éxito, la compañía enfrenta un futuro incierto. “Más allá de los deslumbrantes antes y después, Jørgensen está mirando un futuro complicado, partes del cual, me dijo, ‘le asustan terriblemente’”, comentó Heffernan sobre el CEO de Novo, Lars Jørgensen.

Novo Nordisk ha sido un pilar en la producción de insulina, un medicamento esencial para los diabéticos tipo 1. Sin embargo, su reciente éxito con el medicamento semaglutida, comercializado como Ozempic y Wegovy, ha cambiado el enfoque de la empresa. Estos medicamentos, diseñados para tratar la diabetes tipo 2, han ganado popularidad por su capacidad para suprimir el apetito, convirtiendo a Novo en un gigante global del adelgazamiento. "Ozempic fue el segundo medicamento más vendido del mundo en 2024", señaló Heffernan.

La historia de Novo Nordisk se remonta a los años 20, cuando Hans Christian Hagedorn comenzó a refinar insulina a partir de páncreas de vacas y cerdos. Este avance permitió a personas como Erik Hageman, uno de los diabéticos más longevos de Dinamarca, vivir una vida plena. "Sin el cuidado del doctor, estaría ciego y tendría que amputarme las piernas y sufrir insuficiencia renal", explicó Hageman a Heffernan.

A pesar de su éxito, Novo enfrenta presiones significativas. La competencia de Eli Lilly y las demandas del mercado estadounidense, donde 15 millones de personas usan semaglutida, han creado un entorno desafiante. "El negocio exigente de la semaglutida se ha convertido en un ouroboros cruel", escribió Heffernan, refiriéndose a la insaciable demanda del mercado y los altos costos de fabricación.

La empresa también se enfrenta a dilemas éticos. Aunque semaglutida es eficaz para la diabetes tipo 2, no funciona para los 8,4 millones de diabéticos tipo 1 en el mundo. Jørgensen expresó su preocupación de que la forma en que funcionan la fabricación de medicamentos y los mercados globales podría impedir que la empresa atienda adecuadamente a sus pacientes originales. "Lo que mantiene a Jørgensen despierto por la noche es su temor de que su empresa no pueda hacer lo correcto por sus pacientes originales", escribió Heffernan.

El impacto de Novo en Dinamarca es significativo. La empresa emplea a unas 30.000 personas en el país y ha impulsado el PIB danés por encima de naciones más grandes. "La compañía paga en impuestos lo que cualquier capitalista estadounidense consideraría confiscatorio: 3.600 millones de dólares globalmente en impuestos sobre la renta en 2023", destacó Heffernan.

Sin embargo, el éxito de Novo no está exento de críticas. En una audiencia en el Senado de EE.UU., el senador Bernie Sanders cuestionó a Jørgensen sobre el alto precio de Ozempic y Wegovy en comparación con otros países. "Desde una perspectiva moral, ¿le molesta que mantener el precio de Ozempic y Wegovy tan alto podría llevar a la muerte prevenible de decenas de miles de estadounidenses?", preguntó Sanders.

A pesar de estos desafíos, Novo sigue comprometido con su misión original. "Insulina sigue siendo un mercado muy importante para nosotros", afirmó Jørgensen. "Nunca nos alejaremos de las personas con diabetes tipo 1. Les debemos eso".

La historia de Novo Nordisk es un testimonio de cómo una empresa puede transformar vidas a través de la innovación, pero también es un recordatorio de los complejos desafíos que enfrentan las empresas farmacéuticas en un mercado globalizado. “Para una empresa de biotecnología supervisada por una organización sin fines de lucro alcanzar, aunque sea brevemente, el dominio mundial y las ganancias de otro mundo, fue casi faustiano”, concluyó Heffernan.